LECCIÓN 245
Tu paz está conmigo, Padre. Estoy a salvo.
1. Tu paz me rodea, Padre. 2Dondequiera que voy, Tu paz me acompaña 3y derrama su luz sobre todo aquel con quien me encuentro. 4Se la llevo al que se encuentra desolado, al que se siente solo y al que tiene miedo. 5Se la ofrezco a los que sufren, a los que se lamentan de una pérdida, así como a los que creen ser infelices y haber perdido toda esperanza. 6Envíamelos, Padre. 7Permíteme ser el portador de Tu paz. 8Pues quiero salvar a Tu Hijo, tal como dispone Tu Voluntad, para poder llegar a reconocer mi Ser.
2. Y así caminamos en paz, 2transmitiendo al mundo entero el mensaje que hemos recibido. 3Y
de esta manera oímos por fin la Voz que habla por Dios, la cual nos
habla según nosotros predicamos la Palabra de Dios, Cuyo Amor
reconocemos, puesto que compartimos con todos la Palabra que Él nos dio.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-245-audios-mp3_rf_5311273_1.html
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3. ¿Qué es el mundo?
1. El mundo es una percepción falsa. 2Nació de un error, y no ha abandonado su fuente. 3Persistirá mientras se siga abrigando el pensamiento que le dio vida. 4Cuando
el pensamiento de separación haya sido sustituido por uno de verdadero
perdón, el mundo se verá de una manera completamente distinta; de una
manera que conduce a la verdad en la que el mundo no puede sino
desaparecer junto con todos sus errores. 5Ahora su fuente ha desaparecido, al igual que sus efectos.
2. El mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios. 2Es el símbolo del miedo. 3Mas ¿qué es el miedo sino la ausencia de amor? 4El
mundo, por lo tanto, se fabricó con la intención de que fuese un lugar
en el que Dios no pudiese entrar y en el que Su Hijo pudiese estar
separado de Él. 5Esa fue la cuna de la percepción, pues el conocimiento no podría haber sido la causa de pensamientos tan descabellados. 6Mas los ojos engañan, y los oídos oyen falsedades. 7Ahora es muy posible cometer errores porque se ha perdido la certeza.
3. Y para sustituirla nacieron los mecanismos de la ilusión, 2que ahora van en pos de lo que se les ha encomendado buscar. 3Su finalidad es servir el propósito para el que se fabricó el mundo, de modo que diese testimonio de él y lo hiciera real. 4Dichos mecanismos ven en sus ilusiones una sólida base donde existe la verdad y donde se mantiene aparte de las mentiras. 5No obstante, no informan más que de ilusiones, las cuales se mantienen separadas de la verdad.
4. Del mismo modo en que el propósito de la vista fue alejarte de la verdad, puede asimismo tener otro propósito. 2Todo
sonido se convierte en la llamada de Dios, y Aquel a quien Dios designó
como el Salvador del mundo puede conferirle a toda percepción un nuevo
propósito. 3Sigue Su Luz, y verás el mundo tal como Él lo ve. 4Oye sólo Su Voz en todo lo que te habla. 5Y deja que Él te conceda la paz y la certeza que tú desechaste, pero que el Cielo salvaguardó para ti en Él.
5. No nos quedemos tranquilos hasta que el mundo se haya unido a nuestra nueva percepción. 2No nos demos por satisfechos hasta que el perdón sea total. 3Y no intentemos cambiar nuestra función. 4Tenemos que salvar al mundo. 5Pues
nosotros que lo fabricamos tenemos que contemplarlo a través de los
ojos de Cristo, de modo que aquello que se concibió para que muriese
pueda ser restituido a la vida eterna.
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INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA
Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
de Robert Perry y Allen Watson
LECCIÓN 245 - 2 SEPTIEMBRE
“Tu paz está conmigo, Padre. Estoy a salvo”
Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
- Lee la lección.
- Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
- Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.
Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.
Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.
Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.
Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.
- Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
- Piensa en ella durante un rato.
Observaciones generales: Ahora,
en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos,
empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del
Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una
gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final
del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado
cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita
para que Él venga a ti.
Comentario
La paz de Dios está siempre conmigo, y yo siempre estoy a salvo. No es algo que sea cierto sólo a ratos. La paz de Dios está conmigo ahora y
siempre. La intranquilidad es siempre algo que yo estoy poniendo encima
de la paz que está siempre ahí, que nunca me abandona. La
intranquilidad es una percepción falsa, la paz es la realidad. Si estoy
dispuesto a parar un instante, a decir: “¡Paz! ¡Aquiétate!” a la
tormenta en mi mente, la paz de Dios siempre está ahí, esperando a que
la descubra.
La
paz de Dios me rodea (1:1). Va conmigo dondequiera que yo voy (1:2). La
llevo conmigo y puedo derramar “su luz sobre todo aquel con quien me
encuentro” (1:3). Como San Francisco oraba, yo puedo ser un instrumento
de la paz de Dios, llevándosela “al que se encuentra desolado, al que se
siente solo y al que tiene miedo” (1:4). ¡Oh, yo quiero eso, hoy quiero
ser lo que soy! Quiero estar dispuesto a decir: “Envíamelos, Padre”
(1:6). Voy a escuchar la lección del Espíritu Santo: “Para tener paz,
enseña paz para así aprender lo que es” (T.6.V(B)). A medida que llevo
paz “a los que creen ser infelices y haber perdido toda esperanza” (1:5)
la encontraré en mí mismo. Reconoceré a mi Ser. Oiré la Voz de Dios.
Reconoceré Su Amor.
Hoy
si no siento Tu paz dentro de mí, voy a llevársela a alguien que la
necesite. Al hacerlo, reconoceré su presencia dentro de mí.
¿Qué es el mundo? (Parte 5)
L.pII.3.3:1-2
“Se ha perdido la certeza” (2:7), “y
para sustituirla nacieron los mecanismos de la ilusión” (3:1). Los
mecanismos de la ilusión incluyen no sólo nuestros ojos y oídos,
nuestros órganos físicos de percepción, sino también los mecanismos de
la mente que interpretan y ajustan lo que se percibe para que
encaje en los patrones que se buscan. Vemos lo que esperamos ver, lo que
queremos ver. Justo anoche estuve hablando acerca del extraño “punto
ciego” de nuestros ojos. Todos lo tenemos. Hay un lugar en la retina
(creo que a él se le une algún nervio o músculo) que no recoge la luz
que brilla a través del cristalino. Lo extraño es esto: la mente
“completa” el punto ciego con lo que “debería” haber ahí. Ninguno de
nosotros ve un punto vacío en nuestra vista, pero lo hay, la mente
simplemente inventa ¡lo que cree que debería haber ahí! ¡Éste es un
“mecanismo de ilusión” ciertamente! Y nuestra mente “inventa” lo que
“debería”haber ahí mucho más a menudo de lo que nos damos cuenta.
Todo
el proceso de la percepción es un proceso de ilusión. Nuestra mente
envía a los mensajeros que recogen información para que encuentren “lo
que se les ha encomendado buscar” (3:2). La mente les dice: “Encontrad
pruebas de culpa”. Y ¡quién lo iba a decir! “Encuentran pruebas de la
separación”. Ellos las inventan. El ego sólo ve lo que quiere ver. Y en
la percepción (en lo que vemos) el propósito del ego es dar testimonio y
hacer real la ausencia de amor, para demostrar que Dios no está aquí, y
que nosotros estamos aquí, separados de Él.
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