LECCIÓN 279
La libertad de la creación garantiza la mía
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.
1. Se me ha prometido el fin de los sueños porque el Amor de Dios no abandonó a Su Hijo.2Únicamente en sueños parece él estar aprisionado, en espera de una libertad futura, si es que ésta ha de llegan 3Pero en realidad sus sueños ya se acabaron, y la verdad ocupa su lugar.4Ahora él es libre. 5¿Por qué he de seguir esperando mi libertad encadenado, cuando ya he sido liberado de mis cadenas y Dios me ofrece la libertad ahora?
2. Hoy aceptaré Tus promesas y depositaré mi fe en ellas. 2Mi Padre ama a aquel a quien creó como Su Hijo. 3¿Me negarías, entonces, los regalos que me hiciste?
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-279-audios-mp3_rf_8474124_1.html
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INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA
Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
de Robert Perry y Allen Watson
LECCIÓN 279 - 6 OCTUBRE
“La libertad de la creación garantiza la mía”
Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
- Lee la lección.
- Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
- Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.
Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.
Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.
- Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
- Piensa en ella durante un rato.
Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.
Comentario
Debido a que la creación es libre, yo soy libre. Debido a que nadie está aprisionado, yo no estoy aprisionado. “Ahora él es libre” (1:4). La libertad está aquí y ahora. La libertad no está en el futuro.
Cuando reconozco la libertad que les pertenece a todos, encuentro la mía propia. Al dar, yo recibo. Al amar, soy amado. Al sanar, soy sanado. Al reconocer la existencia de la perfección total, siento que yo formo parte de esa perfección y soy más consciente de ella cuando reconozco al Cristo en mis hermanos.
La lección de ayer era lo contrario de ésta: “Si estoy aprisionado, mi Padre no es libre”. Cuando aceptamos la aparente prisión en la que estamos, estamos diciendo que Dios está aprisionado. Si no veo escapatoria, entonces Dios tampoco la tiene. Aquí de nuevo se ve claro que:
Tal como veo a mi hermano, así me veo a mí mismo. Tal como me veo a mí mismo, así veo a Dios.
La sencillez de esta lección es sorprendente. Todo viene a lo mismo.
¿Por qué algunas personas tienen miedo de Dios? ¿Por qué la idea, incluso la palabra, les asusta? Es porque ven a Dios como se ven a sí mismos, siempre es así. Si me veo a mí mismo amenazador, así veo a Dios. Si me veo a mí mismo débil e incompetente, así veo a Dios. Huyo de mis propios ídolos, no de la Verdad.
Únicamente en sueños parece él estar aprisionado, en espera de una libertad futura, si es que ésta ha de llegan. (1:2)
Podemos entender que podemos estar perfectamente libres, libres en casa en la cama, y en nuestro sueño soñar con la prisión. Eso describe exactamente nuestra experiencia en este mundo. Ya somos libres, pero estamos soñando que estamos aprisionados. Para el Curso, la salvación es volverse consciente de estar soñando, y que la libertad que pensamos que nos falta ya es nuestra. Nos damos cuenta de ello al reconocerlo en otros.
¿Por qué estamos aparentemente aprisionados? ¿En qué consisten nuestras cadenas? ¿No son cadenas de culpa? “El Espíritu Santo sabe que la salvación es escapar de la culpabilidad” (T.14.III.13:4). Ver a mi hermano libre es verle sin culpa; en otras palabras, perdonarle. Así es como se escapa de la culpa: cuando me doy cuenta de que la creación está libre de culpa, que todo el mundo es inocente, y reconozco que yo también. Funciona así porque lo que veo como el mundo es una proyección de mi propio juicio acerca de mí mismo. “El mundo que ves no es sino un juicio con respecto a ti mismo” (T.20.III.5:2). Al quitarlos juicios y la culpa del mundo, la estoy quitando de mí mismo porque lo que veo es sólo un reflejo de cómo me veo a mí mismo.
La libertad de la creación garantiza la mía.
¿Qué es el Cristo? (Parte 9)
L.pII.6.6:1-2
Cuando vemos “esta santa faz” (5:1), el rostro de Cristo, en todos y por todas partes, estamos viendo a toda la creación completamente inocente, libre de culpa. Según el Curso, esta “percepción verdadera” no durará mucho porque es simplemente “el símbolo de que el período de aprendizaje ya ha concluido y de que el objetivo de la Expiación por fin se ha alcanzado” (5:1). El rostro de Cristo es el símbolo del fin del tiempo para el aprendizaje porque lo que estamos aprendiendo es que no tenemos culpa y que la creación de Dios, Su Hijo, está libre de culpa. Por eso, cuando vemos el rostro de Cristo, el aprendizaje ha logrado su objetivo. ¡Es el momento de la graduación!
Si creemos que tenemos un propósito en este mundo, tendemos a pensar que es algo grande en el tiempo. Como un amigo mío del sur, baptista, solía decir: “Pensamos que estamos aquí para hacer maravillas y comer pepinos”. (Nunca supe que quería decir con la última parte, pero aclara lo tonto de nuestros otros objetivos). Pero el Curso nos dice que nuestra única función aquí es aprender a perdonar. No estamos aquí para arreglar el mundo sino para perdonarlo. No estamos aquí para ser un sanador grande y famoso. No estamos aquí para fundar un gran centro de enseñanzas espirituales. Nuestro objetivo y nuestra función no tienen nada que ver con este mundo. “Tu única misión aquí es dedicarte plenamente, y de buena voluntad, a la negación de todas las manifestaciones de la culpabilidad” (T.14.V.3:5). Ése es el único objetivo de nuestro aprendizaje. Es ver el rostro de Cristo.
Tratemos, por lo tanto, de encontrar la faz de Cristo y de no buscar nada más. (5:2)
En toda nuestra búsqueda, ¡busquemos sólo eso! Si empiezo un nuevo trabajo, ¿cuál es mi objetivo? Buscar el rostro de Cristo, negar la culpa en todas sus formas. Si comienzo una nueva relación, ¿cuál es mi objetivo? Ver el rostro de Cristo, escapar de la culpa al no ver culpa en mi hermano. Si empiezo un nuevo proyecto bajo la dirección del Espíritu Santo, ¿para qué sirve? Para ver el rostro de Cristo, para eliminar la culpa de todas las mentes con las que me encuentre. Éste es mi único propósito en todo lo que hago. Y únicamente al aceptar ésta como “la única función que quiero desempeñar” (T.20.IV.8:4) encontraré mi felicidad.
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