viernes, 25 de noviembre de 2016

Mira en el espejo... ¿qué ves?

UN CURSO DE MILAGROS. 25 de Noviembre. LECCIÓN 329

LECCIÓN 329


He elegido ya lo que Tu Voluntad dispone.

1. Padre, pensé que me había apartado de Tu Voluntad, que la había desafiado, que había violado sus leyes y que había interpuesto otra volun­tad más poderosa que la Tuya. 2En realidad, no obstante, no soy otra cosa que una extensión de Tu Voluntad que se extiende continuamente. 3Eso es lo que soy, y ello jamás ha de cambiar. 4Así como Tú eres Uno, yo soy uno Contigo. 5Eso fue lo que elegí en mi creación, en la que mi voluntad se hizo eternamente una con la Tuya. 6Esa decisión se tomó para siempre. 7No puede cambiar ni oponerse a sí misma. 8Padre, mi voluntad es la Tuya. 9Estoy a salvo, tranquilo y sereno, y gozo de una dicha intermina­ble porque así lo dispone Tu Voluntad.

2. Hoy aceptaremos la unión que existe entre nosotros, y entre nosotros y nuestra Fuente. 2No tenemos otra voluntad que la Suya y todos somos uno porque todos compartimos Su Voluntad. 3A través de Ella reconocemos que somos uno solo. 4A través de Ella encontramos por fin el camino que nos conduce a Dios.


11. ¿Qué es la creación?

1. La creación es la suma de todos los Pensamientos de Dios, en número infinito y sin límite alguno en ninguna parte. 2Sólo el Amor crea, y únicamente a Su semejanza. 3Jamás hubo tiempo alguno en el que todo lo que creó no existiese. 4Ni jamás habrá tiempo alguno en que nada que haya creado sufra merma alguna. 5Los Pensamientos de Dios han de ser por siempre y para siempre exactamente como siempre han sido y como son: inalterables con el paso del tiempo, así como después de que éste haya cesado.

2. Los Pensamientos de Dios poseen todo el poder de su Creador. 2Pues Él quiere incrementar el Amor extendiéndolo. 3Y así, Su Hijo participa en la creación, y, por lo tanto, no puede sino com­partir con su Padre el poder de crear. 4Lo que Dios ha dispuesto que sea uno eternamente, lo seguirá siendo cuando el tiempo se acabe, y no cambiará a través del tiempo, sino que seguirá siendo tal como era antes de que surgiera la idea del tiempo.

3. La creación es lo opuesto a todas las ilusiones porque es la ver­dad. 2La creación es el santo Hijo de Dios, pues en la creación Su Voluntad es plena con respecto a todo, al hacer que cada parte contenga la Totalidad. 3La inviolabilidad de su unicidad está garantizada para siempre, perennemente a salvo dentro de Su santa Voluntad, y más allá de cualquier posibilidad de daño, separación, imperfección o de nada que pueda mancillar en modo alguno su impecabilidad.

4. Nosotros, los Hijos de Dios, somos la creación. 2Parecemos estar separados y no ser conscientes de nuestra eterna unidad con Él. 3Sin embargo, tras todas nuestras dudas y más allá de todos nuestros temores, todavía hay certeza, 4pues el Amor jamás abandona Sus Pensamientos, y ellos comparten Su certeza. 5El recuerdo de Dios se encuentra en nuestras mentes santas, que son conscientes de su unicidad y de su unión con su Creador. 6Que nuestra función sea únicamente permitir el retorno de este recuerdo y que Su Voluntad se haga en la tierra, así como que se nos restituya nuestra cordura y ser solamente tal como Dios nos creó.


5. Nuestro Padre nos llama. 2Oímos Su Voz y perdonamos a la creación en Nombre de su Creador, la Santidad Misma, Cuya san­tidad Su creación comparte con Él; Cuya santidad sigue siendo todavía parte de nosotros.


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Ayuda para las lecciones:

de  Robert Perry  y Allen Watson

INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA 


LECCIÓN 329 -  25  NOVIEMBRE

He elegido ya lo que Tu Voluntad dispone


Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.

  • Lee la lección.
  • Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
  • Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

  • Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
  • Piensa en ella durante un rato.

Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.

