LECCIÓN 120
Para los repasos de mañana y noche:
1. (109) Descanso en Dios.
2. (110) Soy tal como Dios me creó.
3Hoy dejo a un lado todas las enfermizas ilusiones que albergo acerca de mí mismo y dejo que mi Padre me diga quién soy.
3. A la hora en punto:
4Descanso en Dios.
3Media hora más tarde:
4Soy tal como Dios me creó.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
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de Robert Perry y Allen Watson
INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA
LECCIÓN 120 - 30 ABRIL
(109) Descanso en Dios.
(110) Soy tal como Dios me creó.
Ver las instrucciones del Tercer Repaso
Comentario
De vez en cuando recuerdo a mi profesor de inglés del instituto y estoy contento de que me enseñara a hacer esquemas de las frases. Me doy cuenta de que estoy fijándome en las partes principales de una frase, como ésta: “Descanso en Dios y dejo que Él obre en mí… mientras descanso… “(1:2). Para mí, hoy, lo que dice es que me relaje y confíe en el proceso. Únicamente “abandonar todo y dejárselo a Dios”, como dice el refrán. El domingo es un “día de descanso” en la tradición cristiana, y para la mayoría de nosotros es un día adecuado para practicar el descanso (más que otros días). De vez en cuando es beneficioso tomarse un día, y de manera consciente hacer que sea un día de descanso para ti. Eso no quiere decir que no puedas hacer algo productivo, pero si lo haces, que sea porque te gusta hacerlo, porque quieres hacerlo.
Hoy quiero recordar la paz.
A veces me preocupo tanto que no lo consigo. Toco las heridas de mi mente que está sanando, y me pregunto cuándo sanarán por completo. Me preocupo por pequeñeces y me pregunto qué más puedo hacer para que el proceso de sanación se acelere. Estoy intentando acelerar el proceso de sanación. Preocuparse empeora las cosas. De lo que se me está curando es de la preocupación. Por eso, que hoy yo descanse. ¡Ahhh!
Mientras descanso, mi Padre me dice Quién soy realmente. “El recuerdo de Dios aflora en la mente que está serena” (T.23.I.1:1). Cuando me permito a mí mismo descansar en el espíritu, encuentro un cimiento sólido, la morada de mi Ser, tal como Dios me creó. Estoy bien. La agitación por la que me preocupo tanto no es más que “una enfermiza ilusión que albergo acerca de mí mismo” (2:3). Lo que soy está bien, y no necesito protegerlo. Estoy en casa.