viernes, 13 de septiembre de 2019

UN CURSO DE MILAGROS. 13 de Septiembre. LECCIÓN 256

LECCIÓN 256

Dios es mi único objetivo hoy

1. La única manera de llegar a Dios aquí es mediante el perdón. 2No hay otra manera. 3Si la mente no le hubiese concedido tanto valor al pecado, ¿qué necesidad habría habido de encontrar el camino que conduce a donde ya te encuentras? 4¿Quién tendría aún incertidumbre? 5¿Quién podría estar inseguro de lo que es? 6¿Y quién podría seguir durmiendo entre espesas nubes de duda con respecto a la santidad de aquel que Dios creó libre de pecado? 7Aquí sólo podemos soñar. 8Pero podemos soñar que hemos perdonado a aquel en quien todo pecado sigue siendo imposible, y esto es lo que elegimos soñar hoy. 9Dios es nuestro objetivo, y el perdón, el medio por el que nuestras mentes por fin regresan a Él.


2. Y así es, Padre nuestro, como queremos llegar a ti por el camino que Tú has señalado. 2No tenemos otro objetivo que oír Tu Voz y hallar el camino que Tu sagrada Palabra nos ha señalado.

AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo

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INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA 

Ayuda para las lecciones:
de  Robert Perry  y Allen Watson



LECCIÓN 256  -   13  SEPTIEMBRE


Dios es mi único objetivo hoy




Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.


Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.

  • Lee la lección.
  • Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
  • Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

  • Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
  • Piensa en ella durante un rato.
Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.

Comentario

El título de la lección habla de nuestro objetivo. Las dos primeras frases tratan de los medios para lograr el objetivo:

La única manera de llegar a Dios aquí es mediante el perdón. No hay otra manera. (1:1-2)

Hablamos de medios y objetivo. Justo el otro día leí la sección del Texto “La Correspondencia entre Medios y Fin” (T.20.VII), en la que se explicaba cómo, si aceptamos el objetivo, tenemos que aceptar los medios para llegar allí.

El medio es el perdón, y el Curso continuamente insiste en que el perdón no es difícil ni puede serlo, porque todo lo que pide es que reconozcamos que lo que no existe no ha ocurrido, y sólo la verdad es verdad. ¿Cómo puede ser difícil ser lo que ya eres? Si sentimos que el perdón es difícil, sólo puede haber una razón: no queremos el medio porque todavía no queremos el objetivo.

En otras palabras, cualquier dificultad no procede del perdón en sí mismo, sino de que yo no lo quiero. Me señala a lo que estoy eligiendo, me indica que siempre tengo exactamente lo que quiero. El perdón parece difícil porque quiero que parezca difícil, y quiero que el medio parezca difícil para poder proyectar mi falta de voluntad sobre el medio que Dios me ha dado, culpando a ese medio en lugar de reconocer que yo soy la causa del problema.

“No hay otra manera” (1:2). Si el problema es únicamente la idea de pecado, la única solución tiene que ser el perdón. “Si la mente no le hubiese concedido tanto valor al pecado, ¿qué necesidad habría habido de encontrar el camino que conduce a donde ya te encuentras?” (1:3). Estamos intentando encontrar nuestro camino a Dios y ¡ya estamos ahí! No habría necesidad de nada si no hubiésemos “dado tanta importancia” al pecado. Al escuchar los pensamientos de nuestro ego, queríamos encontrar un motivo para la separación, y el pecado junto con la culpa y el miedo proporcionaron el motivo. Todo lo inventamos, y tenemos que ser los que los abandonemos.

Si despertásemos, el sueño de pecado desaparecería. Pero tenemos demasiado miedo para despertar, y el sueño de pecado y de culpa aparentemente se alimenta a sí mismo. Parece que no hay escapatoria. “Aquí sólo podemos soñar” (1:7). Pero (y este es un gran “pero”) “podemos soñar que hemos perdonado a aquel en quien todo pecado sigue siendo imposible, y esto es lo que elegimos soñar hoy” (1:8).

Así que paso mis días dándome cuenta del sueño de pecado y perdonándolo, una y otra vez, cada vez más, hasta que no quede nada que perdonar. En ese momento mi miedo a Dios habrá desaparecido, y despertaré.

Cuando hoy me dé cuenta de miedo o de culpa, o de pensamientos con juicios sobre los que me rodean, voy a mirarlos y reconocer que son insignificantes, que no significan nada. No voy a dejar que me molesten, y voy a saber que mi paz sigue sin ser alterada. Que entienda que nada de ello importa, y que todavía descanso en Dios. No son esos pensamientos lo que quiero, escuchar la Voz de Dios es mi único objetivo hoy.


¿Qué es el pecado?  (Parte 6)

L.pII.4.3:3-4

Si el “pecado” es algo real, lo que supone es enorme. Y completamente imposible. ¿Qué es lo que parece demostrar la realidad del pecado? “El pecado "prueba" que el Hijo de Dios es malvado, que la intem­poralidad tiene que tener un final y que la vida eterna sucumbirá ante la muerte” (3:3). Si el Hijo que Dios creó ha pecado de verdad, entonces el Hijo de Dios debe ser malvado. ¿Es posible eso? Si el Hijo de Dios es malvado, entonces lo que fue creado eterno debe terminar, el eterno Hijo de Dios debe morir. La “justicia” lo pediría. ¿Es posible que algo eterno termine, que algo eterno muera? Por supuesto que no, esto es absurdo. No puede ser.

El pecado también demuestra que “Dios Mismo ha perdido al Hijo que ama, y de lo único que puede valerse para alcanzar Su Plenitud es la corrup­ción; la muerte ha derrotado Su Voluntad para siempre, el odio ha destruido el amor y la paz ha quedado extinta para siempre” (3:4). El pensamiento de que Dios pierda lo que ama, siempre me ha parecido imposible, la idea del infierno y de la condenación eterna no tienen ninguna explicación. Yo solía pensar: “Si voy al Cielo, y mi padre” (que no creía en Dios) “va al infierno, ¿cómo puedo ser eternamente feliz, sabiendo que mi padre está sufriendo en el infierno? Si no soy feliz, ¿cómo podría estar en el Cielo? Y si yo no soy feliz, ¿cómo puede serlo Dios?

Si el pecado es real, el Hijo que Dios creó para que lo completase sería malvado, y Dios sólo tendría la maldad para completarlo. Su Voluntad ha fallado completamente. La maldad gana. Nunca más puede haber paz.

Por lo tanto, el pecado no puede ser real. La culpa y el miedo siguen al pecado dentro de la irrealidad. Si no hay pecado, no hay culpa. Si no hay culpa, no hay miedo. ¿De qué otro modo podría existir la paz? “El pecado es demencia” (1:1). Si Dios es Dios, si Su Voluntad se hace, si la creación es eterna, el pecado no puede existir. Esto es lo que el perdón nos muestra:  


Todo pecado sigue siendo imposible, y esto es lo que elegimos soñar hoy. Dios es nuestro objetivo, y el perdón, el medio por el que nuestras mentes por fin regresan a Él. (L.256.1:8-9)
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