LECCIÓN 222
Dios está conmigo. Vivo y me muevo en Él.
1. Dios está conmigo. 2Él
es mi Fuente de vida, la vida interior, el aire que respiro, el
alimento que me sustenta y el agua que me renueva y me purifica. 3Él
es mi hogar, en el que vivo y me muevo; el Espíritu que dirige todos
mis actos, me ofrece Sus Pensamientos y garantiza mi perfecta inmunidad
contra todo dolor. 4Él me prodiga bondad y cuidado, y contempla con amor al Hijo sobre el que resplandece, el cual a su vez resplandece sobre Él. 5¡Qué serenidad la de aquel que conoce la verdad de lo que Él dice hoy!
2. Padre,
no tenemos en nuestros labios ni en nuestras mentes otras palabras que
Tu Nombre, cuando acudimos silenciosamente ante Tu Presencia, pidiendo
que se nos conceda poder descansar Contigo por un rato en paz.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-222-audios-mp3_rf_4932369_1.html
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Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
de Robert Perry y Allen Watson
LECCIÓN 222 - 10 AGOSTO
“Dios está conmigo. Vivo y me muevo en Él”
Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
- Lee la lección.
- Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
- Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.
Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.
Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.
Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.
Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.
- Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
- Piensa en ella durante un rato.
Observaciones generales: Ahora,
en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos,
empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del
Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una
gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final
del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado
cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita
para que Él venga a ti.
Comentario
De
nuevo se nos lleva a la Presencia de Dios, sin palabras, en silencio y
quietud. Somos conscientes únicamente de Dios, con Su Nombre en nuestros
labios.
¿Qué
significa “vivo y me muevo en Dios”? Éste es el mensaje que el Apóstol
Pablo llevó a los Atenienses, hablando del “dios desconocido”, y
diciendo: “en Él vivimos, y nos movemos y tenemos nuestro ser” (Hechos
de los A. 17:16-28). La lección habla de la Presencia de Dios en todos y
en todo, que Dios está en todas partes y “en todo momento”. En hermosas
imágenes, la lección saca nuestros pensamientos a la Presencia que todo
lo llena, que nunca está separada de nosotros, “más cerca que mi propia
respiración, y más cerca que mis manos y pies”, como escribió Tennyson.
Esto son imágenes y no literal (en mi opinión). Si el mundo es una ilusión, como dice a menudo el Curso, Dios no es literalmente “el agua que me renueva y me purifica” (1:2). Esto está hablando de nuestra realidad espiritual, donde realmente estamos.
Dios es la realidad de todas las cosas que buscamos en el mundo para
alimento y sustento, Dios es la verdadera Fuente de nuestra vida.
Pensamos que vivimos en el mundo, pero vivimos en Dios. Pensamos que
nuestro cuerpo contiene nuestra vida, pero Él es nuestra vida. Pensamos
que respiramos aire, pero Le respiramos a Él. Dios es nuestro verdadero
alimento y nuestra verdadera bebida, nuestro verdadero Hogar. No vivimos
ni nos movemos en el mundo, vivimos y nos movemos en Dios.
Leer
esta lección en voz alta es un ejercicio excelente. O convertir la
primera parte en una oración: “Tú eres mi Fuente de vida... Tú eres mi
hogar”. Usa estas palabras al comienzo de tu periodo de práctica para
poner tu mente en un estado de consciencia de estar lleno de Dios y
dentro de Él, protegido por su amoroso cuidado. Luego, aquiétate, y
entra dentro de esa Presencia, para descansar con Él en paz durante un
rato.
¿Qué es el perdón? (Parte 2)
L.pII.1.1:2-7
Dice: “El perdón no perdona pecados, otorgándoles así realidad. Simplemente ve que no hubo pecado” (1:2-3).
Ésta es la distinción entre el verdadero perdón y el falso perdón, que La Canción de la Oración llama
“perdón-para-destruir” (Canción2:1-2). Hay una gran diferencia entre
ver pecado en alguien y luchar para pasarlo por alto o contener el deseo
de castigarle, y ver no un pecado sino un error y una petición de ayuda
de un Hijo de Dios confundido, y de manera natural responder con amor.
Cuando el Espíritu Santo nos permite ver el “pecado” de otro de esta
manera, de repente podemos ver nuestros propios”pecados” en esa misma
luz. En lugar de intentar justificar nuestros propios errores, podemos
admitir que son errores y abandonarlos sin culpa.
El
pecado es simplemente “una idea falsa acerca del Hijo de Dios” (1:5).
Es una falsa evaluación de uno mismo proyectada sobre todos a nuestro
alrededor. Es la creencia de que verdaderamente estamos separados, de
que somos los agresores del Amor de Dios en nuestra separación, y vemos
agresores por todas partes.
Aquí (1:6-7) el perdón se ve en tres pasos. Primero,
vemos la falsedad de la idea del pecado. Reconocemos que no ha habido
pecado, el Hijo de Dios (en el otro o en nosotros) sigue siendo el Hijo
de Dios, y no un demonio. Se ha equivocado, pero no ha pecado. Segundo,
siguiendo de cerca al primer paso y como consecuencia de él,
abandonamos la idea de pecado. Renunciamos a ella. Abandonamos nuestras
quejas, renunciamos a nuestros pensamientos de ataque. Sólo el primer
paso depende de nuestra elección, el segundo paso resultado del primero.
Cuando ya no vemos más el ataque, ¿qué razón hay para castigar con un
contraataque?
El tercer paso
es cosa de Dios. Algo viene a ocupar el lugar del pecado, la Voluntad
de Dios es libre para fluir a través de nosotros sin que nuestras
ilusiones se lo impidan, y el Amor sigue su curso natural. En esto
experimentamos nuestro verdadero Ser, la extensión del propio Amor de
Dios.
Todo
lo que necesitamos hacer, si se le puede llamar hacer, es estar
dispuesto a ver algo distinto al ataque, algo distinto al pecado.
Necesitamos estar dispuestos a admitir que nuestra percepción del pecado
es falsa. Cuando lo hagamos, el Espíritu Santo compartirá con nosotros
Su percepción. Él sabe cómo perdonar, nosotros no lo sabemos. Nuestro
papel consiste simplemente en pedirle que Él nos enseñe. Él hace el
resto, y todo sucede como resultado de ese estar dispuestos.
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