Comentario

Para nosotros es difícil darnos cuenta de que ya hemos elegido la Voluntad de Dios. Elegir Su Voluntad es el único modo de encontrar nuestra verdadera libertad (lección de ayer), y ya hemos hecho esa elección. Podemos pensar que nos hemos alejado de la Voluntad de Dios, que la hemos desobedecido, y que hemos violado Sus leyes (1:1), pero no lo hemos hecho. No podemos. Porque somos “una extensión de Su Voluntad que se extiende continuamente” (1:2-3).

¿Cuándo tomamos esta decisión de la que parece que no somos conscientes? En el mismo instante de nuestra creación (1:5). Dios nos creó extendiendo Su Voluntad, cuando fuimos creados éramos la extensión de Su Voluntad. Nuestra decisión ya se tomó, y “se tomó para siempre” (1:6). No podemos cambiarla. Podemos inventar una ilusión en la que parece que tenemos una voluntad separada de la de Dios, pero no podemos hacerla real. Si lo que hacemos contradice la Voluntad de Dios, todo lo que podemos hacer es ilusorio.

Este hecho es nuestra seguridad. También es nuestra salvación, pues significa que no hemos hecho lo que hemos pensado que hemos hecho, no hemos desafiado la Voluntad de Dios, únicamente nos lo hemos imaginado, únicamente lo hemos soñado. La unidad de Dios y de Su creación sigue en perfecto estado, y es esto lo que celebramos hoy.


¿Qué es la creación? (Parte 9)

L.pII.11.5:1

Nuestro Padre nos llama. (5:1)

“Padre”es igual a “Creador”, Quien nos dio el ser. Quizá, después de este tiempo pensando en lo que es la creación, la palabra “Padre” tiene un poco más de significado para nosotros. Nuestro Padre es Quien nos pensó y nos dio existencia. “Sólo el Amor crea” (1:2), y por eso nuestro Padre es el Amor Mismo, Que nos ha creado como Él Mismo. Él deseó añadir Amor a través de Su extensión, y así de este deseo fuimos creados, para permanecer para siempre en Su santa Voluntad.

¡Ese deseo inmortal de Dios todavía continúa! Con todo ese deseo infinito de Su Voluntad, Él nos llama para que seamos lo que Él creó que fuésemos: la extensión de Su Amor, creando tal como Él lo hace: extendiendo amor, siempre uno con Su santa Voluntad, compartiéndola, glorificándola, irradiándola por cada poro de nuestro ser. El Amor de Dios permanece con nosotros. Nuestra mente Le recuerda, recuerda nuestra función. Desde dentro de nuestra mente Él nos llama, acercándonos con Su Amor a ser el mismo Amor que nos acerca.

Él es nuestro Padre, nuestro Creador. No podemos escapar del hecho de lo que somos. “Soy tal como Dios me creó” (L.110). Él nos llama continuamente, constantemente, con paciencia, sin cesar, y hasta que dejemos nuestro loco intento de ser “algo más”, algo distinto al Amor, y respondamos a Su llamada, sólo podemos retrasar nuestra felicidad y nuestra dicha.

martes, 20 de septiembre de 2016



"Tenemos que escuchar al niño que fuimos un día, y que todavía existe dentro de nosotros. Ese niño entiende de momentos mágicos.
Si escuchamos al niño que tenemos en el alma, nuestros ojos volverán a brillar.
Si no perdemos el contacto con ese niño, no perderemos el contacto con la vida."
P. COHELO

martes, 6 de septiembre de 2016

UN CURSO DE MILAGROS. 6 de Septiembre. LECCIÓN 249



LECCIÓN 249

El perdón pone fin a todo sufrimiento y a toda sensación de pérdida

1. El perdón nos ofrece un cuadro de un mundo en el que ya no hay sufrimiento, es imposible perder y la ira no tiene sentido. 2El ataque ha desaparecido y a la locura le ha llegado su fin. 3¿Qué sufrimiento podría concebirse ahora? 4¿En qué pérdida se podría incurrir? 5El mundo se convierte en un remanso de dicha, abun­dancia, caridad y generosidad sin fin. 6Se asemeja tanto al Cielo ahora, que se transforma en un instante en la luz que refleja. 7Y así, la jornada que el Hijo de Dios emprendió ha culminado en la misma luz de la que él emanó.

