lunes, 23 de septiembre de 2019

UN CURSO DE MILAGROS. 23 de Septiembre. LECCIÓN 266

LECCIÓN 266

Mi santo Ser mora en ti, Hij@ de Dios

1. Padre, me diste todos Tus Hijos para que fuesen mis salvadores y mis consejeros de visión; los heraldos de Tu santa Voz. 2En ellos Tú te ves reflejado y en ellos Cristo me contempla desde mi Ser. 3No permitas que Tu Hijo se olvide de Tu santo Nombre. 4No permitas que Tu Hijo se olvide de su santo Origen. 5No permitas que Tu Hijo se olvide de que su nombre es el Tuyo.


2. En este día entramos al paraíso, invocando el Nombre de Dios y el nuestro, reconociendo nuestro Ser en cada uno de nosotros y unidos en el santo Amor de Dios. 2¡Cuántos salvadores nos ha dado Dios! 3¿Cómo podríamos perdernos en nuestro trayecto hacia Él, cuando Él ha poblado el mundo con aquellos que seña­lan hacia Él, y nos ha dado la vista para poder contemplarlos?.


AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo




INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA 

Ayuda para las lecciones:
de  Robert Perry  y Allen Watson


LECCIÓN 266  -   23  SEPTIEMBRE

Mi santo Ser mora en ti, Hij@ de Dios

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.

  • Lee la lección.
  • Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
  • Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.



Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.

Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.


Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

  • Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
  • Piensa en ella durante un rato.

Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.


Comentario

Estas palabras no se las digo a Jesús o a Cristo como un ser abstracto. Estas palabras se las digo a la persona que está sentada a mi lado, a mi jefe, a las personas de mi familia, a cualquiera que esté en frente de mí o en mi mente. “Mi santo Ser mora en ti, Hijo de Dios”.

Si mi mente está iluminada, todo el mundo es mi salvador. Todos señalan el camino a Dios (2:2-3). Jesús aquí está diciendo: “¡Despierta! No puedes perderte. El mundo está lleno de personas, y cada unote señala el camino a Dios. Cada uno refleja a Su Hijo. Tu Ser está en cada uno de ellos. Únicamente abre los ojos y yo te daré la visión para que Le veas”.

La Voluntad de Dios es que tú encuentres la salvación. ¿Cómo, entonces, no te iba a haber proporcionado los medios para encon­trarla? Si Su Voluntad es que te salves, tiene que haber dispuesto que alcanzar la salvación fuese posible y fácil. Tienes hermanos por todas partes. No tienes que buscar la salvación en parajes remotos. Cada minuto y cada segundo te brinda una oportuni­dad más para salvarte. (T.9.VII.1:1-6)

Nada muestra tan claramente lo deformada que está nuestra percepción como nuestra reacción a esta lección. Quizá en este momento estás pensando: “¡Sí, seguro! ¡A mí no me parecen salvadores y portadores de la Voz de Dios!”. Si somos honestos, la mayoría de nosotros reconoceremos que percibimos a nuestros hermanos como obstáculos y barreras en el camino a Dios, o como claros enemigos. Entonces, pensemos en la posibilidad de que la razón por la que los vemos así no tiene nada que ver con ellos o con la verdad. Pensemos que quizá hemos puesto nuestros pecados sobre ellos, y los vemos devolviéndonos esa forma de mirar (L.265.1:1). Empecemos a darnos cuenta de que nuestra forma de ver todas las cosas está al revés, y necesita ser corregida.

Que hoy abra los ojos. Que hoy me recuerde a mi mismo que cada persona con la que me encuentro o en la que pienso “es mi salvador, mi consejero para la visión, y mi portador de la Voz de Dios”. Que yo pida: “Dios, dame la visión para reconocer a mi Ser en esta persona”. Que reconozca que si veo algo distinto a lo que Dios dice que es su realidad, es mi propia enfermedad mental, mi propia manera deformada de ver, y que le lleve esas percepciones al Espíritu Santo para que Él las sane.


¿Qué es el cuerpo?  (Parte 6)

L.pII.5.3:4-5

Nuestra mente eligió inventar el cuerpo. Lo hicimos con miedo, y lo hicimos para ser temeroso. Una vez que comienza ese propósito, continuará a menos que se cambie de propósito. El cuerpo debe “cumplir el propósito que le fue asignado” (3:4), y continuará sirviendo al miedo mientras no pongamos en duda la base sobre la que se fabricó. Continuará protegiendo la separación, aislándonos, defendiendo nuestro pequeño ser contra el amor.

Sin embargo, nuestra mente tiene un gran poder. Nuestra mente puede elegir cambiar el propósito del cuerpo. Nuestra mente no está al servicio de nuestro cuerpo, sino que es el cuerpo el que sirve a la mente. Si en nuestra mente cambiamos lo que pensamos acerca de para qué es el cuerpo, el cuerpo empezará a servir a ese nuevo propósito. En lugar de usar el cuerpo para mantener alejado al amor, podemos empezar a usar el cuerpo para extender amor, para expresar amor, para sanar en lugar de hacer daño, para comunicarnos en lugar de separarnos, para unir en lugar de dividir. En lugar de ser una cerca, puede ser un medio de comunicación, el instrumento mediante el cual el Amor de Dios puede verse y oírse y tocarse en este mundo. Ésta es nuestra función aquí. 

No dejes de llevar a cabo tu función de amar en un lugar falto de amor que fue engendrado de las tinieblas y el engaño, pues así es como se deshacen las tinieblas y el engaño. (T.14.IV.4:10)


Estamos aquí para manifestar el Amor de Dios, para ser el Amor de Dios en este lugar sombrío y sin amor. El Amor sin forma de Dios toma forma en nuestro perdón, y en nuestro reconocimiento misericordioso y agradecido del Cristo en todos nuestros hermanos (L.186.14:2), mientras extendemos nuestra mano para ayudarles en su camino (L.pII.5.4:3).



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