LECCIÓN 234
Padre, hoy vuelvo a ser Tu Hij@.
1. Hoy
vislumbraremos el momento en que los sueños de pecado y de culpa hayan
desaparecido y hayamos alcanzado la santa paz de la que nunca nos
habíamos apartado. 2Sólo un instante ha transcurrido entre la eternidad y lo intemporal. 3Y fue
tan fugaz, que no hubo interrupción alguna en la continuidad o en los
pensamientos que están eternamente unidos cual uno solo. 4Jamás ocurrió nada que perturbase la paz de Dios el Padre ni la del Hijo. 5Hoy aceptamos la veracidad de este hecho.
2. Te agradecemos, Padre, que no podamos perder el recuerdo de Ti ni el de Tu Amor. 2Reconocemos
nuestra seguridad y Te damos las gracias por todos los dones que nos
has concedido, por toda la amorosa ayuda que nos has prestado, por Tu
inagotable paciencia y por habernos dado Tu Palabra de que hemos sido
salvados.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-234-audios-mp3_rf_5038324_1.html
2. ¿Qué es la salvación?
1. La salvación es la promesa que Dios te hizo de que finalmente encontrarás el camino que conduce a Él. 2Y Él no puede dejar de cumplirla. 3Garantiza que al tiempo le llegará su fin, al igual que a todos los pensamientos que se originaron en él. 4La
Palabra de Dios se le concede a toda mente que cree tener pensamientos
separados, a fin de reemplazar, esos pensamientos de conflicto con el
Pensamiento de la paz.
2. El Pensamiento de la paz le fue dado al Hijo en el mismo instante en que su mente concibió el pensamiento de la guerra. 2Antes de eso no había necesidad de ese Pensamiento, pues la paz se había otorgado sin opuestos y simplemente era. 3Una mente dividida, no obstante, tiene necesidad de curación. 4Y
así, el Pensamiento que tiene el poder de subsanar la división pasó a
formar parte de cada fragmento de la mente que seguía siendo una, pero
no reconocía su unidad. 5Al no conocerse a sí misma, pensó que había perdido su Identidad.
3. La salvación es un des-hacer en el sentido de que no hace nada, al no apoyar el mundo de sueños y de malicia. 2De esta manera, las ilusiones desaparecen. 3Al no prestarles apoyo, deja que simplemente se conviertan en polvo. 4Y lo
que ocultaban queda ahora revelado: un altar al santo Nombre de Dios
donde Su Palabra está escrita, con las ofrendas de tu perdón depositadas
ante él, y tras ellas, no mucho más allá, el recuerdo de Dios.
4. Acudamos diariamente a este santo lugar y pasemos un rato juntos. 2Ahí compartimos nuestro sueño final. 3Es éste un sueño en el que no hay pesares, pues contiene un atisbo de toda la gloria que Dios nos ha dado. 4En él se ve brotar la hierba, los árboles florecer y los pájaros hacer sus nidos en su ramaje. 5La tierra nace de nuevo desde una nueva perspectiva. 6La noche ya pasó, y ahora nos hemos unido en la luz.
5. Desde ahí le extendemos la salvación al mundo, pues ahí fue donde la recibimos. 2El himno que llenos de júbilo entonamos le proclama al mundo que la libertad
ha retornado, que al tiempo casi le ha llegado su fin y que el Hijo de
Dios tan sólo tiene que esperar un instante antes de que su Padre sea
recordado, los sueños hayan terminado, la eternidad haya disuelto al
mundo con su luz y el Cielo sea lo único que exista.
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Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
de Robert Perry y Allen Watson
LECCIÓN 234 - 22 AGOSTO
“Padre, hoy vuelvo a ser Tu Hij@”
Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
- Lee la lección.
- Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
- Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.
Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.
Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.
Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.
Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.
- Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
- Piensa en ella durante un rato.
Observaciones generales: Ahora,
en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos,
empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del
Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una
gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final
del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado
cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita
para que Él venga a ti.
Comentario
Esta lección trata de disfrutar del Cielo por anticipado.
Hoy
vislumbraremos el momento en que los sueños de pecado y de culpa hayan
desaparecido y hayamos alcanzado la santa paz de la que nunca nos
habíamos apartado. (1:1)
Eso
es lo que hacemos cada día cuando nos acercamos a Dios en esos momentos
de quietud y silencio. Nos estamos ofreciendo a nosotros mismos un
anticipo del Cielo. Ahora mismo, en este mismo instante, imagínate que
todos tus sueños de pecado y de culpa han desaparecido. Imagínate que
todo el miedo ha desaparecido, ¡todo el miedo! Imagínate que cada
pensamiento de conflicto ha desaparecido. Imagínate que no hay nada y
que no puede haber nada que altere tu perfecto reposo.
Lo que estás imaginando es real, el verdadero estado de cómo son las cosas.
Jamás ocurrió nada que perturbase la paz de Dios el Padre ni la del Hijo. (1:4)
Los
sueños de pecado y de culpa, el sueño de miedo, el sueño de conflicto,
el sueño de cualquier alteración, es sólo eso: un sueño. Nada más que un
sueño. Abandónalo. Déjalo ir, sin ningún significado ni sentido. Sólo
una burbuja en la corriente.
