LECCIÓN 243
Hoy no juzgaré nada de lo que ocurra
1. Hoy seré honesto conmigo mismo. 2No pensaré que ya sé lo que no puede sino estar más allá de mi presente entendimiento. 3No pensaré que entiendo la totalidad basándome en unos cuantos fragmentos de mi percepción, que es lo único que puedo ver. 4Hoy reconozco esto. 5Y así quedo eximido de tener que emitir juicios que en realidad no puedo hacer. 6De esta manera, me libero a mí mismo y a todo lo que veo, de modo que pueda estar en paz tal como Dios nos creó.
2. Padre, hoy dejo que la creación sea lo que es. 2Honro todos sus aspectos, entre los que me cuento. 3Somos uno porque cada aspecto alberga Tu recuerdo, y la verdad sólo puede derramar su luz sobre todos nosotros cual uno solo.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
3. ¿Qué es el mundo?
1. El mundo es una percepción falsa. 2Nació de un error, y no ha abandonado su fuente. 3Persistirá mientras se siga abrigando el pensamiento que le dio vida. 4Cuando
el pensamiento de separación haya sido sustituido por uno de verdadero
perdón, el mundo se verá de una manera completamente distinta; de una
manera que conduce a la verdad en la que el mundo no puede sino
desaparecer junto con todos sus errores. 5Ahora su fuente ha desaparecido, al igual que sus efectos.
2. El mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios. 2Es el símbolo del miedo. 3Mas ¿qué es el miedo sino la ausencia de amor? 4El
mundo, por lo tanto, se fabricó con la intención de que fuese un lugar
en el que Dios no pudiese entrar y en el que Su Hijo pudiese estar
separado de Él. 5Esa fue la cuna de la percepción, pues el conocimiento no podría haber sido la causa de pensamientos tan descabellados. 6Mas los ojos engañan, y los oídos oyen falsedades. 7Ahora es muy posible cometer errores porque se ha perdido la certeza.
3. Y para sustituirla nacieron los mecanismos de la ilusión, 2que ahora van en pos de lo que se les ha encomendado buscar. 3Su finalidad es servir el propósito para el que se fabricó el mundo, de modo que diese testimonio de él y lo hiciera real. 4Dichos mecanismos ven en sus ilusiones una sólida base donde existe la verdad y donde se mantiene aparte de las mentiras. 5No obstante, no informan más que de ilusiones, las cuales se mantienen separadas de la verdad.
4. Del mismo modo en que el propósito de la vista fue alejarte de la verdad, puede asimismo tener otro propósito. 2Todo
sonido se convierte en la llamada de Dios, y Aquel a quien Dios designó
como el Salvador del mundo puede conferirle a toda percepción un nuevo
propósito. 3Sigue Su Luz, y verás el mundo tal como Él lo ve. 4Oye sólo Su Voz en todo lo que te habla. 5Y deja que Él te conceda la paz y la certeza que tú desechaste, pero que el Cielo salvaguardó para ti en Él.
5. No nos quedemos tranquilos hasta que el mundo se haya unido a nuestra nueva percepción. 2No nos demos por satisfechos hasta que el perdón sea total. 3Y no intentemos cambiar nuestra función. 4Tenemos que salvar al mundo. 5Pues
nosotros que lo fabricamos tenemos que contemplarlo a través de los
ojos de Cristo, de modo que aquello que se concibió para que muriese
pueda ser restituido a la vida eterna.
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INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA
Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
de Robert Perry y Allen Watson
LECCIÓN 243 - 31 AGOSTO
“Hoy no juzgaré nada de lo que ocurra”
Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
- Lee la lección.
- Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
- Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.
Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.
Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.
Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.
Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.
- Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
- Piensa en ella durante un rato.
Observaciones generales: Ahora,
en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos,
empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del
Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una
gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final
del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado
cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita
para que Él venga a ti.
