jueves, 31 de marzo de 2016

UN CURSO DE MILAGROS. 31 de Marzo. LECCIÓN 90


LECCIÓN 90 

Éstas son las ideas que vamos a utilizar en este repaso:

1. (79) Permítaseme reconocer el problema para que pueda ser resuelto.

2Hoy quiero darme cuenta de que el problema es siempre alguna forma de resentimiento que quiero abrigar. 3Quiero comprender también que la solución es siempre un milagro al que le permito ocupar el lugar del resentimiento. 4Hoy quiero recordar la simpli­cidad de la salvación, reforzando la lección de que sólo hay un problema y sólo una solución. 5El problema es un resentimiento; la solución, un milagro. 6E invito a la solución cuando perdono la causa del resentimiento y le doy la bienvenida al milagro que entonces ocupa su lugar.

2. Para las aplicaciones concretas de esta idea puedes usar las si­guientes variaciones:

2Esto supone un problema para mí que quiero que se resuelva. 
3El milagro que se encuentra tras este resentimiento lo resolverá por mí.
 4La solución de este problema es el milagro que el problema oculta. 



3. (80) Permítaseme reconocer que mis problemas se han resuelto.

2La única razón de que parezca tener problemas es que estoy usando el tiempo indebidamente. 3Creo que el problema ocurre primero, y que debe transcurrir cierto tiempo antes de que pueda resolverse. 4No veo el problema y la solución como acontecimien­tos simultáneos. 5Ello se debe a que aún no me he dado cuenta de que Dios ubicó la solución junto al problema, de manera que el tiempo no los pudiera separar. 6El Espíritu Santo me enseñará esto si se lo permito. 7Y comprenderé que es imposible que yo pudiera tener un problema que no se hubiese resuelto ya.

4. Las siguientes variaciones de la idea de hoy resultarán útiles para las aplicaciones concretas:

2No tengo que esperar a que esto se resuelva.
 3La solución a este problema ya se me ha dado, si estoy dispuesto a aceptarla.
 4El tiempo no puede separar este problema de su solución. 



AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-90-audios-mp3_rf_3920668_1.html


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Ayuda para las lecciones:
de  Robert Perry  y Allen Watson

INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA 


LECCIÓN  90  -   31  MARZO

“Permítaseme reconocer el problema para que pueda ser resuelto”
“Permítaseme reconocer que mis problemas se han resuelto”

 Ver las instrucciones del Segundo Repaso.

Comentario

Este repaso le da a estas dos ideas un enfoque diferente al de las lecciones originales. Allí, el único problema se dijo que era la separación. Aquí, más relacionado con las lecciones anteriores acerca de los resentimientos: “el problema es siempre alguna forma de resentimiento que quiero abrigar” (1:2). Por supuesto, hay una estrecha relación entre separación y resentimientos. Un resentimiento me separa de cualquier cosa o persona contra quien guardo un resentimiento. Por eso, podemos ver un resentimiento como un pensamiento o creencia que me separa de mis hermanos.

Más tarde, en el Libro de Ejercicios se afirma el mismo pensamiento de manera ligeramente diferente, en términos de perdón o de falta de perdón: “Es cierto que no parece que todo pesar no sea más que una falta de perdón. No obstante, eso es lo que en cada caso se encuentra tras la forma” (L.193.4:1-2). El problema es un resentimiento o una falta de perdón. Y no siempre nos parece que es así. A veces, cuando siento alguna forma de sufrimiento, o experimento lo que me parece un problema, no puedo ni por lo más remoto ver un resentimiento o una falta de perdón en ello. El ego es un experto en ocultarlo. Sobrevive a base de trucos y engaños: “¿De qué otra manera, sino con espejos, podría seguir manteniendo la falsedad de su existencia?” (T.4:IV.1:7). Sus tentaciones de atacar o de guardar un resentimiento están a menudo tan bien disfrazadas que no los reconozco como tales, aunque es “cierto” que eso es lo que son. La forma engaña, pero el contenido es lo mismo.

