jueves, 31 de octubre de 2019

UN CURSO DE MILAGROS. 31 de Octubre. LECCIÓN 304

LECCIÓN 304

Que mi mundo no nuble la visión de Cristo


1. Sólo puedo nublar mi santa vista si permito que mi mundo se entrometa en ella. 2no puedo contemplar los santos panoramas que Cristo contempla a menos que utilice Su visión. 3La percep­ción es un espejo, no un hecho. 4lo que contemplo es mi propio estado de ánimo reflejado afuera. 5Quiero bendecir el mundo con­templándolo a través de los ojos de Cristo. 6veré las señales inequívocas de que todos mis pecados me han sido perdonados.


2. Tú me conduces de las tinieblas a la luz y del pecado a la santidad. 2Déjame perdonar y así recibir la salvación del mundo. 3Ése es Tu regalo, Padre mío, que se me concede para que yo se lo ofrezca a Tu santo Hijo, de manera que él pueda hallar Tu recuerdo, y el de Tu Hijo tal como Tú lo creaste.


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INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA 

Ayuda para las lecciones:
de  Robert Perry  y Allen Watson

LECCIÓN 304  -   31  OCTUBRE

Que mi mundo no nuble la visión de Cristo

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.

  • Lee la lección.
  • Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
  • Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

  • Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
  • Piensa en ella durante un rato.

Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.


Comentario

Por supuesto, “mi mundo” es el mundo que inventé para apoyar a mi ego, el mundo imaginario del ataque y de la separación. La visión de Cristo es una facultad que todos nosotros tenemos, parte de nuestro Ser creado. La visión de Cristo nos muestra la realidad y la unidad, no el caos dividido que vemos habitualmente con nuestros ojos. Esta visión está siempre disponible para nosotros, pero el mundo que inventamos “puede nublar nuestra santa vista” (1:1). Por eso el pensamiento de hoy es una oración, o una decisión, de no dejar que eso ocurra, de no dejar que lo que nuestros ojos nos muestran nos impida ver lo que la visión de Cristo puede mostrarnos en todo momento y en cualquier momento, es decir, el mundo real.

La percep­ción es un espejo, no un hecho. lo que contemplo es mi propio estado de ánimo reflejado afuera. (1:3-4)

El mismo pensamiento se repite en todo el Curso:

La percepción puede dar forma a cualquier imagen que la mente desee ver. Ten presente esto. (M.19.5:2-3)

El mundo que ves se compone de aquello con lo que tú lo dotaste… Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. (T.21.In.1:2,5)

Entonces, el mundo nos muestra nuestra propia mente. Únicamente nuestras propias proyecciones nublan la visión de Cristo. Cristo es la única realidad, la creación de Dios, y sin las proyecciones que hemos puesto encima esta realidad es todo lo que veríamos. Pero no podemos usar la percepción para verlo, en su lugar tenemos que usar la visión de Cristo, una facultad o sentido completamente diferente (1:2). Necesitamos dejar  que la vista del mundo desaparezca de nuestra mente, por eso cerrar los ojos puede ser útil al principio, cuando lo que nuestros ojos nos muestran parece tan sólido y real.

Lo que vemos está condicionado por lo que queremos ver. Por lo tanto, se nos dan estas palabras para que las digamos: “Quiero bendecir el mundo con­templándolo a través de los ojos de Cristo” (1:5). Nuestra percepción puede convertirse en la verdadera percepción, que ve el mundo como un reflejo de la verdad, si es la verdad lo que queremos ver, en lugar de ser un espejo de nuestras proyecciones. “Cuando lo único que desees sea amor no verás nada más” (T.12.VII.8:1).

Hoy quiero sintonizarme con mi deseo natural, que Dios me ha dado, de bendecir al mundo. Quiero sacar ese deseo de bendecir, que siempre está en mí, y usarlo para cambiar mi percepción del mundo que me rodea. Quiero ver el mundo como un espejo que refleja el hecho de que todos mis pecados me han sido perdonados” (1:6). “Déjame perdonar y así recibir la salvación del mundo” (2:2). Éste es un regalo que Dios me da y que puedo ofrecer a Su santo Hijo, de quien forma parte toda persona con la que me encuentro o en quien pienso hoy. Al perdonar a aquellos a mi alrededor, que es mi misión hoy, recibirán la ayuda para encontrar una vez más el recuerdo de Dios y del Cristo como su propio Ser (2:3).


