Dios es mi vida. No tengo otra vida que la Suya.
1. Estaba
equivocado cuando pensaba que vivía separado de Dios, que era una
entidad aparte que se movía por su cuenta, desvinculada y encasillada en
un cuerpo. 2Ahora sé que mi vida es la de Dios, que no tengo otro hogar y que no existo aparte de Él. 3Él no tiene Pensamientos que no sean parte de mí, y yo no tengo ningún pensamiento que no sea de Él.
2. Padre nuestro, permítenos contemplar la faz de Cristo en lugar de nuestros errores. 2Pues nosotros que somos Tu santo Hijo somos incapaces de pecar. 3Queremos contemplar nuestra inocencia, pues la culpabilidad proclama que no somos Tu Hijo. 4Y no queremos seguir relegándote al olvido, 5pues nos sentimos solos aquí y anhelamos estar en el Cielo, que es nuestro hogar. 6Queremos regresar hoy. 7Nuestro Nombre es el Tuyo, y reconocemos que somos Tu Hijo.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-223-audios-mp3_rf_4932439_1.html
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Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
de Robert Perry y Allen Watson
LECCIÓN 223 - 11 AGOSTO
“Dios es mi vida. No tengo otra vida que la Suya”
Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
- Lee la lección.
- Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
- Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.
Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.
Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.
Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.
Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.
- Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
- Piensa en ella durante un rato.
Observaciones generales: Ahora,
en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos,
empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del
Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una
gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final
del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado
cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita
para que Él venga a ti.
Comentario
Nuestro único error es creer que tenemos una vida aparte de Dios. No es cierto. Dios es Vida.
Dios es Ser. Él es Existencia. Él creó todo lo que existe, y no hay
nada aparte de Él. “Nada puede estar separado de Él y vivir”
(L.156.2:9). “No existo aparte de Él (1:2).
He
pasado la mayor parte de mi tiempo aquí en la tierra pensando que yo
era alguien o algo separado de Dios. La mayor parte de mi búsqueda
espiritual ha sido una lucha por “volver a Dios”, como si Él estuviera
increíblemente lejos de mí. Él no está lejos. Él no es Algo separado de
mi Ser. “No tengo otra vida que la Suya” (título de la lección). Hay una
bendición que se usa a menudo en las iglesias de la Unidad que termina
con las palabras: “Dondequiera que yo estoy, está Dios”. Sí. Mi vida es
la vida de Dios. Mis pensamientos son los Pensamientos de Dios. No hay
que ir a ningún sitio. No hay que hacer nada para encontrarle, Él está
aquí. Él está conmigo. Él es mi vida. Si vivo, formo parte de Dios.
Hay
un bendito alivio cuando nos damos cuenta de nuestra unidad con Dios.
Toda la dura lucha, toda la inútil nostalgia, toda la sensación del
sufrimiento de estar fuera investigando, todo eso termina. Un
pensamiento de puro gozo llena nuestra mente. A veces rebosa de risas,
una cierta diversión compasiva por la ridícula idea con la que nos hemos
atormentado, de que podíamos estar separados de Él, de algún modo.
¿Puede el rayo de sol estar separado del sol? ¿Puede una idea estar
separada de la mente que la piensa?
Y así volvemos de nuevo al centro tranquilo y silencioso dentro de nosotros, donde todo se sabe. Pedimos “contemplar
la faz de Cristo en lugar de nuestros errores” (2:1). Afirmamos que ya
no queremos perdernos más en el olvido. Afirmamos claramente que
queremos abandonar nuestra soledad y encontrarnos a nosotros mismos, tal
como siempre hemos estado: en el Hogar. Y en la quietud, Dios nos
habla, y nos dice que somos Su Hijo.
¿Qué es el perdón? (Parte 3)
L.pII.1.2:1-2
Todo el segundo párrafo trata de la falta de perdón. La característica de un pensamiento que no perdona es que “emite un juicio que no pone en duda a pesar de que es falso” (2:1).
Entonces,
la característica de una mente que perdona es que está dispuesta a
poner en duda ¡sus propios juicios! La mente que no perdona dice: “Mi
mente ya lo tiene claro, no me confundas con hechos”. La mente que
perdona dice: “Quizá hay otro modo de ver esto”.
En
la sección que trata de las diez características de los maestros
avanzados de Dios (Capítulo 4 del Manual para el Maestro) la última
característica es la “mentalidad abierta”. Dice:
De
la misma manera en que los juicios cierran la mente impidiéndole la
entrada al Maestro de Dios, de igual modo la mentalidad abierta lo
invita a entrar. De la misma manera en que la condenación juzga al Hijo
de Dios como malvado, de igual modo la mentalidad abierta permite que
sea juzgado por la Voz de Dios en Su Nombre. (M.4.X.1:3-4)
Estar
dispuesto a abandonar nuestros propios juicios y a oír el juicio del
Espíritu Santo es lo que hace que el perdón sea posible. Una mente que
no perdona “se ha cerrado y no puede liberarse” (2:2). La mente que
perdona está abierta. Una y otra vez el Curso nos pide que estemos
dispuestos a ver las cosas de manera diferente, que estemos dispuestos a
poner en duda lo que creemos que sabemos, y que sencillamente “hagamos
esto”:
Permanece
muy quedo y deja a un lado todos los pensamientos acerca de lo que tú
eres y de lo que Dios es; todos los conceptos que hayas aprendido acerca
del mundo; todas las imágenes que tienes acerca de ti mismo.
(L.189.7:1)
Cuando se deja el juicio a un lado “lo que entonces queda libre para ocupar su lugar es la Voluntad de Dios” (1:7)
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