Cuando acudo al Espíritu Santo con mis problemas o mi angustia, tengo que estar dispuesto a que me muestre el resentimiento o la falta de perdón que se esconde en ellos. En mi caso a menudo lo que encuentro es una forma de resentimiento contra mí mismo, algún juicio acerca de mí. Otras veces  no entiendo la relación entre la forma de mi problema y el perdón, pero afirmo mi voluntad de que me lo muestre, y conscientemente elijo un milagro  para todos los implicados, incluido yo mismo. “El problema es un resentimiento; la solución, un milagro” (1:5). Si no puedo ver dónde está la falta de perdón en lo que veo como un problema, al menos puedo elegir un milagro en lugar del problema. Esa elección es suficiente.

La idea de que el problema y la solución son “acontecimientos simultáneos” (3:4) parece rara. Parece “natural” separarlos en el tiempo: primero el problema, luego la solución. Pero si el problema es la separación o un resentimiento, la idea es más fácil de entender. Dios respondió a la separación con el Espíritu Santo en el mismo instante en que la idea de la separación entró en la mente del Hijo de Dios (M.2.2:6). Por lo tanto, cada problema que veo ya ha sido resuelto antes de que yo lo vea. “Es imposible que yo pudiera tener un problema que no se hubiese resuelto ya” (3:7), porque la separación, el único problema que hay, ya ha sido resuelto. Por lo tanto, no tengo que esperar a que cambien las circunstancias; puedo aceptar la paz de la solución completa ahora, sin que cambie nada. “No tengo que esperar a que esto se resuelva” (4:2).

Tengo un problema de relación de hace mucho tiempo, que ha continuado durante más de quince años, y que no muestra signos externos de solucionarse. La otra parte no tiene el menor interés en hablar conmigo, mejor dicho lo detesta, así que la solución parece imposible en el tiempo. Sin embargo, puedo abandonar la tensión que esto me produce. Puedo liberarme del dolor de “una relación no sanada”. En el instante santo puedo saber que ese problema, ese distanciamiento, ya ha sanado. En lo más profundo de mi mente y de mi corazón ya nos amamos, todo se ha perdonado. La enfermedad de la separación ya ha sanado, y la medicina del perdón se está extendiendo lentamente y sin ningún fallo a través de la mente de los dos, moviéndose desde la esfera invisible del espíritu a la esfera más concreta y densa de la manifestación en el mundo material. No hay razón para preocuparse. “Los que se han conocido, no obstante, volverán algún día a encontrarse, pues el destino de toda relación es hacerse santa” (M.3.4:6). Hoy puedo reconocer que este problema ya se ha solucionado. Creo que el que yo lo reconozca  acerca más el día en que esa sanación se manifestará en la forma. Puede que no sea en esta vida, ¿qué importa eso? La sanación ya ha tenido lugar.

Una cosa de la que me doy cuenta mientras pienso así  acerca de esta relación, incluso ahora mientras escribo, es: Aceptar  que el problema ya se ha resuelto me libera de la tentación de culpar a la otra persona por negarse a hacer las paces. ¡Ah! Ahí había un resentimiento, ¿verdad, Allen? En su lugar acepto un milagro; gracias, Padre.



miércoles, 30 de marzo de 2016

UN CURSO DE MILAGROS. 30 de Marzo. LECCIÓN 89


LECCIÓN 89

Éstas son las ideas que vamos a repasar hoy:

1. (77) Tengo derecho a los milagros.

2Tengo derecho a los milagros porque no me gobiernan otras leyes que las de Dios. 3Sus leyes me liberan de todos mis resentimientos y los reemplazan con milagros. 4Voy a aceptar los milagros en lugar de los resentimientos, los cuales no son sino ilusiones que ocultan los milagros que se encuentran tras ellos. 5Voy a aceptar ahora solamente aquello a lo que las leyes de Dios me dan dere­cho, de manera que pueda usarlo en beneficio de la función que Él me ha dado.

2. Puedes usar las siguientes sugerencias para las aplicaciones con­cretas de esta idea:

2Detrás de esto hay un milagro al que tengo derecho.
 3No voy a abrigar ningún resentimiento contra ti, [nombre], sino que te voy a ofrecer el milagro al que tienes derecho.
 4Visto correctamente, esto me ofrece un milagro. 



3. (78) ¡Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos!

