LECCIÓN 239
Mía es la gloria de mi Padre.
1. No permitamos hoy que la verdad acerca de nosotros se oculte tras una falsa humildad. 2Por el contrario, sintámonos agradecidos por los regalos que nuestro Padre nos ha hecho. 3¿Sería posible acaso que pudiéramos advertir algún vestigio de pecado o de culpa en aquellos con quienes Él comparte Su gloria? 4¿Y cómo podría ser que no nos contásemos entre ellos, cuando Él ama a Su Hijo para siempre y con perfecta constancia, sabiendo que es tal como Él lo creó?
2. Te damos gracias, Padre, por la luz que refulge por siempre en nosotros. 2Y la honramos porque Tú la compartes con nosotros. 3Somos uno, unidos en esa luz y uno Contigo, en paz con toda la creación y con nosotros mismos.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-239-audios-mp3_rf_5310527_1.html
2. ¿Qué es la salvación?
1. La salvación es la promesa que Dios te hizo de que finalmente encontrarás el camino que conduce a Él. 2Y Él no puede dejar de cumplirla. 3Garantiza que al tiempo le llegará su fin, al igual que a todos los pensamientos que se originaron en él. 4La Palabra de Dios se le concede a toda mente que cree tener pensamientos separados, a fin de reemplazar, esos pensamientos de conflicto con el Pensamiento de la paz.
2. El Pensamiento de la paz le fue dado al Hijo en el mismo instante en que su mente concibió el pensamiento de la guerra. 2Antes de eso no había necesidad de ese Pensamiento, pues la paz se había otorgado sin opuestos y simplemente era. 3Una mente dividida, no obstante, tiene necesidad de curación. 4Y así, el Pensamiento que tiene el poder de subsanar la división pasó a formar parte de cada fragmento de la mente que seguía siendo una, pero no reconocía su unidad. 5Al no conocerse a sí misma, pensó que había perdido su Identidad.
3. La salvación es un des-hacer en el sentido de que no hace nada, al no apoyar el mundo de sueños y de malicia. 2De esta manera, las ilusiones desaparecen. 3Al no prestarles apoyo, deja que simplemente se conviertan en polvo. 4Y lo que ocultaban queda ahora revelado: un altar al santo Nombre de Dios donde Su Palabra está escrita, con las ofrendas de tu perdón depositadas ante él, y tras ellas, no mucho más allá, el recuerdo de Dios.
4. Acudamos diariamente a este santo lugar y pasemos un rato juntos. 2Ahí compartimos nuestro sueño final. 3Es éste un sueño en el que no hay pesares, pues contiene un atisbo de toda la gloria que Dios nos ha dado. 4En él se ve brotar la hierba, los árboles florecer y los pájaros hacer sus nidos en su ramaje. 5La tierra nace de nuevo desde una nueva perspectiva. 6La noche ya pasó, y ahora nos hemos unido en la luz.
5. Desde ahí le extendemos la salvación al mundo, pues ahí fue donde la recibimos. 2El himno que llenos de júbilo entonamos le proclama al mundo que la libertad ha retornado, que al tiempo casi le ha llegado su fin y que el Hijo de Dios tan sólo tiene que esperar un instante antes de que su Padre sea recordado, los sueños hayan terminado, la eternidad haya disuelto al mundo con su luz y el Cielo sea lo único que exista.
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INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA
Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
de Robert Perry y Allen Watson
LECCIÓN 239 - 27 AGOSTO
“Mía es la gloria de mi Padre”
Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
- Lee la lección.
- Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
- Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.
Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.
Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.
Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.
Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.
- Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
- Piensa en ella durante un rato.
Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.
Comentario
No permitamos hoy que la verdad acerca de nosotros se oculte tras una falsa humildad (1:1).
Una cosa de la que ahora me doy cuenta al hacer el Libro de Ejercicios es que cuando usa las palabras “nosotros” y “nosotros mismos”, no se refiere sólo a nosotros como estudiantes del Curso. La palabra “nosotros” incluye a Jesús. Después de todo, es Jesús quien está hablando a lo largo de todo el libro. Este “nosotros” no es en sentido general. Jesús se está identificando a sí mismo con nosotros, y a nosotros con él.
La “verdad acerca de nosotros” es la verdad acerca de ti, de mí y de Jesús. Al darme cuenta de esto, tengo una sensación de su unión conmigo que nunca antes había tenido. Y veo en todo ello un propósito, centrar toda la atención en la igualdad de él, de mí, y de todos mis hermanos.