Sólo
un instante ha transcurrido entre la eternidad y lo intemporal. Y fue
tan fugaz, que no hubo interrupción alguna en la continuidad o en los
pensamientos que están eternamente unidos cual uno solo. Jamás ocurrió
nada que perturbase la paz de Dios el Padre ni la del Hijo. Hoy
aceptamos la veracidad de este hecho. (1:2-5)
En
estos momentos de recuerdo, estos instantes santos que dedicamos cada
día, estamos anticipando el momento en que nuestras pesadillas ya han
desaparecido. No, todavía no estoy allí, tampoco tú, no en nuestra
experiencia, aunque sí en la realidad; tal como afirma la lección: nunca
nos apartamos (1:1). Nunca hubo una “interrupción en la continuidad”, y
ni siquiera se perdió una nota en la melodía del Cielo. Sin embargo, la
mayor parte del tiempo todavía estamos viviendo en el sueño. Pero
podemos sentir momentos de anticipación, experiencias directas de la
verdad. Eso es lo que buscamos ahora mismo. Un momento de anticipación.
Una sensación en el centro de nuestro ser, algo que identificamos con la
palabra “paz”, algo que las palabras no pueden expresar.
Éstos
son momentos de práctica en los que voluntariamente nos elevamos por
encima de nuestra experiencia mundana normal. Elegimos “aceptar como
totalmente verdadero” el hecho de que la paz de Dios, el Padre y el
Hijo, nunca se ha visto alterada. Sólo por un momento, ahora
mismo, nos permitimos creerlo. No nos preocupa si dentro de quince
minutos no lo creemos. No nos preocupa qué le sucederá a nuestra vida si
lo creemos. No tenemos en cuenta toda la evidencia en contra que nos
han traído nuestros sentidos en el pasado. Sencillamente dejamos que
todo eso desaparezca, y sentimos profundamente el ambiente del Cielo.
Esto es mi Hogar. Esto es lo que verdaderamente quiero. Esto es la
verdad. Esto es todo lo que quiero.
Si
surgen en nuestra mente pensamientos de pecado, o de culpa, o de miedo,
simplemente los despedimos. “Esto no es lo que quiero sentir ahora.
Ahora quiero la paz de Dios. Ahora mismo tengo la paz de Dios”.
Jesús, nuestro Hermano Mayor, se une a nosotros y nos dirige en la oración, orando con nosotros:
Te
agradecemos, Padre, que no podamos perder el recuerdo de Ti ni el de Tu
Amor. Reconocemos nuestra seguridad y Te damos las gracias por todos
los dones que nos has concedido, por toda la amorosa ayuda que nos has
prestado, por Tu inagotable paciencia y por habernos dado Tu Palabra de
que hemos sido salvados. (2:1-2)
¿Qué es la salvación? (Parte 4)
L.pII.2.2:4-5
Para
nuestra mente, la separación es real. “La separación es un sistema de
pensamiento que si bien es bastante real en el tiempo, en la eternidad
no lo es en absoluto” (T.3.VII.3:2). “La mente puede hacer que la creencia en la separación sea muy real” (T.3.VII.5:1).
La mente se siente a sí misma dividida, separada de Dios, y con un
trozo de mente separada de los otros trozos. Ésta es nuestra experiencia
en el tiempo, y es “bastante real” en el tiempo, aunque no es real en
la eternidad. En realidad, la mente no está dividida realmente,
sencillamente no reconoce su unidad (2:4). Pero dentro de esa mente
única, la experiencia de la separación parece real.
Piensa
en cualquier sueño nocturno que hayas tenido en el que te hayas
relacionado con otras personas. Tú eres tú mismo en el sueño, y los
otros son otros personajes. Quizá alguien te está haciendo el amor.
Quizá tú estás discutiendo con alguien, o te está persiguiendo un
monstruo. Dentro del sueño, cada personaje es distinto y separado. Las
otras personas en el sueño pueden decir o hacer cosas que te sorprenden o
que no entiendes. Y sin embargo, de hecho, ¡cada uno de esos “otros
personajes” sólo existe en tu propia mente y en tu propio sueño! Tu
mente los está inventando. En el sueño hay separación entre los
personajes. En realidad sólo hay una mente, y diferentes aspectos de esa
mente se están relacionando unos con otros como si fueran seres
diferentes.
Según
el Curso, esto es exactamente lo que está sucediendo en todo este
mundo. Es una sola mente, experimentando diferentes aspectos de sí misma
como si fueran seres separados. Dentro de ese sueño la separación entre
los diferentes personajes parece ser clara y distinta, insalvable. Y
sin embargo, la mente sigue siendo una. La única mente no se reconoce no
se conoce a sí misma, “al no conocerse a sí misma, pensó que había
perdido su Identidad” (2:5). Pero, de hecho, la Identidad no se perdió,
únicamente en el sueño.
Y
así, dentro de cada trozo de la mente que no reconoce su unidad, Dios
puso el Pensamiento de la paz, “el Pensamiento que tiene el poder de
subsanar la división” (2:4). Esta “parte de cada fragmento” (2:4)
recuerda la Identidad de la mente. Es una parte que es compartida por
cada fragmento. Como un hilo dorado que recorre una pieza de tela, nos
une a todos juntos, y lleva constantemente a los fragmentos
aparentemente separados hacia su verdadera unidad. Este Pensamiento
dentro de nosotros sabe que “Jamás ocurrió nada que perturbase la paz de
Dios el Padre ni la del Hijo” (L.234.1:4).
Este
Pensamiento, que Dios puso dentro de nosotros, es lo que buscamos
cuando nos aquietamos en el instante santo. Al acallar todos los
pensamientos separados, escuchamos Su Voz dentro de nosotros,
hablándonos de nuestra unidad, nuestra compleción y plenitud, nuestra
paz eterna. Este Pensamiento tiene el poder de sanar la separación, de
deshacer la aparente realidad de nuestra ilusión de separación, y de
devolverle a la Filiación la consciencia de su unidad. “La salvación
reinstaura en tu conciencia la integridad de todos los fragmentos que
percibes como desprendidos y separados” (M.19.4:2).
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