miércoles, 21 de agosto de 2019

UN CURSO DE MILAGROS. 21 de Agosto. LECCIÓN 233



LECCIÓN 233

Hoy le doy mi vida a Dios para que Él la guíe.

1. Padre, hoy te entrego todos mis pensamientos. 2No quiero quedarme con ninguno de ellos. 3En su lugar, dame los Tuyos. 4Te entrego asi­mismo todos mis actos, de manera que pueda hacer Tu Voluntad en lugar de ir en pos de metas inalcanzables y perder el tiempo en vanas imaginaciones. 5Hoy vengo a Ti. 6Me haré a un lado y simplemente Te seguiré. 7Sé Tú el Guía hoy, y yo el seguidor que no duda de la sabiduría de lo Infinito, ni del Amor cuya ternura no puedo comprender, pero que es, sin embargo, el perfecto regalo que Tú me haces.

2. Hoy nos dirige un solo Guía. 2mientras caminamos juntos le entregamos este día sin reserva alguna. 3Éste es Su día. 4por eso es un día de incontables dones y de infinitas mercedes para noso­tros.



AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-233-audios-mp3_rf_5038090_1.html

2. ¿Qué es la salvación?

1. La salvación es la promesa que Dios te hizo de que finalmente encontrarás el camino que conduce a Él. 2Él no puede dejar de cumplirla. 3Garantiza que al tiempo le llegará su fin, al igual que a todos los pensamientos que se originaron en él. 4La Palabra de Dios se le concede a toda mente que cree tener pensamientos separados, a fin de reemplazar, esos pensamientos de conflicto con el Pensamiento de la paz.

2. El Pensamiento de la paz le fue dado al Hijo en el mismo ins­tante en que su mente concibió el pensamiento de la guerra. 2Antes de eso no había necesidad de ese Pensamiento, pues la paz se había otorgado sin opuestos y simplemente era. 3Una mente dividida, no obstante, tiene necesidad de curación. 4Y así, el Pen­samiento que tiene el poder de subsanar la división pasó a formar parte de cada fragmento de la mente que seguía siendo una, pero no reconocía su unidad. 5Al no conocerse a sí misma, pensó que había perdido su Identidad.

3. La salvación es un des-hacer en el sentido de que no hace nada, al no apoyar el mundo de sueños y de malicia. 2De esta manera, las ilusiones desaparecen. 3Al no prestarles apoyo, deja que sim­plemente se conviertan en polvo. 4lo que ocultaban queda ahora revelado: un altar al santo Nombre de Dios donde Su Palabra está escrita, con las ofrendas de tu perdón depositadas ante él, y tras ellas, no mucho más allá, el recuerdo de Dios.

4. Acudamos diariamente a este santo lugar y pasemos un rato juntos. 2Ahí compartimos nuestro sueño final. 3Es éste un sueño en el que no hay pesares, pues contiene un atisbo de toda la glo­ria que Dios nos ha dado. 4En él se ve brotar la hierba, los árboles florecer y los pájaros hacer sus nidos en su ramaje. 5La tierra nace de nuevo desde una nueva perspectiva. 6La noche ya pasó, y ahora nos hemos unido en la luz.


5. Desde ahí le extendemos la salvación al mundo, pues ahí fue donde la recibimos. 2El himno que llenos de júbilo entonamos le proclama al mundo que la libertad ha retornado, que al tiempo casi le ha llegado su fin y que el Hijo de Dios tan sólo tiene que esperar un instante antes de que su Padre sea recordado, los sue­ños hayan terminado, la eternidad haya disuelto al mundo con su luz y el Cielo sea lo único que exista.


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Ayuda para las lecciones:
de  Robert Perry  y Allen Watson


LECCIÓN 233  -   21  AGOSTO

“Hoy le doy mi vida a Dios para que Él la guíe”

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.

  • Lee la lección.
  • Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
  • Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

  • Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
  • Piensa en ella durante un rato.

Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.

Comentario

Una cosa que me parece muy interesante acerca del Curso es que no es quisquilloso en su teología. Hay lugares en el Curso que dejan muy claro que Dios ni siquiera oye las palabras de nuestras oraciones y que, conociendo únicamente la Verdad, Él no conoce nuestros errores. Entonces, “lógicamente” las oraciones “deberían” ser dirigidas al Espíritu Santo o a Jesús, de los que se habla como intermediarios entre la verdad y las ilusiones, o un puente entre nosotros y Dios. Sin embargo, aquí en la Segunda Parte del Libro de Ejercicios tenemos 140 lecciones, cada una de las cuales contiene una oración dirigida al “Padre”.

En la lección de hoy, Le pedimos al Padre que nos guíe. Pero en otro sitio, se define ser Guía como la función del Espíritu Santo. Así que tengo la sensación de que Jesús (el autor) no está preocupado por la estricta exactitud teológica. Pienso que él es un buen ejemplo a seguir para nosotros. ¿Nos pediría que orásemos al Padre si fuera una práctica espiritual sin importancia?

Si no sacáramos nada más del Curso que la práctica de darle nuestra vida a Dios para que Él nos dirija, estaríamos rápidamente de vuelta en el Hogar. Podemos pedirle que reemplace nuestros pensamientos con los Suyos, y que durante el día dirija todo lo que pensamos, todo lo que hacemos y decimos. Literalmente pensar o actuar por nuestra propia cuenta es una pérdida de tiempo. Su sabiduría es infinita, Su Amor y Su ternura están más allá de lo que podemos comprender. ¿Podemos pedir un Guía más fiable?

