jueves, 21 de noviembre de 2019

UN CURSO DE MILAGROS. 21 de Noviembre. LECCIÓN 325

LECCIÓN 325
Todas las cosas que creo ver son reflejos de ideas

1. Ésta es la clave de la salvación: lo que veo es el reflejo de un proceso mental que comienza con una idea de lo que quiero. 2A partir de ahí, la mente forja una imagen de eso que desea, lo juzga valioso y, por lo tanto, procura encontrarlo. 3Estas imáge­nes se proyectan luego al exterior, donde se contemplan, se consi­deran reales y se defienden como algo propio de uno. 4De deseos dementes nace un mundo demente, 5de juicios, un mundo condenado. 6De pensamientos de perdón, en cambio, surge un mundo apacible y misericordioso para con el santo Hijo de Dios, cuyo propósito es ofrecerle un dulce hogar en el que descansar por un tiempo antes de proseguir su jornada, y donde él puede ayudar a sus hermanos a seguir adelante con él y a encontrar el camino que conduce al Cielo y a Dios.

2. Padre nuestro, Tus ideas reflejan la verdad, mientras que las mías separadas de las Tuyas, tan sólo dan lugar a sueños. 2Déjame contem­plar lo que sólo las Tuyas reflejan, pues son ellas las únicas que estable­cen la verdad.

AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-325-audios-mp3_rf_9409150_1.html


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INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA 

Ayuda para las lecciones:
de  Robert Perry  y Allen Watson

LECCIÓN 325  -   21 NOVIEMBRE

“Todas las cosas que creo ver son reflejos de ideas

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.

  • Lee la lección.
  • Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
  • Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

  • Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
  • Piensa en ella durante un rato.

Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.


Comentario

Esta lección es probablemente el mejor resumen de la teoría de la percepción del Curso:

Ésta es la clave de la salvación: lo que veo es el reflejo de un proceso mental que comienza con una idea de lo que quiero. A partir de ahí, la mente forja una imagen de eso que desea, lo juzga valioso y, por lo tanto, procura encontrarlo. Estas imáge­nes se proyectan luego al exterior, donde se contemplan, se consi­deran reales y se defienden como algo propio de uno. (1:1-3)

Todo lo que veo es una proyección. Según este análisis de la percepción, con nuestros ojos físicos no vemos absolutamente nada que sea real. Todo ello “es el reflejo de un proceso mental” y nada más que eso. Todo lo que vemos son imágenes proyectadas. Como dice una lección al comienzo del Libro de Ejercicios: “Le he dado a todo lo que veo todo el significado que tiene para mí” (L.2).

Al elegir lo que queremos ver, el mundo se presenta ante nuestra vista. Si elegimos el juicio, vemos un mundo condenado; si elegimos el perdón, vemos “un mundo apacible y misericordioso” (1:5-6). Por eso el Curso pone toda su atención en sanar la mente, y no en cambiar el mundo. Cambiar el mundo no es necesario, cambiará con nuestros pensamientos. Como señala Ken Wapnick, intentar arreglar el mundo es como intentar arreglar las cosas de una película haciendo cosas a la pantalla. El único modo en que puedes cambiar la película es cambiar lo que está en el proyector (o arreglar el proyector). La mente es el proyector del mundo.

Cuando aceptamos pensamientos de perdón en nuestra mente, el mundo se convierte en “un dulce hogar en el que descansar por un tiempo antes de proseguir su jornada” (1:6). Se convierte en un lugar en el que podemos “ayudar a nuestros hermanos a seguir adelante con nosotros y a encontrar el camino que conduce al Cielo y a Dios” (1:6). Esto es lo que hacemos en este mundo cuando nuestras mentes han sanado: ayudar a otros a hacer lo mismo.

Lo que queremos son las ideas de Dios reflejadas en el mundo, en lugar de nuestras propias ideas. Nuestras ideas separadas de las de Dios “tan sólo dan lugar a sueños” (2:1).