2Mediante esta idea uno mi voluntad a la del Espíritu Santo y percibo las dos cual una sola. 3Mediante esta idea acepto mi libe­ración del infierno. 4Mediante esta idea expreso que estoy dis­puesto a que todas mis ilusiones sean reemplazadas por la verdad de acuerdo con el plan de Dios para mi salvación. 5No haré excep­ciones ni sustituciones: 6Lo que quiero es todo el Cielo y sólo el Cielo, tal como la Voluntad de Dios ha dispuesto que lo tenga.

4. Las variaciones que pueden resultar útiles a la hora de aplicar concretamente la idea son:

2No quiero excluir este resentimiento de mi salvación. 
3(Nombre], dejemos que los milagros reemplacen todos nues­tros resentimientos.
 4Detrás de esto se encuentra el milagro que reemplaza todos mis resentimientos 


AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo

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Ayuda para las lecciones:
de  Robert Perry  y Allen Watson

INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA 

LECCIÓN  89   -    30  MARZO

“Tengo derecho a los milagros”
“¡Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos!”

 Ver las instrucciones del Segundo Repaso.

Comentario

Porque no me gobiernan otras leyes que las de Dios” (las leyes del amor, de la extensión, de compartir, y de dar), “tengo derecho a los milagros” (1:2). Dar milagros es lo que Dios hace, de acuerdo con Sus leyes. Las leyes de los resentimientos me dicen que no tengo derecho a los milagros. Cada resentimiento que guardo contra un hermano o hermana es mi propia mente diciéndome a mí mismo que no merezco milagros; el simple hecho del ataque mental que supone abrigar un resentimiento me hace sentir que no los merezco. Cada resentimiento oculta un milagro, y al abandonar el resentimiento dejo que suceda el milagro.

Hay una razón por la que Dios me da milagros: Él me los da para que yo pueda cumplir la función que me ha dado (1:5), continuar Su extensión, permitir que Él extienda Su Amor a través de mí. El Curso es enérgico acerca del hecho de que al encontrar mi verdadera función como extensión de Dios y cumpliéndola es la manera de ser feliz. Mi meta no es estar en estado de éxtasis, es la de recibir para que yo pueda dar, aceptar el amor para que yo lo comparta con todos. Como una bombilla que recibe corriente eléctrica para que pueda extender luz, yo recibo los milagros de Dios para extenderlos a todos.

Hoy “uno mi voluntad a la del Espíritu Santo” (3:2), y declaro: “¡Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos” (3:1). Quiero que todas mis ilusiones sean reemplazadas con la verdad. Mientras me siento en la quietud esta mañana, traigo a mi mente a todas las personas que conozco y les digo: “(Nombre), dejemos que los milagros reemplacen todos nuestros resentimientos” (4:3). Pienso en los lugares destrozados por la guerra y digo: “Dejemos que los milagros reemplacen todos nuestros resentimientos”. Hoy quiero ofrecer milagros a todos con los que me encuentre. Quiero ser un canal de milagros; Padre, que no los impida con mis resentimientos.

Cuando algo surja ante mi vista que parezca una causa para un resentimiento o dolor, que yo recuerde: “Detrás de esto hay un milagro al que tengo derecho” (2:2). Que me diga a mí mismo: “Visto correctamente, esto me ofrece un milagro” (2:4). Todo se puede utilizar para los milagros, en esta aula todo se puede aprovechar para los milagros. 


martes, 29 de marzo de 2016

UN CURSO DE MILAGROS. 29 de Marzo. LECCIÓN 88


LECCIÓN 88

Hoy repasaremos estas ideas:

1. (75) La luz ha llegado.

2Al elegir la salvación en lugar del ataque, estoy simplemente eligiendo reconocer lo que ya está ahí. 3La salvación es una deci­sión que ya se tomó. 4El ataque y los resentimientos no existen como opciones. 5Por eso es por lo que siempre elijo entre la ver­dad y la ilusión; entre lo que está ahí y lo que no está ahí. 6La luz ha llegado. 7Solamente puedo elegir la luz porque no hay otra alternativa. 8La luz ha reemplazado a la obscuridad, y la obscuri­dad ha desaparecido.

