jueves, 8 de agosto de 2019

UN CURSO DE MILAGROS. 8 de Agosto. LECCIÓN 220


LECCIÓN 220

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

1. (200) No hay más paz que la paz de Dios.

2Que no me desvíe del camino de la paz, pues ando perdido por cualquier otro sendero que no sea ése. 3Mas déjame seguir a Aquel que me conduce a mi hogar, y la paz será tan segura como el Amor de Dios.

4No soy un cuerpo. 5Soy libre. 
6Pues aún soy tal como Dios me creó. 


AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-220-audios-mp3_rf_4928720_1.html


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Ayuda para las lecciones:
de  Robert Perry  y Allen Watson


LECCIÓN 220   -   8 AGOSTO

“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”
(200) “No hay más paz que la paz de Dios”
“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”


SEXTO  REPASO.   INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA

Propósito: Repasar cuidadosamente las últimas 20 lecciones, cada una de las cuales contiene todo el plan de estudios en su totalidad y, por lo tanto, es suficiente para la salvación, si se entiende, se practica, se acepta y se aplica sin excepción.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: por lo menos quince minutos.

  • Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
  • Cierra los ojos y abandona todo lo que abarrota tu mente, olvídate de todo lo que crees saber. Dedícale el tiempo al Espíritu Santo, tu Maestro. Si te das cuenta de algún pensamiento de distracción, de inmediato niega que seas su presa, asegurándole a tu mente que ya no lo quieres más. Luego abandónalo y sustitúyelo con la idea del día. Di: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).

Observaciones: Estamos intentando ir más allá de las formas especiales de práctica porque lo que estamos intentando es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios, que es nuestro objetivo.

Recordatorios cada hora: Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.

Respuesta a la tentación: No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. Luego descarta tranquila­mente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día, diciendo: No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).


COMENTARIOS SOBRE LA PRÁCTICA

  • Intentamos abandonar las palabras.
  • Intentamos abandonar las formas especiales de practicar.

Para las sesiones de práctica más largas nuestras únicas instrucciones son:

  • Vaciar nuestra mente de todo lo que la abarrota y olvidar todo lo que pensábamos que sabíamos.
  • Entregamos nuestras sesiones de práctica al Espíritu Santo, Quien nos enseñará qué pensar, decir y hacer, y Quien guiará nuestras sesiones de práctica.

Hay dos excepciones a esta falta de estructura:

  • Se nos dice que no dejemos pasar ningún pensamiento vano o distraído sin respuesta durante nuestro tiempo de quietud.
  • Se nos dan unos pocos pensamientos concretos (unas pocas líneas) para la lección de cada día, para que nos ayuden en nuestra práctica.


Comentario

Vernos como un cuerpo es estar en conflicto. La paz sólo puede encontrarse en Dios. Buscar la paz en el mundo físico está condenado al fracaso, porque el cuerpo es una expresión de conflicto.

La oración de esta lección de repaso habla de no desviarnos del “camino de la paz”. ¿Qué significa eso? Está claro que se refiere a cualquier estado no pacífico de la mente, cualquier pensamiento de enemistad, ira, odio o ataque. El Curso nos pide vigilancia mental, observar nuestros pensamientos en busca de cualquier cosa que se oponga a la paz y, tan pronto como se encuentre un pensamiento así, llevarlo a la Presencia del Espíritu Santo para que sea sanado. Se nos dice que pensemos lo siguiente: “No es esto lo que yo quiero. Quiero la paz de Dios”. Así que cuando notemos que nuestros pensamientos tienden al conflicto respondemos. Quizá oramos: “Que no me desvíe del camino de la paz”.

Sin embargo, desviarme del camino de la paz incluye más que el ataque abierto. El ego puede disfrazar el ataque de maneras muy ingeniosas, ciertamente el Curso ve incluso nuestras relaciones de amor especial, nuestro falso perdón, y nuestros intentos de empatía como ataques disfrazados. Si no hay más paz que la paz de Dios, entonces buscar la paz por algún otro camino es un aferrarse al ataque. Si únicamente hay un camino a mi meta, y elijo no seguir ese camino, estoy eligiendo la dirección opuesta a mi meta. Se trata de buscar paz por medio de la guerra, lo que es imposible. Por ejemplo, el ego a menudo busca una paz ilusoria por medio de la fuerza, intentando dominar la situación física o mentalmente. No podemos encontrar la paz intentando atemorizar al mundo para que obedezca. Siguiendo esa dirección, no nos estamos encaminando a la paz, nos hemos perdido.

El camino a la paz de Dios es seguir al Espíritu Santo, “seguir a Aquel que me conduce a mi hogar”. Cuando intentamos solucionar nuestros problemas por nuestra cuenta, no estamos siguiendo el camino a la paz:

El ego siempre intenta perpetuar el conflicto. Es sumamente ingenioso en encontrar soluciones que parecen mitigar el conflicto, ya que no quiere que el conflicto te resulte tan intolerable que decidas renunciar a él.   (T.7.VIII.2:2-3)

Intentar utilizar nuestro propio ingenio para resolver el conflicto es otro modo de desviarnos del verdadero camino a la paz.

Hoy, cuando parezca que surge un problema, que recuerde la lección: “No hay más paz que la paz de Dios”. Que busque de inmediato la paz, pero no a mi manera: Que me vuelva al Espíritu Santo dentro de mí y Le pida que Él me guíe.

Cuando sientas que la santidad de tu relación se ve amenazada por algo, detente de inmediato y, a pesar del temor que puedas sentir, ofrécele al Espíritu Santo tu consentimiento para que Él cambie ese instante por el instante santo que preferirías tener. Él jamás dejará de complacer tu ruego.   (T.18.V.6:1-2)


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