2. Padre, queremos devolverte nuestras mentes. 2Las hemos traicionado, sumido en la amargura y atemorizado con pensamientos de violencia y muerte. 3Ahora queremos descansar nuevamente en Ti, tal como Tú nos creaste.


3. ¿Qué es el mundo?

1. El mundo es una percepción falsa. 2Nació de un error, y no ha abandonado su fuente. 3Persistirá mientras se siga abrigando el pensamiento que le dio vida. 4Cuando el pensamiento de separa­ción haya sido sustituido por uno de verdadero perdón, el mundo se verá de una manera completamente distinta; de una manera que conduce a la verdad en la que el mundo no puede sino desaparecer junto con todos sus errores. 5Ahora su fuente ha desaparecido, al igual que sus efectos.

2. El mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios. 2Es el símbolo del miedo. 3Mas ¿qué es el miedo sino la ausencia de amor? 4El mundo, por lo tanto, se fabricó con la intención de que fuese un lugar en el que Dios no pudiese entrar y en el que Su Hijo pudiese estar separado de Él. 5Esa fue la cuna de la percep­ción, pues el conocimiento no podría haber sido la causa de pen­samientos tan descabellados. 6Mas los ojos engañan, y los oídos oyen falsedades. 7Ahora es muy posible cometer errores porque se ha perdido la certeza.

3. Y para sustituirla nacieron los mecanismos de la ilusión, 2que ahora van en pos de lo que se les ha encomendado buscar. 3Su finalidad es servir el propósito para el que se fabricó el mundo, de modo que diese testimonio de él y lo hiciera real. 4Dichos mecanismos ven en sus ilusiones una sólida base donde existe la ver­dad y donde se mantiene aparte de las mentiras. 5No obstante, no informan más que de ilusiones, las cuales se mantienen separadas de la verdad.

4. Del mismo modo en que el propósito de la vista fue alejarte de la verdad, puede asimismo tener otro propósito. 2Todo sonido se convierte en la llamada de Dios, y Aquel a quien Dios designó como el Salvador del mundo puede conferirle a toda percepción un nuevo propósito. 3Sigue Su Luz, y verás el mundo tal como Él lo ve. 4Oye sólo Su Voz en todo lo que te habla. 5Y deja que Él te conceda la paz y la certeza que tú desechaste, pero que el Cielo salvaguardó para ti en Él.

5. No nos quedemos tranquilos hasta que el mundo se haya unido a nuestra nueva percepción. 2No nos demos por satisfechos hasta que el perdón sea total. 3Y no intentemos cambiar nuestra función. 4Tenemos que salvar al mundo. 5Pues nosotros que lo fabricamos tenemos que contemplarlo a través de los ojos de Cristo, de modo que aquello que se concibió para que muriese pueda ser restituido a la vida eterna.

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INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA 

Ayuda para las lecciones:
de  Robert Perry  y Allen Watson

LECCIÓN 249  -   6  SEPTIEMBRE

El perdón pone fin a todo sufrimiento y a toda sensación de pérdida

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.

  • Lee la lección.
  • Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
  • Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

  • Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
  • Piensa en ella durante un rato.

Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.

Comentario

No perdonar es doloroso. Hay una tensión, una dureza, una coraza en el corazón. Duele expulsar a alguien de mi corazón. El perdón pone fin a ese sufrimiento, a ese dolor, a esa pérdida, a esa soledad.

No es tan fácil creer que el perdón pone fin a todo sufrimiento y a toda pérdida. Todavía parece que parte de mi dolor no está relacionado con la falta de perdón, sin embargo lo está, todo ello.

Es cierto que no parece que todo pesar no sea más que una falta de perdón. No obstante, eso es lo que en cada caso se encuentra tras la forma (L.193.4:1-2).

Si no sufro ni siento ninguna pérdida, si perdono tal como dice el Curso que lo haga, y veo que no hubo pecado, que no fui herido, y que no he perdido nada, entonces, “la ira no tiene sentido” (1:1). Si no hay ira, no hay ataque. Si todas nuestras mentes aceptasen el perdón (recibir el perdón así como darlo), no habría sufrimiento ni pérdida.