¿Qué es el Segundo Advenimiento?  (Parte 4)

L.pII.9.2:3-4

Continuación de la Parte 2 de la lista de descripciones acerca del Segundo Advenimiento.

5.  El reconocimiento de la Perfecta Unidad

El Segundo Advenimiento es el reconocimiento de nuestra perfecta unidad:

La luz del perdón ilumina el camino del Segundo Advenimiento porque refulge sobre todas las cosas a la vez y cual una sola. Y así, por fin, se reconoce la unidad. (2:3-4)
Con el perdón perfecto, todas las barreras, todas las aparentes razones para la separación, desaparecen y nuestra unidad “por fin, se reconoce”.

Cada falta de perdón es una razón para la separación, una justificación para mantenernos aparte. Y a la inversa, cada razón para mantenernos aparte es una falta de perdón, un juicio contra otro. Para preparar el camino al Segundo Advenimiento de Cristo, que es el reconocimiento de nuestra unidad, antes el perdón tiene que ser completo. Muchos de nosotros recordamos la canción del musical Godspell: “Preparad el camino al Señor”, o lo recordamos de la Biblia como el mensaje de Juan el Bautista antes del comienzo del ministerio de Jesús. Bueno, el perdón es el modo de preparar el camino al Señor, respecto al Segundo Advenimiento. El perdón es “la luz que ilumina el camino al Segundo Advenimiento”. Elimina los obstáculos a nuestra consciencia de la unidad.


VER MÁS ALLÁ DE LAS ILUSIONES BUENAS
Pensamientos añadidos a la Lección 304

Esto es un “añadido” a la Lección 304, algunos pensamientos que escribí hace cinco años al leer la lección. Surgen de la lección misma para comentar partes relacionadas del Texto. Como todos mis comentarios, algunas partes son simplemente mi propia opinión, reflexiones sobre el Curso en lugar de una interpretación de él, si no estás de acuerdo con todo lo que digo, ¡ignora lo que no te guste!



Que mi mundo no nuble la visión de Cristo

La percep­ción es un espejo, no un hecho” (1:3). Nunca vemos la Verdad, siempre percibimos símbolos de la verdad, y nuestra mente es la que da significado a esos símbolos. Las señales llegan a nuestro cerebro y se aplica un filtro mental basado en el miedo o en el amor, y lo que hay en mi mente es lo que percibo. Por esa razón “lo que contemplo es mi propio estado de ánimo reflejado afuera” (1:4).

La función de un maestro de Dios es ir por ahí recordando a todos, en todas las maneras posibles, quiénes son realmente. Les recuerda a Dios, y a su Ser tal como Dios lo creó. Cuando su hermano se engaña y actúa desde una ilusión de sí mismo, no ataca la ilusión ni busca cambiar su comportamiento, en lugar de eso, actúa de cualquier modo que pueda para negar la negación en su hermano de su Ser, y para recordarle quién es realmente.

Ver el Mundo Real no es difícil. Ya tenemos la visión de Cristo. El problema es que la tapamos poniendo sobre ella las interpretaciones de nuestro propio ego. Ponemos encima de la percepción nuestro filtro de miedo e impedimos la visión de Cristo, reemplazándola con nuestra visión del mundo. Para ver el Mundo Real, lo que tenemos que hacer es quitarle nuestro apoyo a las percepciones del ego. Tenemos que dejar de pensar que la percepción es un hecho, y darnos cuenta de que sólo es la proyección de nuestros propios pensamientos. El mundo no es realmente tal como pensamos que es.

Por eso se nos dice en el Texto:

Siéntate sosegadamente, y según contemplas el mundo que ves, repite para tus adentros: "El mundo real no es así. En él no hay edificios ni calles por donde todo el mundo camina solo y sepa­rado. En él no hay tiendas donde la gente compra una infinidad de cosas innecesarias. No está iluminado por luces artificiales, ni la noche desciende sobre él. No tiene días radiantes que luego se nublan. En el mundo real nadie sufre pérdidas de ninguna clase. En él todo resplandece, y resplandece eternamente.

Tienes que negar el mundo que ves, pues verlo te impide tener otro tipo de visión. No puedes ver ambos mundos, pues cada uno de ellos representa una manera de ver diferente, y depende de lo que tienes en gran estima. La negación de uno de ellos hace posi­ble la visión del otro. (T.13.VII.1:1-2:3)

Esto es más que sólo un modo diferente de ver el mundo. Es mirar más allá del mundo físico. ¡Es literalmente negar completamente que el mundo físico existe! Sin edificios. Sin calles. Sin tiendas. Sin días. Sin noches. ¡Ésta es una negación trascendental!

