LECCIÓN 328
Elijo estar en segundo lugar para obtener el primero
1. Lo que parece ser el segundo lugar es en realidad
el primero, pues percibimos todo al revés hasta que decidimos escuchar la Voz
que habla por Dios. 2Nos parece que sólo podemos alcanzar autonomía
si nos esforzamos por estar separados, y que la manera de salvarnos es
aislándonos del resto de la creación de Dios. 3No obstante, lo único
que podemos derivar de ello es enfermedades, sufrimientos, pérdidas y muerte. 4Esto
no es lo que nuestro Padre dispone para nosotros, y no existe otra voluntad que
la Suya. 5Unirnos a Su Voluntad es encontrar la nuestra. 6Y,
puesto que nuestra voluntad es la Suya, es a Él a Quien debemos acudir para
reconocer nuestra voluntad.
2. No hay otra voluntad que la Tuya. 2Y me alegro de que nada
que pueda imaginarme contradiga lo que Tú quieres que yo sea. 3Tu
Voluntad es que yo me encuentre completamente a salvo y eternamente en paz. 4Y
comparto gustosamente Contigo, Padre mío, esa Voluntad que Tú me otorgaste como
parte de mí.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-328-audios-mp3_rf_9409185_1.html
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INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA
Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
de Robert Perry y Allen Watson
LECCIÓN 328 - 24 NOVIEMBRE
“Elijo estar en segundo lugar para obtener el primero”
Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
- Lee la lección.
- Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
- Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.
Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.
Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.
- Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
- Piensa en ella durante un rato.
Comentario
Esta lección nos dice que
nos planteemos elegir unir nuestra voluntad a la de Dios (1:5), parece una
especie de pérdida, someternos a algo fuera de nosotros. Parece ocupar el
“segundo lugar”. Parece servil o sumiso. Y en nuestra identidad equivocada como
ego, sentimos que la única manera de tener autonomía es hacernos independientes
de Dios y del resto de Su creación.
Vemos todo al revés (1:1).
Todo lo que encontramos al afirmar nuestra independencia es “enfermedades, sufrimientos, pérdidas y muerte”
(1:3). Somos como una rama intentando separarse de la vid. Si nos separamos de
la vid, morimos. Nuestra identidad no se pierde al unirnos a la vid, sino que
la encontramos porque no somos algo separado. Somos parte de Dios y parte de Su
creación, y únicamente al unirnos voluntariamente podemos descubrir nuestra
verdadera identidad. “Nuestra voluntad es la Suya” (1:6).
Elegimos
“someternos” a la Voluntad de Dios (que parece como ocupar el segundo lugar)
porque al unirnos a Él, ocupamos el primer lugar: uno con el Creador de todas
las cosas.
¿Qué es la creación? (Parte 8)
L.pII.11.4:4-6
El Amor nos creó a Su
semejanza. Como partes, cada una de las cuales contiene la Totalidad, somos
Pensamientos de Amor. Y “el Amor jamás
abandona Sus Pensamientos, y ellos comparten Su certeza” (4:4). La seguridad de
Dios es nuestra seguridad. Se nos dio en la creación y todavía está dentro de
nosotros, nunca nos ha abandonado, aunque la hemos ocultado. El recuerdo de
Dios está en nuestra mente (4:5). Aunque parecemos ser partes separadas, no lo
somos; somos partes pero no separadas, como gotitas de agua en el océano. Así
que todavía contenemos todo lo que existía en la creación original. Lo que
pertenece al océano, pertenece a cada gota. Cada uno de nosotros todavía
conserva nuestra unidad con nosotros mismos y con nuestro Creador (4:5).
Que nuestra función sea únicamente permitir el retorno de este
recuerdo y que Su Voluntad se haga en la tierra, así como que se nos restituya
nuestra cordura y ser solamente tal como Dios nos creó. (4:6)
Nuestro
único propósito en la vida es ser esto, únicamente el restablecimiento de la
consciencia de nuestra Totalidad y nuestra “parte-en-la-Totalidad”. Por eso es
por lo que estamos aquí. Éste es el propósito en toda orientación que nos da el
Espíritu Santo en nuestra vida. No estamos aquí para reforzar nuestra parte ni
para satisfacer propósitos que pertenecen sólo a la parte. Estamos aquí para
dejar que el recuerdo de Dios regrese a nuestra mente consciente, y para
cumplir nuestro propósito como extensiones de la Voluntad de Dios.
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