El mundo se convierte en un remanso de dicha, abun­dancia, caridad y generosidad sin fin (1:5).

Así es como veré el mundo cuando lo contemple con los ojos de Cristo. Incluso cuando estaba siendo crucificado, Jesús vio el mundo de esta manera, y su corazón estaba lleno de “caridad y generosidad sin fin” hacia aquellos que le condenaron y le clavaron los clavos.

Ver el “mundo real” no significa que de repente todos a nuestro alrededor se transformen en seres angelicales. Jesús vio el mundo real y, sin embargo, fue crucificado. Pero ¡él no sufrió, ni sintió ninguna pérdida! Él ya no se identificaba con su cuerpo, sabía que el cuerpo no podía morir porque nunca estuvo vivo, así que no estaba perdiendo su vida. Del mismo modo para nosotros, alcanzar el mundo real por medio del perdón no significa que toda nuestra vida se transforme en un camino sembrado de rosas hasta la gloria. Puede haber resistencia. Puede que haya quien quiera hacernos daño. Nuestro cuerpo puede enfermar. Nuestros seres amados morirán, se robarán coches, se incendiarán las casas, se perderán trabajos. La mente que ha sanado no verá pérdida, ni sentirá sufrimiento, sabiendo que “nada real puede ser amenazado” (T.In.2:2).
Creo que cuantas más mentes acepten el perdón, el reflejo físico de esas mentes cambiará también, volviéndose más pacíficas, más amorosas, más abundantes, más llenas de ternura y caridad. Sin embargo, el cambio del reflejo físico es un efecto secundario, no es el objetivo. El objetivo es devolverle nuestra mente a Dios.

Cuando nuestra mente ha alcanzado esa percepción verdadera elevada, el Cielo está muy cerca. El mundo “se transforma en un instante en la luz que refleja” (1:6).

Que hoy le devuelva mi mente a Dios. Que me libere de la amargura, y que calme mi mente de sus miedos, de su violencia y muerte. Que hoy descanse en Dios.  Que perdone todo lo que parece desearme daño y, al hacerlo así, me libere a mí mismo de todo sufrimiento. Que hoy me libre de todo sufrimiento. Que hoy esté en paz.


¿Qué es el mundo?  (Parte 9)

L.pII.3:5:1-2

Aunque el Curso dice: “el mundo es una percepción falsa” (1:1), el Curso no desprecia al mundo. Al contrario, Jesús nos pide: “No nos quedemos tranquilos hasta que el mundo se haya unido a nuestra nueva percepción” (5:1). No le damos la espalda al mundo, no nos sacudimos el polvo de los pies y nos alejamos. Ciertamente, no podemos hacer eso aunque lo deseáramos, porque el mundo es parte de nosotros mismos, nuestra culpa, las partes de nosotros que hemos rechazado, proyectado fuera y dado forma. Si voy a salvarme, el mundo tiene que salvarse, porque el mundo soy yo mismo.

La salvación, para ser salvación, tiene que ser completa. Nada puede dejarse fuera de ella. “No nos demos por satisfechos hasta que el perdón sea total” (5:2). Se nos pide que no nos quedemos contentos y satisfechos con nuestra salvación individual. La “salvación individual” es una contradicción, un imposible. La separación es el infierno, la salvación es la unidad. ¿Cómo puedo yo salvarme, separado de ti, si la salvación es el fin de la separación?

Hay una tendencia entre los estudiantes del Curso, especialmente con eso de que es un “curso de auto-estudio”, de volverse introvertidos y de ocuparse de su propio desarrollo espiritual, y bastante indiferentes hacia llevar al resto del mundo a unirse a nuestra percepción cambiada. Algo a lo que se le da muchísima importancia a lo largo del Curso, pero que parece perderse de vista  en el camino, es la idea de que se nos pide salvar al mundo. “Oh, ¿no es eso hacer real a la ilusión? ¿No es una traición a la enseñanza no-dualista del Curso decir que nuestra tarea es llevar luz a la oscuridad? ¿No llevamos nuestra oscuridad a la luz?” Jesús no parece pensar que una excluye a la otra. Lee estas dos frases de nuevo. O escucha estas palabras del Texto:

Tú que eres ahora el portador de la salvación, tienes la función de llevar la luz a la oscuridad. La oscuridad en ti se llevó ante la luz. Lleva esa luz ahora a la oscuridad, desde el instante santo a donde llevaste tu oscuridad. (T.18.III.7:1-3)

Una y otra vez el Curso señala que no podemos tener certeza, que no podemos reconocer completamente la verdad en nosotros hasta que la compartimos con otros, “Al dar es como reconoces que has recibido” (L.159.1:7). Darle la espalda al mundo es dejar sin sanar la falta de perdón en nuestra mente. Nuestra tarea no es predicar al mundo, ni discutir para que esté de acuerdo con nosotros, ni “convertir” a nadie. Nuestra tarea es perdonar al mundo, abrir nuestro corazón al mundo con amor. Es borrar la culpa de todas las mentes a través de nuestro perdón. Con nuestros  pensamientos, palabras, y hechos, comunicar el mensaje que el Curso dice que es su objetivo central:

“El Hijo de Dios es inocente” (T.13.I.5:1, M.1.3:5, M.27.7:8).

En este programa de estudios no hay conflictos, pues sólo tiene un objetivo, no importa cómo se enseñe. Todo esfuerzo que se haga en su favor se le ofrece a la eterna gloria de Dios y de Su creación con el solo propósito de liberar de la culpabilidad. Y cada enseñanza que apunte en esa dirección apunta directamente al Cielo y a la paz de Dios. (T.14.V.6:3-5)

Y se nos pide que no nos quedemos contentos ni satisfechos hasta que el perdón sea completo, y se haya quitado toda culpa de cada mente atormentada.

lunes, 5 de septiembre de 2016

UN CURSO DE MILAGROS. 5 de Septiembre. LECCIÓN 248



LECCIÓN 248

Lo que sufre no forma parte de mí

1. He abjurado de la verdad. 2Permítaseme ahora ser igualmente firme y abjurar de la falsedad. 3Lo que sufre no forma parte de mí. 4Yo no soy aquello que siente pesar. 5Lo que experimenta dolor no es sino una ilusión de mi mente. 6Lo que muere, en realidad nunca vivió, y sólo se burlaba de la verdad con respecto a mí mismo. 7Ahora abjuro de todos los conceptos de mí mismo, y de los engaños y mentiras acerca del santo Hijo de Dios. 8Ahora estoy listo para aceptarlo nuevamente como Dios lo creó, y como aún es.

2. Padre, mi viejo amor por Ti retorna, me permite también amar nue­vamente a Tu Hijo. 2Padre, soy tal como Tú me creaste. 3Ahora recuerdo Tu Amor, así como el mío propio. 4Ahora comprendo que son uno.


3. ¿Qué es el mundo?

1. El mundo es una percepción falsa. 2Nació de un error, y no ha abandonado su fuente. 3Persistirá mientras se siga abrigando el pensamiento que le dio vida. 4Cuando el pensamiento de separa­ción haya sido sustituido por uno de verdadero perdón, el mundo se verá de una manera completamente distinta; de una manera que conduce a la verdad en la que el mundo no puede sino desaparecer junto con todos sus errores. 5Ahora su fuente ha desaparecido, al igual que sus efectos.

2. El mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios. 2Es el símbolo del miedo. 3Mas ¿qué es el miedo sino la ausencia de amor? 4El mundo, por lo tanto, se fabricó con la intención de que fuese un lugar en el que Dios no pudiese entrar y en el que Su Hijo pudiese estar separado de Él. 5Esa fue la cuna de la percep­ción, pues el conocimiento no podría haber sido la causa de pen­samientos tan descabellados. 6Mas los ojos engañan, y los oídos oyen falsedades. 7Ahora es muy posible cometer errores porque se ha perdido la certeza.

3. Y para sustituirla nacieron los mecanismos de la ilusión, 2que ahora van en pos de lo que se les ha encomendado buscar. 3Su finalidad es servir el propósito para el que se fabricó el mundo, de modo que diese testimonio de él y lo hiciera real. 4Dichos mecanismos ven en sus ilusiones una sólida base donde existe la ver­dad y donde se mantiene aparte de las mentiras. 5No obstante, no informan más que de ilusiones, las cuales se mantienen separadas de la verdad.