El primer paso para seguir la dirección de Dios es hacernos a un lado, soltar las riendas de nuestra vida y ponerlas voluntariamente bajo Su control. Su dirección llegará. A veces, tal vez en muy pocas ocasiones, oiremos una Voz interior. Por experiencia personal, esto es muy raro. Otras veces, sucederán cosas a nuestro alrededor que nos mostrarán muy claramente el camino. O una seguridad interior surgirá sin razón aparente. Quizá como “por casualidad” nos daremos cuenta de algo que dice alguien, o una canción en la radio, o una frase de un libro. Si estamos escuchando para oírle, Le oiremos.

Otra solución es entregarle nuestro día a Él “sin reserva alguna” (2:2), es decir, sin quedarnos nada para solucionar por nuestra cuenta. A veces estamos tan obsesionados con lo que pensamos que queremos o necesitamos, que no estamos dispuestos a oír nada en contra de ello. Y si no estamos dispuestos a oír, no oiremos. Somos como un carrito de la compra roto, que siempre tira para la izquierda o para la derecha, no respondemos bien a la dirección. Tenemos que estar dispuestos a renunciar a todas nuestras preferencias, a toda nuestra inversión en un resultado determinado de antemano, y volvernos completamente dóciles, completamente abiertos a cualquier dirección que Él quiera darnos. Como dice un viejo cántico cristiano:

Hágase Tu Voluntad, Señor,
Hágase Tu Voluntad.
Tú eres el alfarero,
Yo soy la arcilla.
Moldéame y hazme,
Según Tu Voluntad,
Mientras espero,
Cediendo y en silencio.

Eso es lo que significa hacernos a un lado. Así es como le damos nuestra vida a Dios para que Él la guíe. Él nos guía. Nosotros Le seguimos, sin dudar.


¿Qué es la salvación?  (Parte 3)

L.pII.2.2:1-3

El Pensamiento de la paz que es nuestra salvación “le fue dado al Hijo en el mismo ins­tante en que su mente concibió el pensamiento de la guerra” (2:1). No transcurrió ningún tiempo entre el pensamiento de la guerra y el Pensamiento de la paz. La salvación se dio en el mismo instante en que surgió la necesidad. El Texto nos ofrece una imagen preciosa de esto, que dice: “No se perdió ni una sola nota del himno celestial” (T.26.V.5:4). La paz del Cielo no se vio alterada en absoluto. Y habiéndose contestado, el problema se resolvió para todo el tiempo y por toda la eternidad, en aquel instante de la eternidad.

Sin embargo, nuestro descubrimiento de la salvación necesita tiempo. O por lo menos así parece. Una semejanza: Imagínate que de repente, por una razón desconocida hasta ahora, te ves con la carga de pagar unos impuestos de hacienda de 10.000 euros, pero en ese mismo instante alguien deposita un millón de euros en tu cuenta corriente. Podrías pasar un montón de tiempo intentando conseguir el dinero que necesitas si no sabes que lo tienes en tu cuenta corriente, pero en realidad no tienes que hacer nada porque el problema ya está resuelto. Entonces, todo lo que necesitas hacer es dejar de intentar solucionar el problema y aprender que ya se ha solucionado.

Antes de que surgiese el pensamiento de la separación (o de la guerra), no había necesidad del “Pensamiento de la paz”. La paz simplemente existía, sin opuestos. Así que podría decirse que el problema creó su propia solución. Antes del problema, no había solución porque no había necesidad de solución. Pero cuando surgió el problema, la solución ya estaba allí. “Una mente dividida, no obstante, tiene necesidad de curación” (2:3). El pensamiento de separación es lo que hace necesario el pensamiento de sanación, pero cuando se acepta la sanación, o cuando se abandona el pensamiento de separación, ya no es necesaria la sanación. La sanación es un remedio temporal (relacionado con el tiempo). En el Cielo no hay necesidad de sanación.

Como el Curso dice acerca del perdón, debido a que hay una ilusión de necesidad, se necesita una ilusión de respuesta o solución. Pero esa “respuesta” es la simple aceptación de lo que siempre ha sido verdad, y siempre lo será. La paz simplemente existe, y la salvación consiste en nuestra aceptación de ese hecho. Tal como el Curso la ve, la salvación no es una respuesta divina activa a una necesidad real. En lugar de ello, es una aparente respuesta a un problema que no existe en la realidad.

Por eso el Curso le llama a nuestro camino espiritual “un viaje sin distancia” (T.8VI.9:7) y ciertamente “una jornada que nunca comenzó” (L.225.2:5). Mientras estamos en él, el viaje parece muy real, y a menudo muy largo. Cuando termine, sabremos que nunca abandonamos el Cielo, nunca fuimos a ninguna parte, y siempre hemos estado donde estamos: en el Hogar en Dios. El viaje en sí mismo es imaginario. Consiste en aprender poco a poco que la distancia que percibimos entre nosotros y Dios no existe realmente.


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Puedes acceder a todos los audios de la parte TEÓRICA de UN CURSO DE MILAGROS AQUÍ 

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