El Curso dice que el mundo físico es como un extenso holograma que hemos puesto encima de lo que ya está ahí. Vemos el mundo físico porque hemos negado el Mundo Real. Por lo tanto, para ver el Mundo Real, tienes que negar el mundo físico. “La negación de uno de ellos hace posi­ble la visión del otro”.

Una mujer de nuestro grupo de estudio de New Jersey dijo que tenía problemas con la idea de no ver el mundo físico: “Hay cosas maravillosas en él que yo valoro: la caída de las hojas de los árboles, las montañas, la música de Bach. No quiero perder esas cosas”.

Ciertamente, yo diría que también eso tienes que abandonar y negar su realidad. Lo que hay que entender es que no son las hojas coloreadas lo que valoras, ni la música. El valor real es lo que sientes cuando lo ves u oyes, el sentido de unidad, la paz, la dicha, el agradecimiento por la belleza. Ese valor no está en las cosas, sino en ti. Hemos aprendido a asociar nuestras experiencias de amor y dicha con ciertas cosas y ciertas personas. La asociación está dentro de nuestra propia mente. ¡En el Mundo Real, todo se asocia con esa experiencia! “En él todo resplandece, y resplandece eternamente” (T.13.VII.1:7).

Realmente no queremos más hojas, ni más buena música, ni más viajes a las montañas. Queremos a Dios, queremos la experiencia de Él que hemos asociado con esas cosas. Queremos el sentimiento de plenitud, de bienestar, de que nada nos falta, que hemos aprendido a asociar falsamente con ciertas cosas de nuestra vida. Eso es lo que siempre queremos, y lo único que de verdad queremos.

Para entender eso completamente, es necesario negar la realidad incluso de las cosas buenas de la vida. Como dice una frase de una lección anterior: “esto no forma parte de lo que quiero” (L.130.11:5). Las hojas caídas no forman parte de lo que quiero. Esta relación romántica especial no forma parte de lo que quiero. Esto trata de romper las asociaciones mentales que hemos hecho, deshaciendo la relación entre la experiencia de Dios y la situación física en la que hemos tenido la experiencia. Lo físico no nos dio esa experiencia, sucedió por completo dentro de nuestra mente.

No estoy diciendo que mientras estamos en el mundo deberíamos negarnos esos placeres físicos. Lo que estoy diciendo es que ¡las experiencias de Dios que hemos tenido no se limitan a esas cosas! Todas las personas y todas las cosas nos ofrecen esa misma experiencia.

Al decir que ciertas cosas tienen el poder de darnos esa experiencia, y otras no, estoy formando una relación especial con esas cosas, con esas personas.


Incluso cuando nos ponemos cómodos para escuchar una buena sinfonía, podemos recordarnos a nosotros mismos que lo que estamos haciendo es una forma de pensamiento mágico. La sinfonía no tiene poder para darnos la experiencia, no tiene más poder que cualquier otra cosa. Son nuestros pensamientos los que nos dan la experiencia mientras escuchamos. Lo que sentimos no está limitado a la música, es algo que está en nuestro ser. “Dios está en todo lo que veo porque Dios está en mi mente” (L.130). Nosotros somos la fuente de la belleza, no la cosa física que hemos elegido como la entrada a esa experiencia de belleza. La belleza que pienso que veo en el mundo es realmente algo en mi Ser, mi propio estado de ánimo reflejado afuera” (L.304.1:4).



miércoles, 30 de octubre de 2019

UN CURSO DE MILAGROS. 30 de Octubre. LECCIÓN 303

LECCIÓN 303

Hoy nace en mí el Cristo santo


1. Velad conmigo, ángeles, velad conmigo hoy. 2Que todos los santos Pensamientos de Dios me rodeen y permanezcan muy que­dos a mi lado mientras nace el Hijo del Cielo. 3Que se acallen todos los sonidos terrenales y que todos los panoramas que estoy acostumbrado a ver desaparezcan. 4Que a Cristo se le dé la bien­venida allí donde Él está en Su hogar, 5que no oiga otra cosa que los sonidos que entiende y vea únicamente los panoramas que reflejan el Amor de Su Padre. 6Que Cristo deje de ser un extraño aquí, pues hoy Él renace en mí.