2. Las siguientes variaciones pueden ser útiles para las aplicaciones concretas de esta idea:

2Esto no puede mostrarme la oscuridad, pues la luz ha llegado.
 3Tu luz, [nombre] es lo único que quiero ver. 
 4No quiero ver en esto más que lo que hay ahí. 


3. (76) No me gobiernan otras leyes que las de Dios. 

2He aquí la perfecta declaración de mi libertad. 3No me gobiernan otras leyes que las de Dios. 4La tentación de inventar otras leyes y de permitir que me subyuguen me acecha constantemente. 5Sufro únicamente porque creo en ellas. 6Pero en realidad no me afectan en absoluto. 7Estoy perfectamente a salvo de los efectos de cualquier ley, excepto las de Dios. 8Y las Suyas son las leyes de la libertad.

4. Para las aplicaciones concretas de esta idea, las siguientes varia­ciones pueden resultar útiles:

2Mi percepción de esto me muestra que creo en leyes que no existen. 
3Veo únicamente las leyes de Dios operando en esto.
 4Permítaseme dejar que sean las leyes de Dios las que operen en esto, y no las mías. 

AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo

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Ayuda para las lecciones:
de  Robert Perry  y Allen Watson

INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA 


LECCIÓN  88   -   29  MARZO

“La luz ha llegado”
“No me gobiernan otras leyes que las de Dios”

 Ver las instrucciones del Segundo Repaso.

Comentario

Las ideas que hoy se repasan parecen ocuparse de ideas muy diferentes, sin embargo tienen algo en común que sale en este repaso. Eso que tienen en común puede expresarse en este pensamiento: Sólo lo que es de Dios es real, lo que parece estar en oposición es sólo una ilusión sin poder alguno excepto el que le da mi creencia en ello.

La luz de la salvación ya ha venido. “Siempre elijo entre la verdad y la ilusión” (1:5), y “el ataque y los resentimientos no existen como opciones” (1:4). Verdaderamente no tengo alternativa a la luz porque no hay alternativa. Toda mi experiencia de obscuridad es una aventura en el error y nada más, no existe la obscuridad. “Solamente puedo elegir la luz porque no hay otra alternativa” (1:7). Por esta razón el Texto me dice que es inevitable el resultado de mi drama aquí en la tierra. “Alcanzar a Dios es inevitable, y tú no puedes eludirlo, de la misma manera en que Él no te puede eludir a ti” (T.4.I.9:11). Al buscar que mi percepción cambie, únicamente estoy buscando lo que ya está ahí, y lo único que existe.

Únicamente me gobiernan las leyes de Dios. Las otras leyes que creo que tienen poder sobre mí son las leyes que yo he inventado. “Sufro únicamente porque creo en ellas. Pero en realidad no me afectan en absoluto” (3:5-6). Las leyes del ego no me pueden obligar, puede liberarme de ellas ahora porque en realidad estoy libre de ellas siempre, no tienen ningún poder. Mi ego a veces parece enormemente poderoso, la reacción instintiva de dolor e ira parece fuera de mi control, pero no es así. Estoy libre de estas “leyes” del caos, del pecado, de la culpa, del castigo y de la separación. La sanación de todas las relaciones es inevitable porque las leyes de Dios nos unen, nunca separan. “Todo tendrá un desenlace feliz” (L.292, encabezamiento), porque no hay otras leyes que las de Dios, y no hay más voluntad que la de Dios. Únicamente mi creencia le da poder a la apariencia de que hay una voluntad opuesta, con leyes opuestas.

Que hoy contemple todo con esta comprensión. Donde parece haber obscuridad, que yo proclame la realidad de la luz. Donde veo leyes que funcionan en oposición a Dios, que yo las declare impotentes. Gracias, Padre, por la seguridad de Tu plan, la realidad de Tu luz en este momento.  

lunes, 28 de marzo de 2016

UN CURSO DE MILAGROS. 28 de Marzo. LECCIÓN 87


LECCIÓN 87

Nuestro repaso de hoy abarcará estas ideas:

1. (73) Mi voluntad es que haya luz.