4. Del mismo modo en que el propósito de la vista fue alejarte de la verdad, puede asimismo tener otro propósito. 2Todo sonido se convierte en la llamada de Dios, y Aquel a quien Dios designó como el Salvador del mundo puede conferirle a toda percepción un nuevo propósito. 3Sigue Su Luz, y verás el mundo tal como Él lo ve. 4Oye sólo Su Voz en todo lo que te habla. 5Y deja que Él te conceda la paz y la certeza que tú desechaste, pero que el Cielo salvaguardó para ti en Él.

5. No nos quedemos tranquilos hasta que el mundo se haya unido a nuestra nueva percepción. 2No nos demos por satisfechos hasta que el perdón sea total. 3Y no intentemos cambiar nuestra función. 4Tenemos que salvar al mundo. 5Pues nosotros que lo fabricamos tenemos que contemplarlo a través de los ojos de Cristo, de modo que aquello que se concibió para que muriese pueda ser restituido a la vida eterna.

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INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA 

Ayuda para las lecciones:
de  Robert Perry  y Allen Watson


LECCIÓN 248  -   5  SEPTIEMBRE

“Lo que sufre no forma parte de mí”

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.

  • Lee la lección.
  • Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
  • Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

  • Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
  • Piensa en ella durante un rato.

Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.

Comentario

El título de esta lección me resulta interesante porque acabo de terminar de escribir un artículo sobre nuestra identidad equivocada, y la necesidad que dice el Curso que tenemos de separarnos de nuestro ego. (No, el Curso no siempre pone un efecto negativo a la palabra separación. Por ejemplo, ver T.22.II.6:1). La lección afirma que lo que sufre realmente no forma parte de mí en absoluto. Esto debe ser verdad si yo soy el Hijo de Dios, y el Hijo de Dios “no puede sufrir” (L.244.1:3). Lo que yo soy no puede sufrir, por lo tanto, “lo que sufre no forma parte de mí”.

Ahora, seamos honestos. Si por un momento pensamos en el sufrimiento, de diferentes clases, que hemos experimentado en nuestra vida, hay una cosa muy segura: estábamos completamente convencidos de que estábamos sufriendo. No una parte que ni siquiera es parte de nosotros, sino que estábamos sufriendo nosotros. Por poner un ligero ejemplo, cuando cojo la gripe, me siento fatal.  No es otro el que se siente fatal, no es algo que yo crea separado o distinto de mí (¡aunque he deseado que lo fuera!). Eso es lo que parece.  ¿Demuestra esto que el Curso está equivocado? ¿O es una prueba de lo completamente identificados que todavía estamos con nuestro ego y con nuestro cuerpo?

La lección nos pide que empecemos a aprender a separarnos de nuestro ego y de nuestro cuerpo. “He abjurado de la verdad. Permítaseme ahora ser igualmente firme y abjurar de la falsedad” (1:1-2).

Luego sigue una serie de afirmaciones en las que a propósito diferenciamos nuestro Ser de lo que siente distintas cosas a las que el Curso considera ilusorias: el sufrimiento, la pena, el dolor y la muerte. La frase acerca de la muerte es muy clara y rotunda: “Lo que muere, en realidad nunca vivió, y sólo se burlaba de la verdad con respecto a mí mismo” (1:6).

Es especialmente difícil  practicar esta lección cuando estamos sufriendo. Sin embargo, si estamos dispuestos, sorprendentemente puede ser un gran consuelo. Por ejemplo, si tengo una gran pena y soy capaz de decir: “Lo que siente pena no forma parte de mí”, puede ser útil.  Date cuenta de que esto no es negación en sentido negativo. No estoy diciendo: “No siento pena”. Estoy diciendo: “Lo que sufre” (y reconozco que hay sufrimiento) “no forma parte de mí”. No estoy negando la pena, estoy negando que la pena sea parte de mí. Estoy reconociendo que la cosa que está sintiendo pena no es quien yo soy realmente, es una imagen falsa de mí mismo, una ilusión de mi mismo con la que me he identificado, pero que no soy yo verdaderamente. Cuando la pena es tan grande que parece que va a devorarme, la comprensión de que “Lo que sufre no forma parte de mí” puede ser tranquilizadora. Y ciertamente al enfrentarnos a la muerte física, puede ser tranquilizador saber que lo que muere no soy yo.