Cuando veo señales de pecado y culpa “en aquellos con quienes Él comparte Su gloria” (1:3), los estoy viendo en mí mismo. ¡Eso es falsa humildad! Cuando veo a mi hermano como culpable o pecador es porque yo me estoy considerando a mí mismo de la misma manera, y de ese modo estoy ocultando la verdad acerca de mí. La culpa puede tomar aparentemente una forma santa: “Todos somos sólo unos pobres estudiantes del Curso, débiles y frágiles, que fallamos continuamente” Y esa culpa, esa falsa humildad, oscurece tu gloria y la mía.
Es cierto que todos somos estudiantes, que todos estamos en los peldaños más bajos de la escalera y comenzando a darnos cuenta de todo lo que verdaderamente somos. Es una espiritualidad falsa fingir lo que todavía no estamos sintiendo. Pero es falsa humildad dar importancia continuamente a nuestra debilidad al juzgarnos o concentrarnos en nuestros fallos. Todos tenemos ego, pero también todos compartimos la misma gloriosa Filiación. Necesitamos dedicar tiempo, de vez en cuando, dando gracias por “la luz que refulge por siempre en nosotros… Somos uno, unidos en esa luz y uno Contigo, en paz con toda la creación y con nosotros mismos” (2:1,3).
Aquello que pienso de mis hermanos es lo que pienso de mí. La manera en que veo a mis hermanos es la manera en que me veo a mí mismo.
Parece que es la percepción la que te enseña lo que ves. Sin embargo, lo único que hace es dar testimonio de lo que tú enseñaste. Es el cuadro externo de un deseo: la imagen de lo que tú querías que fuese verdad. (T.24.VII.8:8-10)
¿De qué otra manera podrías poner de manifiesto al Cristo en ti, sino contemplando la santidad y viéndolo a Él en ella? (T.25.I.2:1). En otras palabras, tú manifiestas al Cristo en ti al contemplar a tus hermanos y ver al Cristo en ellos.
La percepción te dice que tú te pones de manifiesto en lo que ves (T.25.I.2:2).
La percepción es la elección de lo que quieres ser, del mundo en el que quieres vivir y del estado en el que crees que tu mente se encontrará contenta y satisfecha… Te revela lo que eres tal como tú quieres ser. (T.25.I.3:1,3)
Si no oculto la verdad de mi propia gloria, no puedo ocultar la de mi hermano. “Lo que es lo mismo no puede tener una función diferente” (T.23.IV.3:4). Si niego la verdad en mi hermano, me la estoy negando a mí mismo. La estoy negando en él porque la estoy negando en mí mismo. Cuando mentalmente me separo de alguien, y le rebajo al juzgarle, estoy viendo únicamente lo que mi mente me está haciendo a mí mismo. Estoy ocultando mi propia gloria, y por lo tanto juzgando a otro, proyectando fuera la culpa. Mi juicio sobre otro puede convertirse en un espejo que me muestra que me he olvidado de lo que verdaderamente soy. Me puede hacer recordar, y elegir de nuevo, recordar mi Ser como Hijo de Dios, “en paz con toda la creación y conmigo mismo” (2:3).
¿Qué es la salvación? (Parte 9)
L.pII.2.5:1-2
Desde el mundo nos volvemos al santo lugar dentro, entramos en el instante santo, donde nuestras ilusiones desaparecen porque ya no las apoyamos, y empezamos a ver con la visión de Cristo, viendo el mundo real. Y luego regresamos al mundo. “Desde ahí le extendemos la salvación al mundo, pues ahí fue donde la recibimos” (5:1). Esto se repite una y otra vez tanto en el Libo de Ejercicios como en el Texto: alejarnos del mundo de los sueños, entrar en el instante santo, y regresar para darle la salvación al mundo. El Curso no pretende que nos aislemos del mundo, sino que lo salvemos. No nos pide que nos retiremos a una vida contemplativa en un monasterio, sino que nos pide que entremos dentro de ese estado mental que encontramos en la meditación y que ofrezcamos al mundo lo que hemos encontrado.
“El himno que llenos de júbilo entonamos le proclama al mundo que la libertad ha retornado” (5:2). Nuestra sanación interna expresa su alegría en una “canción de alegría”, y esa canción se convierte en lo que llama al mundo a regresar a su libertad. Nada hay tan sanador como una persona cuya cara está radiante de alegría. No se pretende que regresemos al mundo a predicarle una nueva religión (L.37.3:1,2), sino que lo cambiemos con nuestra alegría. Representamos un nuevo estado mental. Como dice el Manual: “Representamos la Alternativa” (M.5.III.2:6). Salvamos al mundo al salvarnos nosotros.
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