2Hoy haré uso del poder de mi voluntad. 3No es mi voluntad andar a tientas en la oscuridad, temeroso de las sombras y ame­drentado por cosas invisibles e irreales. 4La luz será mi guía hoy. 5La seguiré a donde me lleve, y contemplaré únicamente lo que me muestre. 6Éste será el día en que experimentaré la paz de la verdadera percepción.

2. Las siguientes variaciones de esta idea pueden ser útiles para las aplicaciones concretas:

2Esto no puede ocultar la luz que es mi voluntad ver. 
3(Nombre), estás en la luz junto conmigo. 
4En la luz esto se verá de otra manera. 




3. (74) No hay más voluntad que la de Dios.

2Estoy a salvo hoy porque no hay más voluntad que la de Dios. 3Siento miedo sólo cuando creo que hay otra voluntad. 4Trato de atacar únicamente cuando tengo miedo, y sólo cuando trato de atacar puedo creer que mi eterna seguridad se ve amenazada. 5Hoy reconoceré que nada de esto ha ocurrido. 6Estoy a salvo porque no hay más voluntad que la de Dios.

4. Las siguientes son algunas variaciones de la idea que pueden ser útiles para las aplicaciones concretas:

2Permítaseme percibir esto en conformidad con la Vo­luntad de Dios.
 3La Voluntad de Dios, así como la mía, es que tú, [nom­bre], seas Su Hijo. 
4Esto es parte de lo que la Voluntad de Dios ha dispuesto para mí, independientemente de cómo yo lo vea.



AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo

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Ayuda para las lecciones:
de  Robert Perry  y Allen Watson

INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA 


LECCIÓN  87   -    28  MARZO

“Mi voluntad es que haya luz”
“No hay más voluntad que la de Dios”

 Ver las instrucciones del Segundo Repaso.

Comentario

El repaso de hoy trata de la voluntad, la nuestra y la de Dios, que son una.

El Curso nos anima a hacer uso del poder de nuestra voluntad. Constantemente nos anima a elegir de nuevo, y dice que “El poder de decisión es la única libertad que te queda como prisionero de este mundo” (T.12.VII. 9:1). Podemos querer, o elegir, que haya luz. Esto está de acuerdo con la Voluntad de Dios. Se puede decir que nuestra única elección verdadera es decidir de acuerdo con la Voluntad de Dios, y tenemos que tomar esta decisión una y otra vez hasta que nos demos cuenta de que no hay otra voluntad y, por lo tanto, ninguna elección  real excepto entre la realidad y la ilusión.

En el repaso de “No hay más voluntad que la de Dios” hay un interesante resumen de la evolución del error del ego:

·         Creo que hay otra voluntad además de la de Dios.
·         A causa de esto tengo miedo.
·         A causa del miedo, intento atacar.
·         A causa del ataque, temo que mi propia seguridad eterna está en peligro (pensando que Dios me atacará por ser un agresor).

La solución es simplemente reconocer que nada de esto ha ocurrido. Abandona esta idea, date cuenta de que no hay más voluntad que la de Dios, y el resto del error del ego desaparece.

Me gusta el modo en que las dos ideas se aplican a cómo veo a las otras personas a mi alrededor: “(Nombre), estás en la luz junto conmigo” (2:3) y “La Voluntad de Dios, así como la mía, es que tú, (nombre), seas Su Hijo” (4:3). Una noche en nuestro grupo de estudio en Sedona estábamos estudiando el Capítulo 14, sección V: “El Círculo de la Expiación”. Toda la sección trata de ver a otras personas dentro del círculo de paz, viéndoles incluidos, o viéndoles en la luz junto conmigo, como pone aquí. En esa sección Jesús nos ruega: “Ocupa quedamente tu puesto dentro del círculo, y atrae a todas las mentes torturadas para que se unan a ti en la seguridad de su paz y de su santidad (T.14.V.8:6). Dice que éste es: “el único propósito al que mi enseñanza te exhorta” (T.14.V.9:9).

Nuestro único propósito aquí es despertar a todos al hecho de que están incluidos en la paz y la seguridad de Dios porque no hay otra voluntad que la Suya. Imagínate saludar mentalmente a todos con los que hoy te encuentres diciéndoles: “Estás en la luz junto conmigo”. ¿Qué efecto tendría eso en ti? ¿O en ellos?