Hoy no quiero sueños, quiero la realidad reflejada en mi mundo. Todo empieza con mi idea de lo que quiero. Por lo tanto, Padre, pido ayuda para querer sólo la verdad, sólo paz, y sólo lo que es amoroso. Quiero la unión, no la separación. Quiero la sanación, no el conflicto. Quiero paz, no guerra. Ayúdame a reconocerlo cuando piense que quiero algo distinto, o algo además de la verdad; ayúdame a reconocerlo y llevarlo ante Tu luz para que sane y desaparezca.  


¿Qué es la creación? (Parte 5)

L.pII.11.3:1-2

La creación es lo opuesto a todas las ilusiones porque es la ver­dad. (3:1)
La teoría general del Curso acerca de la creación mantiene como fundamentales ciertos hechos: sólo lo creado por Dios es real, verdadero y eterno. Por lo tanto, cualquier cosa que no es eterna y que cambia no es real ni verdadera. Basándose en esto, el Curso concluye que todas las cosas de este mundo (la Tierra misma, todo el universo físico, nuestros cuerpos y nuestra aparente “vida” aquí en la Tierra) no pueden ser creaciones de Dios porque no son eternas y porque cambian. Todo lo que podemos ver con nuestros ojos, incluso las estrellas eternamente jóvenes, tiene un fin. Lo que tiene fin no es real, en el sentido que el Curso le da a esta palabra. Todo ello, cada parte de ello, entra en la categoría de “ilusiones”.

Además, la creación de Dios es holográfica: “cada parte contiene la Totalidad” (3:2). Ésta es una lógica que no obedece a la lógica basada en la materia. La semejanza más cercana que conozco es el holograma. Cuando se ha atrapado una imagen holográfica en una placa fotográfica, la luz que se proyecte sobre la placa producirá una imagen en tres dimensiones del holograma. Si es la foto de una manzana, será una manzana en tres dimensiones y puedes ver distintos ángulos de la manzana moviendo el ángulo de luz que brilla sobre la foto. Si esa placa holográfica se rompe en cuatro trozos, no te quedas con cuatro imágenes de partes de una manzana, en lugar de eso, tienes cuatro imágenes más pequeñas de la manzana entera. La totalidad está en cada parte.

Algo así es la creación de Dios. Divídela como quieras, y la Totalidad de la creación sigue reflejándose en cada parte. Toda la creación está en ti, y en mí. La “totalidad completa” de la creación es a lo que el Curso llama “el santo Hijo de Dios” (3:2). La Voluntad de Dios está completa en cada aspecto (otra palabra que se refiere a “parte”, el Curso a menudo utiliza palabras diferentes para “parte” como “aspecto” o “fragmento”, pero lo que da por sentado siempre es que cada aspecto contiene todo. La palabra se refiere a lo que llamamos “individuos” o “personas”). Tú eres un aspecto o parte del Hijo de Dios, pero al mismo tiempo eres Todo.

Un síntoma de nuestra creencia equivocada en la separación es que nos hemos identificado tanto con nuestra “parte” que hemos perdido el contacto con el Todo. Por ejemplo, yo suelo pensar en mí como Allen Watson. Tú sueles pensar en ti como tu individualidad. De hecho, nuestra realidad original es un Ser compartido, una Totalidad. Gran parte del proceso de aprendizaje a lo largo del Curso nos lleva a cambiar esa identificación de “parte” a Totalidad. El entorno de aprendizaje de la relación santa está planeado para romper nuestra sensación de aislamiento, o “parte”, y para fortalecer nuestra identificación con el Todo, al demostrarnos que lo que pensamos como “la otra persona” en la relación es, de hecho, una parte de nuestro Ser compartido. Tenemos los mismos pensamientos. Lo que afecta a uno le afecta al otro. Lo que yo pienso te afecta, y a la inversa. Lo que te doy, me lo doy a mí mismo. Cuando te perdono, yo me libero. Cuando se rompe esta idea de “parte” y se da uno cuenta de la Totalidad en la relación santa, empieza a generalizarse y extenderse a todos los otros “aspectos”de la creación, todo lo que antes creía que “no era yo”. 

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