Esta negación de la falsedad, esta negación de “todos los conceptos de mí mismo, y de los engaños y mentiras acerca del santo Hijo de Dios” (1:7), nos prepara para dar la bienvenida a nuestro verdadero Ser. Cuando me doy cuenta de que ninguna de estas cosas tenebrosas afecta a Quien yo realmente soy, “mi viejo amor por Ti (Dios) retorna” (2:1). Ese amor queda oculto cuando creo que lo que sufre soy yo, conscientemente o sin darme cuenta culpo a Dios por mi sufrimiento, y no puedo encontrar mi verdadero amor por Él. Por debajo del nivel consciente, cada sufrimiento, pena y dolor que sentimos en este mundo, se pone a los pies de Dios y apuntamos un dedo acusador a Él. Pensamos que eso es lo que Él quería para nosotros. Cuando empezamos a romper nuestra identificación con nuestro cuerpo y nuestro ego, cuando empezamos a darnos cuenta de que nuestro Ser no sufre, podemos recordar el Amor de Dios, y amarle nosotros a Él. “Soy tal como Tú me creaste” (2:2), nada ha sufrido ningún daño. Nada se ha perdido. Dios nunca ha estado enfado. Y podemos unir nuestro amor con el de Dios y comprender que son uno (2:4).


¿Qué es el mundo?  (Parte 8)

L.pII.3.4:3-5

Así que, en lugar de aceptar las pruebas de nuestros sentidos, la “prueba” que el ego quiere que veamos que estamos solos y separados, podemos volvernos y seguir Su Luz, y ver el mundo tal como Él lo ve (4:3). Esto es la mayoría de las veces, especialmente al principio, un asunto de ver como el ego ve, dándonos cuenta de que es ilusorio, y luego pedir al Espíritu Santo que me ayude a verlo de manera diferente. Algo sucede (por ejemplo alguien cercano a mí critica lo que estoy haciendo) y al principio lo veo a través de los ojos del ego. Veo ataque. Me siento herido. Me siento enfadado. Pero la Voz de Dios me habla y me recuerda que “Nunca estoy disgustado por la razón que creo (L.5). Así que me vuelvo a Él y Le digo: “De acuerdo, Espíritu Santo”. Y añado:

No conozco el significado de nada, incluido esto.
No sé, por lo tanto, cómo responder a ello.
No me valdré de lo que he aprendido en el pasado para que me sirva de guía ahora. (T.14.XI.6:7-9)

Y Le pido que me muestre lo que Él ve. Él siempre ve todo como una expresión de amor o como una petición de amor, y las cuales sólo pueden contestarse con amor. Si de verdad Le abro mi mente, y abandono la manera en que veo la situación, Su visión reemplazará a lo que yo veo.

“Oye sólo Su Voz en todo lo que te habla” (4:4). El Espíritu Santo nos está hablando todo el tiempo, nos habla a través de nuestros hermanos y a través de los acontecimientos de nuestras vidas. La petición de ayuda de nuestros hermanos es la Voz del Espíritu Santo invitándonos a ser nosotros mismos, a ser el Amor que somos. Detrás de cada ilusión está la Voz que habla a favor de Dios, continuamente invitándonos a recuperar nuestra Identidad y a responder como los salvadores del mundo que somos.

Él nos concederá la paz y la seguridad (4:5). Nosotros las rechazamos, pero Él las mantuvo a salvo para nosotros, siempre que estemos dispuestos a tenerlas de nuevo. Nuestra paz y seguridad no vendrán del mundo,  nunca han estado en el mundo y nunca lo estarán. Sin embargo, vendrán de Su visión del mundo. “Cuando lo único que desees sea amor no verás nada más” (T.12.VII.8:1). Si pasamos por alto todas las pruebas del ego, y dejamos que el Espíritu Santo interprete todo lo que vemos, veremos un mundo completamente distinto del que hemos estado viendo. Y ese mundo, el mundo real, nos llenará de paz y seguridad.


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