La Lección 109 dice que tiene un profundo efecto, no sólo en las personas con las que te encuentras, sino en todo el mundo, incluso aquellos que se fueron más allá de este mundo, y aquellos que han de venir a él:

“En los descansos que hoy tomas cada hora, una mente fatigada de repente se alegrará” (L.109.6:1).
“Cada vez que hoy descansas cinco minutos el mundo se acerca más a su despertar” (L.109.7:1).

“Hoy descansas en la paz de Dios, y desde tu descanso exhortas a tus hermanos a que encuentren el suyo y descansen junto a ti. Hoy serás fiel a tu cometido, al no olvidarte de nadie e incluir a todos en el infinito círculo de tu paz, el sagrado santuario donde reposas. Abre las puertas del templo y deja que tus hermanos distantes y tus amigos más íntimos vengan desde los mas remo­tos lugares del mundo, así como desde los más cercanos; invíta­los a todos a entrar y a descansar contigo” (L.109.8:1-3).

Hoy descansas en la paz de Dios, tranquilo y sin miedo. Cada uno de tus hermanos viene a descansar y a ofrecerte a ti su des­canso. Descansamos juntos aquí, pues así es como nuestro des­canso es total, y lo que hoy damos ya lo hemos recibido. El tiempo no es el guardián de lo que damos hoy. Damos a los que aún no han nacido y a los que ya partieron, a todo Pensamiento de Dios, y a la Mente en la que estos Pensamientos nacieron y en donde descansan. Y les recordamos su lugar de descanso cada vez que nos decimos a nosotros mismos: "Descanso en Dios” (L.109.9:1-6).

domingo, 27 de marzo de 2016

UN CURSO DE MILAGROS. 27 de Marzo. LECCIÓN 86


LECCIÓN 86 


Éstas son las ideas para el repaso de hoy:

1. (71) Sólo el plan de Dios para la salvación tendrá éxito.

2Es inútil que ande buscando febrilmente la salvación por todas partes. 3La he visto en muchas personas y en muchas cosas, pero cada vez que traté de alcanzarla no estaba allí. 4Estaba equivo­cado con respecto a dónde se encuentra. 5Estaba equivocado con respecto a lo que es. 6Ya no emprenderé más búsquedas inútiles. 7Sólo el plan de Dios para la salvación tendrá éxito. 8Y me regoci­jaré porque Su plan jamás puede fallar.

2. Estas son algunas de las variaciones que se sugieren para las aplicaciones más concretas de la idea:

2El plan de Dios para la salvación me librará de mi percep­ción de esto. 
3Esto no es una excepción al plan de Dios para la salvación.
 4Quiero percibir esto únicamente a la luz del plan de Dios para la salvación. 



3. (72) Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación.

2Abrigar resentimientos es un intento de probar que el plan de Dios para la salvación fracasará. 3Sin embargo, sólo Su plan puede tener éxito. 4Al abrigar resentimientos, por lo tanto, estoy exclu­yendo de mi conciencia mi única esperanza de salvación. 5Mas no quiero seguir yendo en contra de mis propios intereses de esta manera tan descabellada. 6Quiero aceptar el plan de Dios para la salvación y ser feliz.

4. Las aplicaciones concretas de esta idea pueden hacerse utili­zando las siguientes variaciones:

2Según contemplo esto estoy eligiendo entre la percepción falsa y la salvación. 
3Si veo motivos en esto para abrigar resentimientos, no veré motivos que justifiquen mi salvación. 
4Esto es un llamamiento a la salvación, no al ataque. 


AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo

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Ayuda para las lecciones:
de  Robert Perry  y Allen Watson

INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA 


LECCIÓN  86   -   27  MARZO

“Sólo el plan de Dios para la salvación tendrá éxito”
“Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación”

 Ver las instrucciones del Segundo Repaso.

Comentario

Me parece muy interesante cómo las lecciones parecen alternar entre ver resentimientos y dónde buscamos la salvación. Estoy empezando a entender la idea, pienso: Cuando mi ego quiere impedirme encontrar la salvación de Dios dentro de mi Ser, me distrae con algún tipo de resentimiento fuera de mí. Al ver la causa de mis problemas fuera, naturalmente busco la solución fuera. Busco la salvación fuera de mí mismo.

