No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.
1. (186) De mí depende la salvación del mundo.
2Se me han confiado los dones de Dios porque soy Su Hijo. 3Y deseo otorgarlos allí donde Él dispuso que se dieran.
6Pues aún soy tal como Dios me creó.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-206-audios-mp3_rf_4852815_1.html
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Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
de Robert Perry y Allen Watson
LECCIÓN 206 - 25 JULIO
“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”
(186) “De mí depende la salvación del mundo”
“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”
SEXTO REPASO. INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA
Propósito: Repasar
cuidadosamente las últimas 20 lecciones, cada una de las cuales
contiene todo el plan de estudios en su totalidad y, por lo tanto, es
suficiente para la salvación, si se entiende, se practica, se acepta y
se aplica sin excepción.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: por lo menos quince minutos.
- Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
- Cierra los ojos y abandona todo lo que abarrota tu mente, olvídate de todo lo que crees saber. Dedícale el tiempo al Espíritu Santo, tu Maestro. Si te das cuenta de algún pensamiento de distracción, de inmediato niega que seas su presa, asegurándole a tu mente que ya no lo quieres más. Luego abandónalo y sustitúyelo con la idea del día. Di: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
Observaciones: Estamos intentando ir más allá de las formas especiales de práctica porque lo que estamos intentando es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios, que es nuestro objetivo.
Recordatorios cada hora: Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Respuesta a la tentación: No dejes
pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. Si adviertes
alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente
que no es eso lo que quiere. Luego descarta tranquilamente el
pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la
idea con la que estés practicando ese día, diciendo: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
COMENTARIOS SOBRE LA PRÁCTICA
- Intentamos abandonar las palabras.
- Intentamos abandonar las formas especiales de practicar.
Para las sesiones de práctica más largas nuestras únicas instrucciones son:
- Vaciar nuestra mente de todo lo que la abarrota y olvidar todo lo que pensábamos que sabíamos.
- Entregamos nuestras sesiones de práctica al Espíritu Santo, Quien nos enseñará qué pensar, decir y hacer, y Quien guiará nuestras sesiones de práctica.
Hay dos excepciones a esta falta de estructura:
- Se nos dice que no dejemos pasar ningún pensamiento vano o distraído sin respuesta durante nuestro tiempo de quietud.
- Se nos dan unos pocos pensamientos concretos (unas pocas líneas) para la lección de cada día, para que nos ayuden en nuestra práctica.
Comentario
No
soy un cuerpo, soy el Hijo de Dios. Soy espíritu, dotado con los
regalos de Dios. No soy lo que aparento ser, tampoco lo que durante la
mayor parte de mi vida he pensado que yo era. Soy un ser espiritual que
está teniendo una experiencia humana, y mi misión aquí (si quiero
aceptarla) es dar los regalos de Dios dondequiera que Él me pida que los
dé. Y eso abarca a todo el mundo.
El
Curso pide un repaso de todas las ideas que tengo acerca de mí mismo.
He pensado que yo era una especie de alma pobre y perdida, que va de un
sitio para otro sola y asustada. He pensado que yo estaba necesitado y
que no tenía recursos. Me he sentido huérfano; como si no encajara en
ningún sitio, no importa cuántos lugares haya visitado, o lo que haya
intentado para solucionarlo. Me he sentido deprimido, intentando salir
de ello.
Ahora,
llega este libro, un mensaje de Dios para mí, y me dice que de mí
depende la salvación del mundo. Soy una figura central en el plan de
todos los siglos. Todo depende de mí, y eso parece atemorizante. Y sin
embargo, tengo para dar al mundo los regalos que lo salvarán. Puedo
darle mi amor. Puedo darle mi confianza. Puedo darle mi amabilidad, mi
ternura y mi misericordia. Puedo dar a aquellos a mi alrededor mi
comprensión y mi fe en ellos. Con mi perdón puedo liberarles de la
culpa.
Ésta
es una idea tan sorprendente de lo que soy que al principio parece
ridícula. Al principio, pienso que verme a mí mismo de este modo es el
colmo de la arrogancia. Y sin embargo… y sin embargo, si así es como
Dios me creó, si para ser esto es para lo que me creó, lo que es
arrogante es rechazar la tarea que se me ha dado. Él no me pide que me
coloque por encima de nadie. Al contrario, Él me pide que demuestre que
todos tienen los regalos de Dios también, que son como yo.
Dios
me pregunta: “¿Estás listo ya para ayudarme a salvar el mundo?”
(C.2.9:1). Todo el Cielo espera ansiosamente mi decisión. ¿Diré: “Sí”?
Me atreveré a decir, de corazón y con comprensión, cada palabra: “De mí
depende la salvación del mundo”.
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