2. Le doy la bienvenida a tu Hijo, Padre. 2Él ha venido a salvarme del malvado ser que fabriqué. 3Tu Hijo es el Ser que Tú me has dado. 4Él es lo que yo soy en verdad. 5Él es el Hijo que Tú amas por sobre todas las cosas. 6Él es mi Ser tal como Tú me creaste. 7No es Cristo quien puede ser crucificado. 8salvo en Tus Brazos, déjame recibir a Tu Hijo.


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INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA 

Ayuda para las lecciones:
de  Robert Perry  y Allen Watson

LECCIÓN 303  -   30  OCTUBRE

Hoy nace en mí el Cristo santo

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.

  • Lee la lección.
  • Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
  • Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

  • Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
  • Piensa en ella durante un rato.

Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.


Comentario

De esto es de lo que trata todo: el nacimiento de Cristo en mí. Cuando me aquieto esta mañana, el Hijo del Cielo nace en mí. El malvado ser que inventé desaparece y nace Cristo. Lo que he creído ser no es verdad, Cristo “es lo que yo soy en verdad” (2:4). “Él es mi Ser tal como Tú me creaste” (2:6). Que sienta la maravilla de Él. Que sienta el roce de las alas angélicas observando con alegría mientras me hago consciente de lo que está sucediendo en mí.

¿Por qué nos parece tan difícil conectar con la verdad de todo esto? Mientras intentas sentir la realidad del Ser de Cristo, date cuenta de los pensamientos que surgen en contra de ello. Pensamientos de culpa y de no ser digno, pensamientos burlones, pensamientos de sentir que es una locura, pensamientos de inutilidad. El ego se compone de estos pensamientos, son pensamientos que forman el “malvado ser” (2:2) que te has inventado para ti mismo. No significan nada. Deja que se vayan arrastrados por el viento, y permite que la consciencia de tu verdadera grandeza como creación de Dios ocupe su lugar. Este noble y maravilloso Ser que sientes a veces, y quizá estás sintiendo ahora, este Ser de Amor sin límite, esta bendición universal, ternura y amabilidad, esto eres tú.

“A salvo en Tus Brazos, déjame recibir a Tu Hijo” (2:8). Cuando nuestra mente acude a la luz dentro de nosotros y busca a Cristo, Él renace en nosotros (L.rV.In.7:3). Lo que hacemos en cada instante que permitimos que el Espíritu Santo ilumine nuestra mente es traer a Cristo a este mundo, dando a luz al santo Hijo de Dios entre nosotros. Somos como María, diciendo: “Hágase en mí Tu Voluntad”.


¿Qué es el Segundo Advenimiento?  (Parte 3)

L.pII.9.2:1-2

Continuamos con el punto 4 de la lista: “Estás dis­puesto a dejar que el perdón descanse sobre todas las cosas sin excepción y sin reservas”

El Segundo Advenimiento de Cristo es “totalmente inclusivo” (2:1). Todas las mentes sanan juntas. Esto “es lo que le permite envolver al mundo y mantenerte a salvo en su dulce llegada, la cual abarca a toda cosa viviente junto contigo” (2:1). Si algo o alguien estuviera excluido del perdón, ¿cómo podría haber perfecta paz? Todavía existiría el conflicto. Porque el Segundo Advenimiento “abarca a toda cosa viviente” (2:1). Estamos todos juntos a salvo. El perdón es total y universal, de todas las cosas a todas las cosas.


La liberación la que el Segundo Advenimiento da lugar no tiene fin, pues la creación de Dios es ilimitada” (2:2). No tiene fin, no deja fuera a nada. Toda atadura, toda sensación de esclavitud, toda limitación desaparecen. Éste es el final que mantenemos en nuestra mente mientras hacemos nuestra pequeña parte, perdonando a todos los que nos han sido enviados en nuestras relaciones cada día. Llegará el día en que mi mente y la tuya ya no albergarán ni un solo resentimiento contra nadie o contra nada, y en el que nadie ni nada albergue ningún resentimiento contra nosotros. Toda culpa y toda ira habrán desaparecido. “Dios Mismo enjugará todas las lágrimas” (L.301). Donde antes veíamos oscuridad, vemos la luz (L.302). ¡Qué dicha más pura y auténtica traerá ese día! Entonces la Voluntad de Dios para nosotros, nuestra perfecta felicidad, se hará realidad en nosotros y la conoceremos, y nuestros corazones se desbordarán de eterna gratitud y acción de gracias, mientras unimos nuestra voz una vez más a la canción de Amor olvidada, que llena todo el universo.