El problema no es nunca lo de fuera. “Los que consideras culpables se convierten en los testigos de tu culpabilidad, y es en ti donde la verás, pues estará ahí hasta que sea deshecha. La culpabilidad se encuentra siempre en tu mente, la cual se ha condenado a sí misma. No sigas proyectando culpabilidad, pues mientras lo hagas no podrá ser deshecha” (T.13.IX.6:6-8). Lo que estamos viendo ahí fuera, el objeto de nuestros resentimientos, es únicamente la proyección de la condena a uno mismo. Podemos cambiar el nombre del pecado para proteger a los culpables (nosotros mismos), pero es nuestro pecado lo que estamos viendo ahí fuera en el mundo. Por esa razón ver resentimientos fuera nos impide encontrar la salvación dentro.

Como dice el repaso, hemos buscado la salvación en muchos lugares y cosas diferentes, y nunca estaba donde buscamos (1:3). No la podemos encontrar ahí fuera porque no está ahí fuera en ningún sitio. No hay esperanza de salvación en el mundo, y eso son buenas noticias. Son buenas noticias porque ya no tenemos que depender de nadie ni de nada fuera de nosotros para que haga su papel adecuado, ni que llegue en el momento oportuno para satisfacer nuestras necesidades, ni que haga nada. Podemos abandonar la expectativa de que alguien nos salve, y podemos volvernos a lo único en lo que podemos confiar absolutamente: nosotros mismos, nuestro Ser. Podemos liberar a todos del aprisionamiento en el que los hemos tenido durante toda nuestra vida. Podemos decirle al mundo: “No eres responsable de mí. Ya no te hago responsable de mi infelicidad. Me he dado cuenta de que es tarea mía, no la tuya”.

Recuerdo lo raro que me sentí, pero también lo feliz, de decirle a mi querida amiga Lynne, hace años: “Me he dado cuenta de que no te necesito”. Siendo más sabia que yo en aquel momento, ella se quedó encantada. Yo tenía miedo de que ella se sintiera ofendida, ¡qué cosa tan “poco romántica” decirle a tu pareja: “No te necesito”! Aunque ella entendió exactamente lo que yo quería decir. Yo le estaba diciendo que ya no esperaba que ella me hiciera feliz, ya no cargaba con la insoportable carga de mi felicidad. Pensar que nuestra pareja es responsable de nuestra felicidad es exactamente lo que convierte a las relaciones especiales en un infierno, porque cuando yo no soy feliz, tengo un resentimiento, como en un sindicato de trabajadores: “¡Eh! Tú no estás cumpliendo tu parte del trato. Se supone que tienes que hacerme feliz”. Y el resentimiento contra nuestra pareja nos aleja de la salvación en nuestro corazón.

Siempre me ha gustado la última línea de la lección de hoy: “Esto es un llamamiento a la salvación, no al ataque” (4:4). Me recuerda a una vieja frase de la serie televisiva de Superman (la de George Reeves, ¡aquí estoy demostrando mi edad!). Clark Kent mira a un crimen o desastre que está ocurriendo y dice: “Esto es trabajo de Superman”. En lugar de mirar a los acontecimientos de nuestra vida y pensar: “Esto es trabajo del ego. ¡Ataquemos!. Hagamos y guardemos un resentimiento”, podemos mirar a la situación y decir: “¡Esto es trabajo de Dios! Perdonemos. Respondamos con amor a la petición de amor”. Cuando surja una necesidad a mi alrededor, ¿qué poder voy a invocar: a Dios o al ego?

La elección es “entre la percepción falsa y la salvación” (4:2). La única alternativa a la salvación es algo irreal, una ilusión, una percepción falsa. El único modo en que puedo impedirme ser feliz es percibir falsamente a mi hermano; si le veo de verdad, siempre encontraré la salvación. “Al abrigar resentimientos, por lo tanto, estoy excluyendo de mi conciencia mi única esperanza de salvación” (3:4). ¡Qué cosa más tonta! ¡Voy a dejar de hacerlo!

“Quiero aceptar el plan de Dios para la salvación y ser feliz” (3:6).