LECCIÓN 318
1. En mí -el santo Hijo de Dios-se reconcilian todos los aspectos del plan celestial para la salvación del mundo. 2¿Qué podría estar en conflicto, cuando todos los aspectos comparten un mismo propósito y una misma meta? 3¿Cómo podría haber un solo aspecto que estuviese separado o que tuviese mayor o menor importancia que los demás? 4Yo soy el medio por el que el Hijo de Dios se salva, porque el propósito de la salvación es encontrar la impecabilidad que Dios ubicó en mí. 5Fui creado como aquello tras lo cual ando en pos. 6Soy el objetivo que el mundo anda buscando. 7Soy el Hijo de Dios, Su único y eterno amor. 8Yo soy el medio para la salvación, así como su fin.
2. Permíteme hoy, Padre mío, asumir el papel que Tú me ofreces al pedirme que acepte la Expiación para mí mismo. 2Pues lo que de este modo se reconcilia en mí se reconcilia igualmente en Ti.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-318-audios-mp3_rf_9409015_1.html
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INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA
Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
de Robert Perry y Allen Watson
LECCIÓN 318 - 14 NOVIEMBRE
“Yo soy el medio para la salvación, así como su fin”
Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
- Lee la lección.
- Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
- Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.
Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.
Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.
- Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
- Piensa en ella durante un rato.
Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.
Comentario
Dicho de manera más sencilla, la meta de la salvación es lo que yo ya soy, y el medio para traer la salvación también soy yo. Yo soy lo que es la salvación, y yo soy el camino para llegar allí.
La salvación es el reconocimiento de la unidad, entonces, “¿cómo podría haber un solo aspecto que estuviese separado o que tuviese mayor o menor importancia que los demás?” (1:3). Los medios para la salvación no están en alguna otra parte de la salvación de la que yo estoy separado. La totalidad es de lo que se trata, por lo tanto, los “medios” de llegar allí y el “allí” al que nos dirigimos deben ser lo mismo y, por lo tanto deben estar dentro de mí.
“Yo soy el medio por el que el Hijo de Dios se salva, porque el propósito de la salvación es encontrar la impecabilidad que Dios ubicó en mí” (1:4).
La inocencia ya está aquí, en mí, donde Dios la puso. Entonces, puesto que el propósito de la salvación es encontrar esa inocencia, yo tengo que ser el medio mediante el cual tiene lugar la salvación.
Me encantan estas frases que siguen a continuación. Para mí, si permito que mi incredulidad desaparezca por un momento lo suficientemente largo para sentir la importancia de estas palabras, “conseguiré” lo que dicen:
Fui creado como aquello tras lo cual ando en pos. Soy el objetivo que el mundo anda buscando. Soy el Hijo de Dios, Su único y eterno amor. Yo soy el medio para la salvación, así como su fin”. (1:5-8)
Soy lo que estoy buscando porque Lo he sido desde que fui creado. Estoy buscando únicamente mi Ser, y ¿dónde puedo encontrar mi Ser sino en mí? Ésta es una búsqueda cuyo éxito está garantizado porque ya soy lo que estoy buscando. La única razón de que parezca ser un viaje de búsqueda es porque he olvidado lo que soy. No hay que ir a ningún sitio.
Intenta repetirte a ti mismo varias veces: “Yo soy la meta que el mundo está buscando”. Date cuenta de los pensamientos que surgen para negar lo que estás diciendo, y míralos de frente. Date cuenta de que es lo que crees acerca de ti mismo lo que te impide decir estas palabras de todo corazón y sin dudas.
Pensamos que tenemos la enfermedad del pecado, y que estamos buscando su curación. Una enfermedad de culpa y de separación. Pero ¡la búsqueda es parte de la enfermedad! De hecho, no hay enfermedad, y sólo la búsqueda hace que parezca que existe. Si durante un momento podemos dejar de creer que estamos separados, nos daremos cuenta de que no lo estamos. La verdad vendrá por sí misma. Relájate, estás bien. Nuestra única necesidad es aceptar la Expiación, aceptar nuestra unidad con Dios, darnos cuenta de que la iluminación es sólo un “darse cuenta”, y no un cambio. No tenemos que cambiar, tenemos que aceptar lo que siempre hemos sido.
Permíteme hoy, Padre mío, asumir el papel que Tú me ofreces al pedirme que acepte la Expiación para mí mismo. Pues lo que de este modo se reconcilia en mí se reconcilia igualmente en Ti. (2:1-2)
¿Qué es el Juicio Final? (Parte 8)
L.pII.10.4:2-6
El Juicio Final es únicamente Amor. Es Dios reconociendo a Su Hijo como Su Hijo (4:3). En el examen final, el Amor de Dios a nosotros es lo que “sanará todo pesar, enjugará todas las lágrimas, y nos despertará tiernamente de nuestro sueño de dolor” (4:3). Podemos pensar, y ciertamente lo pensamos, que algo distinto al Amor de Dios podrá hacer eso por nosotros. Debemos pensar eso, o de otro modo, ¿por qué pasamos tanto tiempo buscándolo? Sin embargo, el Amor continúa esperando a que lo recibamos. Seguimos buscando en cualquier otro sitio porque, en nuestra locura, tenemos miedo del Amor que se nos está ofreciendo.
Nuestro ego nos ha enseñado a tener miedo a Dios y a Su Amor. Tenemos miedo de que, de algún modo, nos tragará y nos hará desaparecer. Pero ¿podría hacer eso el Amor y seguir siendo Amor? Se nos dice dos veces (4:2, 4:4) que no tengamos miedo al Amor. Que es el único modo de mirar a todo lo que estamos aprendiendo: no tener miedo al Amor. En lugar de eso, se nos pide que “le demos la bienvenida” (4:5). Y es tu aceptación del Amor, y la mía, la que salvará y liberará al mundo.
Tenemos miedo de que, al abrirnos al amor, nos harán daño. A menudo nos parece que tomar el camino del amor es tomar el camino de la debilidad. Se le da tanta importancia a tener cuidado del Número Uno, a establecer nuestros límites, a mantener nuestras distancias, a evitar que nos ataquen. Esas cosas tienen su lugar para estar seguros, y sin embargo, a veces pienso que son excusas para la separación, excusas para permanecer aislados, excusas para evitar el amor. Dar amor parece difícil, y recibirlo todavía más difícil. Sin embargo, al final abrirnos tanto a dar como a recibir amor, que en realidad son lo mismo, es todo lo que se necesita. Somos amor, y únicamente al abrirnos completamente al Amor, descubriremos esa verdad de nuestro propio Ser.
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