Comentario
Intentar la práctica de hoy me mostrará que mi mente está juzgando
constantemente. Por supuesto, el objetivo final es abandonar todo
juicio y permitir al Espíritu Santo que juzgue por nosotros. Abandonar
todo juicio es un factor muy importante para dejar el ego de lado: “El ego no puede sobrevivir sin hacer juicios, y, por consiguiente, se le abandona” (T.4.II.10:3).
“Hoy
seré honesto conmigo mismo” (1:1). El Curso nos enseña que abandonar
todo juicio es ser honestos con nosotros mismos. Esta lección también se
expone en el Manual:
Es
necesario que el maestro de Dios se dé cuenta, no de que no debe
juzgar, sino de que no puede. Al renunciar a los juicios, renuncia
simplemente a lo que nunca tuvo. Renuncia a una ilusión; o mejor dicho,
tiene la ilusión de renunciar a algo. En realidad, simplemente se ha
vuelto más honesto. AI reconocer que nunca le fue posible juzgar, deja
de intentarlo” (M.10.2:1-5).
Por eso abandonar los juicios es simplemente ser honesto acerca del hecho de que no puedo juzgar.
Para juzgar con exactitud tendría que saber muchas cosas que están “más
allá de mi presente entendimiento” (1:2). Tendría que conocer “la
totalidad” de lo que mi limitada percepción me está diciendo. Y no puedo
conocer eso. Así que cualquier juicio que yo haga tiene que ser una
ilusión, no más válida que una simple adivinación.
A
pesar de ello, ¡obsérvate a ti mismo haciéndolo! Nuestra mente cataloga
a cada persona que vemos de manera automática. Examinamos su ropa, si
está bien arreglada, su atractivo sexual, lo apropiado de su
comportamiento, la manera de andar, y así sucesivamente. Nos levantamos,
vemos el sol en el cielo y decimos: “¡Qué día más estupendo!”, o vemos
la lluvia y decimos: “¡Qué día más horrible!”. Leemos un libro y le
decimos a un amigo: “¡Es un libro maravilloso!”. Le damos el primer
mordisco a un alimento y al instante lo juzgamos. La mente ego parece
que no hace otra cosa que juzgar. Sólo obsérvate a ti mismo.
Eso
no va a parar de la noche a la mañana, si es que alguna vez lo
abandona. Sin embargo, lo que podemos hacer es darnos cuenta de estos
juicios que están sucediendo constantemente y darnos cuenta de que no
significan nada. Podemos decirle al ego: “Gracias por compartir”, y
elegir que no queremos saber lo que algo significa o cómo reaccionar a
ello, a pesar de lo que nos diga el ego. En lugar de eso, podemos
volvernos a nuestro Guía interno. Podemos dejar “que la creación sea lo
que es” (2:1) sin nuestra continua interferencia. Podemos llevar
nuestros juicios al Espíritu Santo y pedirle que sane nuestra mente. Y,
quizá lo más importante de todo, podemos desear que ese juicio sea deshecho. A fin de cuentas, ese deseo es todo lo que se necesita:
La
visión no sería necesaria si no se hubiese concebido la idea de juzgar.
Desea ahora que ésta sea eliminada completamente y así se hará.
(T.20.VIII.1:5-6)
Deshacer no es tu función, pero sí depende de ti el que le des la bienvenida o no. (T.21.II.8:5)
No te preocupes por cómo pueden
ser deshechos tus juicios. Únicamente desea que sean deshechos, dale la
bienvenida al deshacimiento. Eso es todo, y el Espíritu Santo lo hará
por ti.
¿Qué es el mundo? (Parte 3)
L.pII.3.2:1-3
“El mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios” (2:1). Ésta es probablemente una de las afirmaciones más fuertes de Un Curso de Milagros.
Manda a paseo cualquier idea de que el mundo fue, al menos en parte,
creado por Dios; Dios no pudo crear un ataque contra Sí Mismo. El mundo
es el intento del ego de sustituir y expulsar a Dios, y proporcionarnos
otra satisfacción diferente.
