LECCIÓN 336
El perdón me enseña que todas las mentes están unidas
1. El perdón es el medio a través del cual a la
percepción le llega su fin. 2El conocimiento es restituido una vez
que la percepción ha sido transformada y ha dado paso enteramente a lo que por
siempre ha de estar más allá de su más elevado alcance. 3Pues las
imágenes y los sonidos tan sólo pueden servir, en el mejor de los casos, para
evocar el recuerdo que yace tras todos ellos. 4El perdón elimina
las distorsiones y revela el altar a la verdad que se hallaba oculto. 5Sus
blancas azucenas refulgen en la mente, y la instan a regresar y a mirar en su
interior para encontrar lo que en vano ha buscado afuera. 6Pues ahí,
y sólo ahí, se restaura la paz interior, al ser la morada de Dios Mismo.
2. Que el perdón elimine en la quietud mis sueños de
separación y de pecado. 2Y que entonces pueda mirar, Padre, en mi
interior y descubrir que Tu promesa de que en mí no hay pecado es verdad; que
Tu Palabra permanece inalterada en mi mente y que Tu Amor reside todavía en mi
corazón.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
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INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA
Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
de Robert Perry y Allen Watson
LECCIÓN 336 - 2 DICIEMBRE
“El perdón me enseña que todas las mentes están unidas”
Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
- Lee la lección.
- Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
- Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.
Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.
Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.
- Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
- Piensa en ella durante un rato.
Observaciones generales: Ahora,
en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos,
empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del
Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una
gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final
del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado
cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita
para que Él venga a ti.
Comentario
En el Texto, el Curso habla
de que la idea de que las mentes están unidas es algo que se experimenta en una
relación santa, en la que dos personas se han unido en un propósito común, lo
que llama “un estado mental común”
(T.22.III.9:7). En una relación santa sana, los miembros de esa relación practican
el perdón uno con otro a menudo. El resultado se expresa así:
Esa es la función de tu relación santa. Pues lo que uno de vosotros
piense, el otro lo experimentará con él. ¿Qué puede querer decir esto, sino que
tu mente y la mente de tu hermano son una? No veas con temor este feliz hecho
ni pienses que con ello se te impone una pesada carga. Pues cuando lo hayas
aceptado de buen grado, te darás cuenta de que vuestra relación es un reflejo
de la unión que existe entre el Creador y Su Hijo. (T.22.VI.14:1-5)
La idea
de que el perdón está relacionado con la experiencia de las mentes unidas no
está clara de manera intuitiva. Sin embargo, un pequeño reflejo parece
aclarármelo mejor. Si no perdono a alguien, sin duda hay una barrera entre
nuestras mentes. Mentalmente estoy rechazando a esa persona y no tengo ningún deseo de unirme
mentalmente a ella. Mi juicio es un firme “No” a los pensamientos de esa
persona. Cuando perdono, mi mente se abre a sus pensamientos. El perdón me enseña que todas las mentes están
unidas. Abre el camino para que yo entienda que esto es verdad.
Nuestras percepciones nos dicen, de miles de
maneras, que somos seres separados. El perdón abre el camino a una experiencia
que está más allá de nuestra percepción, y nos muestra la unidad que existe y
que la percepción no puede ver. El perdón “revela el altar a la verdad” (1:4). Dentro de nuestra
mente encontramos “la morada de
Dios Mismo” (1:6). “El perdón
elimina mis sueños de separación y de pecado” (2:1). En la experiencia de unión
con otro ser humano, empezamos a recordar nuestra unión con Dios y con toda la
creación.
¿Qué es el ego? (Parte 6)
L.pII.12.3:4
A diferencia del ego,
nuestro verdadero Ser, el Hijo de Dios, está rodeado de paz eterna. Donde el
ego se ve a sí mismo en guerra con el universo y tiembla constantemente por
miedo al ataque de cada figura de sus sueños, el Hijo de Dios está eternamente
“libre de todo conflicto”. El Hijo descansa
eternamente “imperturbable… en la tranquilidad y silencio más profundos” (3:4).
Cuando
empezamos a ponernos en comunicación con nuestro Ser, experimentamos el sabor
de esa profunda y callada paz. Ésa es una de las características del instante
santo. Hay una paz en el instante santo que no se puede describir.
Hay un silencio que el mundo no puede perturbar. Hay una paz ancestral
que llevas en tu corazón y que no has perdido. Hay en ti una sensación de
santidad que el pensamiento de pecado jamás ha mancillado. (L.164.4:1-3)
El ego,
separado del universo, no puede conocer esta paz. Viene únicamente de dentro de
nuestro Ser, ya que es una cualidad de Quien somos. No tiene nada que ver con
ninguna circunstancia externa, y ninguna circunstancia externa puede alterarla.
Es parte de lo que todos juntos somos.
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