No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.
1. (193) Todas las cosas son lecciones que Dios quiere que yo aprenda.
2Una lección es un milagro que Dios me ofrece, en lugar de los pensamientos que concebí que me hacen daño. 3Lo que aprendo de Él se convierte en el modo en que me libero. 4Por eso elijo aprender Sus lecciones y olvidarme de las mías.
7Pues aún soy tal como Dios me creó.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-213-audios-mp3_rf_4921248_1.html
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Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
de Robert Perry y Allen Watson
LECCIÓN 213 - 1 AGOSTO
“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”
(193) “Todas las cosas son lecciones que Dios quiere que yo aprenda”
“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”
SEXTO REPASO. INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA
Propósito: Repasar
cuidadosamente las últimas 20 lecciones, cada una de las cuales
contiene todo el plan de estudios en su totalidad y, por lo tanto, es
suficiente para la salvación, si se entiende, se practica, se acepta y
se aplica sin excepción.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: por lo menos quince minutos.
- Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
- Cierra los ojos y abandona todo lo que abarrota tu mente, olvídate de todo lo que crees saber. Dedícale el tiempo al Espíritu Santo, tu Maestro. Si te das cuenta de algún pensamiento de distracción, de inmediato niega que seas su presa, asegurándole a tu mente que ya no lo quieres más. Luego abandónalo y sustitúyelo con la idea del día. Di: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
Observaciones: Estamos intentando ir más allá de las formas especiales de práctica porque lo que estamos intentando es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios, que es nuestro objetivo.
Recordatorios cada hora: Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Respuesta a la tentación: No dejes
pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. Si adviertes
alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente
que no es eso lo que quiere. Luego descarta tranquilamente el
pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la
idea con la que estés practicando ese día, diciendo: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
COMENTARIOS SOBRE LA PRÁCTICA
- Intentamos abandonar las palabras.
- Intentamos abandonar las formas especiales de practicar.
Para las sesiones de práctica más largas nuestras únicas instrucciones son:
- Vaciar nuestra mente de todo lo que la abarrota y olvidar todo lo que pensábamos que sabíamos.
- Entregamos nuestras sesiones de práctica al Espíritu Santo, Quien nos enseñará qué pensar, decir y hacer, y Quien guiará nuestras sesiones de práctica.
Hay dos excepciones a esta falta de estructura:
- Se nos dice que no dejemos pasar ningún pensamiento vano o distraído sin respuesta durante nuestro tiempo de quietud.
- Se nos dan unos pocos pensamientos concretos (unas pocas líneas) para la lección de cada día, para que nos ayuden en nuestra práctica.
Comentario
Cada
circunstancia de la vida me ofrece la elección entre un milagro y los
pensamientos de mi ego que me harán daño. O como dice el Texto: “La
elección es el milagro en lugar del asesinato” (T.23.IV.5:6). Ésa es la
lección que todas las cosas tienen que enseñarme, hoy y todos los días.
¿Qué voz, la del ego o la del Espíritu Santo, voy a escuchar en este
momento, y en el siguiente, y en el siguiente? Siempre es una o la otra,
nunca ninguna de ellas, nunca las dos al mismo tiempo. “No tomas
decisiones por tu cuenta, independientemente de lo que decidas. Pues o
bien se toman con ídolos o bien con Dios. Y le pides ayuda al anti-Cristo o a Cristo, y aquel que elijas se unirá a ti y te dirá lo que debes hacer” (T.30.I.14:7-9).
En
cada situación en la que me encuentre hoy, esto es lo que está teniendo
lugar. El ego ofrece su interpretación, y el Espíritu Santo la Suya, yo
elijo cuál quiero escuchar. Puedo elegir el milagro o el asesinato. Mi
elección determina mi percepción y mi experiencia de la situación. ¿Cuál
quiero elegir hoy?
Cuando la tentación de atacar se presente para nublar tu mente y volverla asesina, recuerda que puedes ver
la batalla desde más arriba. Incluso cuando se presenta en formas que
no reconoces, conoces las señales: una punzada de dolor, un ápice de
culpabilidad, pero sobre todo, la pérdida de la paz. Conoces esto muy
bien. Cuando se presenten, no abandones tu lugar en lo alto, sino elige
inmediatamente un milagro en vez del asesinato. (T.23.IV.6:1-5)
Esta
elección es lo que me hace libre. El Espíritu Santo siempre está
conmigo para ayudarme a tomar esta decisión. En cada instante puedo
elegir aprender las lecciones que Dios quiere que yo aprenda, y olvidar
lo que me he estado enseñando a mí mismo. Que no valore nada sin Su
ayuda.
Si
pudiéramos entender el significado de esta lección, este hábito de
llevarle todo al Espíritu Santo, en lugar de intentar entenderlo por
nosotros mismos (lo que siempre significa con la ayuda del ego), todo encajaría a la perfección en su sitio. Esto solo es suficiente para hacernos libres.
Una
cosa que el Espíritu Santo ve de manera muy diferente al ego es mi
cuerpo. “El Espíritu Santo no ve el cuerpo como lo ves tú porque sabe
que la única realidad de cualquier cosa es el servicio que le presta a
Dios en favor de la función que Él le asigna” (T.8.VII.3:6). Cuando
elijo proteger el cuerpo, convertirlo en el centro de lo que estoy
haciendo, confundiendo el cuerpo conmigo, estoy eligiendo el asesinato.
No soy un cuerpo. No existo para el beneficio de mi cuerpo, su propósito
es servir a Dios al llevar a cabo la función que Él me ha dado en el
mundo, y eso es todo.
Si
escucho al Espíritu Santo, tengo que estar dispuesto a ver el cuerpo
como que no tiene ningún sentido en sí mismo (L.96.3:7), y que es útil
sólo como un instrumento de comunicación con el que llegar a mis
hermanos. Que me recuerde a mí mismo que no soy un cuerpo, cuando en
cada momento busco escuchar la Voz de Dios.
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