En
el Capítulo 23, Sección II, el Texto habla de “Las Leyes del Caos”, las
leyes del ego. Nos dice que estas leyes son las que hacen que el mundo
parezca real, dice: “Estos son los principios que hacen que el
suelo que pisas parezca firme” (T.23.II.13:5). Las leyes del ego son las
que inventaron el mundo.
¿Y
qué hay de la belleza del mundo? ¿Y el brillo de las estrellas, la
belleza frágil de una flor, la majestuosidad de un águila volando? Nada
más que un destello, una superficie brillante que oculta la putrefacción
de la muerte que hay debajo de todo ello. “O matas o te matan” es la
ley de este mundo. Debajo de la hermosa superficie brillante del océano
hay un mundo de dientes afilados, engaño cruel y guerra constante, donde
la vida consiste en comer unas cosas y evitar ser comido por otras.
¿Puedes
acaso darle vida a un esqueleto pintando sus labios de color rosado,
vistiéndolo de punta en blanco, acariciándolo y mimándolo?
(T.23.II.18:8)
Fuera del Cielo no hay vida. (T.23.II.19:1)
El
mundo es el símbolo del miedo, que es la ausencia de amor. “El mundo,
por lo tanto, se fabricó con la intención de que fuese un lugar en el
que Dios no pudiese entrar y en el que Su Hijo pudiese estar separado de
Él” (2:4). El ego fabricó el mundo como un lugar para esconderse de
Dios, para escapar de Él. Sí, podemos encontrar símbolos de Dios en la
naturaleza, y deberíamos; la percepción verdadera ve únicamente amor en
todas las cosas. Pero eso significa que Le vemos en los tornados y
terremotos así como en las flores y pájaros. Significa que Le vemos en
todo porque Él está en nuestra mente. Pero en sus cimientos, este mundo
es “un lugar en el que Dios no está”. Por eso lo inventó el ego. Ése es
nuestro propósito al venir aquí como egos. Y nosotros, como egos,
hicimos un buen trabajo, durante miles de años la gente ha estado
intentando “demostrar” la existencia de Dios dentro del contexto de este
mundo, y nadie lo ha conseguido excepto para unos pocos que estaban
dispuestos a creerlo. Encontrar a Dios en el mundo es toda una hazaña. El mundo hace un mejor trabajo en ocultar a Dios que en demostrarle.
¿Cuál
es el mensaje de todo esto para nosotros? Recuerda: “El mundo es una
percepción falsa” (1:1). No es la verdad. La imagen del mundo es el
símbolo del miedo y del ataque, es la representación de los pensamientos
del ego. “Nació de un error” (1:2). Este mundo no es lo que queremos.
No podemos aferrarnos a su “mejor” parte y olvidar el horror a nuestro
alrededor. O lo tomamos por completo o lo soltamos por completo. Y así,
podemos aprender a contemplar al mundo con amor, a contemplar a todo con
amor. Amarlo es el único valor que tiene (T.12.VI.3:1-3). Mediante el
perdón, pasamos de largo los mensajes de odio y miedo que constantemente
intenta enviarnos, y vemos ahí y en los aspectos más “agradables” la
llamada universal al amor.
Tú
no deseas el mundo. Lo único de valor en él son aquellos aspectos que
contemplas con amor. Eso le confiere la única realidad que jamás
tendrá. Su valía no reside en sí mismo, pero la tuya se encuentra en ti.
De la misma forma en que tu propia estima procede de extenderte a ti
mismo, de igual modo la percepción de tu propia estima procede de
extender pensamientos amorosos hacia el exterior. Haz que el mundo real
sea real para ti, pues el mundo real es el regalo del Espíritu Santo,
por lo tanto, te pertenece. (T.12.VI.3:1-6)
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