LECCIÓN 337
Mi impecabilidad me protege de todo daño
1. Mi impecabilidad garantiza mi perfecta paz, mi eterna seguridad y mi
amor, imperecedero; me mantiene eternamente a salvo de cualquier pensamiento de
pérdida y me libera completamente del sufrimiento. 2Mi estado sólo
puede ser uno de felicidad, pues eso es lo único que se me da. 3¿Qué
debo hacer para saber que todo esto me pertenece? 4Debo aceptar la
Expiación para mí mismo, y nada más. 5Dios ha hecho ya todo lo que
se tenía que hacer. 6Y lo
que tengo que aprender es a no hacer nada por mi cuenta, pues sólo
necesito aceptar mi Ser, mi impecabilidad, la cual se creó para mí y ya es mía,
para sentir el Amor de Dios protegiéndome de todo daño, para entender que mi
Padre ama a Su Hijo y para saber que soy el Hijo que mi Padre ama.
2. Tú que me creaste en la impecabilidad no
puedes estar equivocado con respecto a lo que soy. 2Era
yo quien estaba equivocado al pensar que había pecado, pero ahora acepto la
Expiación para mí mismo. 3Padre, mi sueño termina ahora. 4Amén.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
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INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA
Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
de Robert Perry y Allen Watson
LECCIÓN 337 - 3 DICIEMBRE
“Mi impecabilidad me protege de todo daño”
Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
- Lee la lección.
- Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
- Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.
Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.
Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.
- Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
- Piensa en ella durante un rato.
Observaciones generales: Ahora,
en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos,
empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del
Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una
gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final
del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado
cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita
para que Él venga a ti.
Comentario
Ésta es una lección acerca
de aceptar la Expiación y nada más. Afirma que hay realmente sólo dos pasos
para la felicidad completa (1:4-6).
(1)
Darme cuenta de
que no tengo que hacer nada por mí mismo.
(2)
Aceptar lo que
Dios ya ha hecho.
Toda la agitación y la
inquietud que sentimos al empezar un camino espiritual proceden de pensar que
nos falta algo (que es no ver el paso 2) y que por lo tanto tenemos que hacer
algo (que es no ver el paso 1).
Nos sentimos desgraciados,
por lo tanto pensamos que nos falta felicidad y empezamos a buscarla. La
tristeza no es un estado de carencia. Es un estado de negación. Estamos
enérgicamente negando la felicidad, que es nuestro estado natural. Estamos
impidiendo la consciencia de la presencia del Amor. Estamos tapando la dicha de
nuestra naturaleza creada, de simplemente Ser, con una capa mugrienta de
insatisfacción. Pensamos que la solución es hacer algo, en realidad la solución
es dejar de hacer algo, poner fin a la actividad que está ocultando nuestra
felicidad.
Ése es uno de los valores de
la meditación. Cuando voluntariamente ponemos fin a nuestra actividad mental, a
menudo nos sentimos felices de repente. Eso es porque somos siempre felices,
pero estamos continuamente causando tristeza con nuestros pensamientos. Detén
todos los pensamientos y la felicidad está siempre ahí. Elimina las nubes y el
sol está siempre ahí.
Nos hemos enseñado a
nosotros mismos que somos esta
actividad mental continua. Abandonar esa actividad es la mayor amenaza para el
ego. Tenemos miedo de que si abandonamos esa actividad no queda nada, eso nos
dice el ego. ¡El ego miente descaradamente!
Todo lo que tenemos que
hacer es dejar de hacer. Lo que
somos, sin ninguna actividad de ningún tipo, es suficiente para mantener la
felicidad constante y perfecta.
¿Qué es el ego? (Parte 7)
L.pII.12.4:1
Conocer la realidad significa no ver al ego ni a sus pensamientos,
sus obras o actos, sus leyes o creencias, sus sueños o esperanzas, así como
tampoco los planes que tiene para su propia salvación y el precio que hay que
pagar por creer en él. (4:1)
Conocer
la realidad consiste simplemente en no
ver ilusiones. Sin ilusiones que la oculten, la realidad se ve por sí misma.
Por eso es por lo que “no tenemos que hacer nada”. No tenemos que hacer la
realidad. No tenemos que hacernos inocentes, o felices o pacíficos. Sólo
tenemos que dejar de ser “esa cosa” que oculta la realidad de nuestra vista: el
ego y todo lo relacionado con él.
La lista
de todos los aspectos que “no tenemos que ver” nos es necesaria, porque si la lección
sólo dijera “conocer la realidad significa no ver al ego” no estaríamos seguros
de lo que significaba. Al decir todas las cosas relacionadas con el ego
(pensamientos, obras, actos, leyes, creencias, sueños, esperanzas, los planes
para su propia salvación, el precio que nos exige) es más probable que
entendamos el verdadero alcance de lo que significa no ver al ego. No sólo los
actos del ego tienen que desaparecer de nuestra vista sino también todas las
cosas que causan esos actos.
Me
impresiona especialmente “los planes que tiene para su propia salvación”. El
ego tiene muchos planes para sacarnos del atolladero en lo que pensamos que
estamos. Pero realmente no estamos en ningún atolladero, sólo hemos tapado la
realidad con ilusiones, y la realidad sigue estando ahí. No tenemos que hacer
nada para encontrarla. No tenemos que hacer planes para nuestra salvación. Sin
duda, hacer planes para nuestra salvación alimenta más todavía al ego. Como
dice la Lección 337, necesitamos entender que “lo que tengo que aprender es a
no hacer nada por mi cuenta, pues sólo
necesito aceptar mi Ser, mi impecabilidad, la cual se creó para mí y ya es mía,
para sentir el Amor de Dios protegiéndome de todo daño” (L.337.1:6).
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