No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.
1. (187) Bendigo al mundo porque me bendigo a mí mismo.
2La bendición de Dios irradia sobre mí desde dentro de mi corazón, donde Él mora. 3No necesito más que dirigirme a Él y todo pesar desaparece conforme acepto Su infinito Amor por mí.
6Pues aún soy tal como Dios me creó.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-207-audios-mp3_rf_4852979_1.html
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Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
de Robert Perry y Allen Watson
LECCIÓN 207 - 26 JULIO
“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”
(187) “Bendigo al mundo porque me bendigo a mí mismo”
“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”
SEXTO REPASO. INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA
Propósito: Repasar
cuidadosamente las últimas 20 lecciones, cada una de las cuales
contiene todo el plan de estudios en su totalidad y, por lo tanto, es
suficiente para la salvación, si se entiende, se practica, se acepta y
se aplica sin excepción.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: por lo menos quince minutos.
- Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
- Cierra los ojos y abandona todo lo que abarrota tu mente, olvídate de todo lo que crees saber. Dedícale el tiempo al Espíritu Santo, tu Maestro. Si te das cuenta de algún pensamiento de distracción, de inmediato niega que seas su presa, asegurándole a tu mente que ya no lo quieres más. Luego abandónalo y sustitúyelo con la idea del día. Di: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
Observaciones: Estamos intentando ir más allá de las formas especiales de práctica porque lo que estamos intentando es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios, que es nuestro objetivo.
Recordatorios cada hora: Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Respuesta a la tentación: No dejes
pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. Si adviertes
alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente
que no es eso lo que quiere. Luego descarta tranquilamente el
pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la
idea con la que estés practicando ese día, diciendo: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
COMENTARIOS SOBRE LA PRÁCTICA
- Intentamos abandonar las palabras.
- Intentamos abandonar las formas especiales de practicar.
Para las sesiones de práctica más largas nuestras únicas instrucciones son:
- Vaciar nuestra mente de todo lo que la abarrota y olvidar todo lo que pensábamos que sabíamos.
- Entregamos nuestras sesiones de práctica al Espíritu Santo, Quien nos enseñará qué pensar, decir y hacer, y Quien guiará nuestras sesiones de práctica.
Hay dos excepciones a esta falta de estructura:
- Se nos dice que no dejemos pasar ningún pensamiento vano o distraído sin respuesta durante nuestro tiempo de quietud.
- Se nos dan unos pocos pensamientos concretos (unas pocas líneas) para la lección de cada día, para que nos ayuden en nuestra práctica.
Comentario
Todo
lo que necesito ya está dentro de mí. Se me da a conocer cuando lo doy a
conocer a otros, porque en realidad no hay “otros”, sólo hay uno. Nos
quedamos atrapados en preguntas como: ¿Me perdono a mí mismo primero, y
así quedo libre para perdonar a otros? O ¿perdono a mi hermano, y así
encuentro el perdón para mí mismo?, y ¿Debo amarme primero a mí mismo
antes de poder amar a otros, o viceversa? Cuando hacemos tales
preguntas, estamos intentando explicar una realidad unificada partiendo
de la base de la dualidad, no podemos tener una respuesta clara porque
la pregunta se hace desde un punto de vista equivocado.
“Aceptar
Su infinito Amor por mí” (1:3) es aceptar ese amor por otros, porque
todos nosotros somos trozos de una única mente que todos compartimos. No
es posible amarme a mí mismo excluyendo a los otros, eso no es amor en
absoluto. Tampoco es amor “amar” a alguien y sacrificarme yo a favor
suyo.
“Bendigo
al mundo porque me bendigo a mí mismo”. Esto no significa que
satisfacer las exigencias de mi ego beneficie a todos los demás. Según
lo que Hugo y Gayle Prather -maestros del Curso- llaman “psicología de
la separación (en su libro Nunca Te Dejaré), muchas personas
piensan que amarte a ti mismo significa buscar tu propia felicidad a
costa de tu pareja e hijos. Eso no es lo que el Curso enseña aquí. Las
cosas se han ido al otro extremo: de sacrificarte a ti mismo por la
familia o por tu pareja (en las décadas de 1940 y 1950) a sacrificar a
la familia y a tu pareja en beneficio tuyo (en las décadas de 1980 y
1990). Tanto uno como otro son enfoques equivocados basados en el
dualismo.
“Bendigo
al mundo porque me bendigo a mí mismo” podría decirse al revés y ser
igualmente verdad: “me bendigo a mí mismo porque bendigo al mundo”. Dar y
recibir son lo mismo, ésta es una de las principales lecciones del
Curso y, tal como lo reconoce, una de las más difíciles de aprender para
nosotros.
“La
bendición de Dios irradia sobre mí desde dentro de mi corazón, donde Él
mora” (1:2). Dentro de mí se encuentra el Amor de Dios radiante y que
todo lo abarca. Cuando me vuelvo a Él, me envuelve e inmediatamente se
extiende para abrazar a todos a través de mí. Lo que intenta el Curso es
que descubramos eso. “Aún soy tal como Dios me creó”. Aún soy ese Amor.
¿Cómo puedo saber que soy Amor si no lo expreso? Por Su naturaleza, el
Amor se extiende a otros y los incluye en Su corazón. El maravilloso
descubrimiento de mi propia naturaleza como Amor no puede hacerse sin la
extensión de ese Amor a mi hermano. Bendecirme a mí mismo y bendecir al
mundo es lo mismo. Cuando bendigo al mundo aprendo a amarme a mí mismo;
y de la misma manera, cuando me amo a mí mismo de verdad, me convierto
en una bendición para el mundo que me rodea. Necesito a mis hermanos, no
para que me den lo que no tengo, sino para recibir y compartir Lo Que
Yo Soy.
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