martes, 3 de septiembre de 2019

UN CURSO DE MILAGROS. 3 de Septiembre. LECCIÓN 246



LECCIÓN 246

Amar a mi Padre es amar a Su Hijo.

1. Que no piense que puedo encontrar el camino a Dios si abrigo odio en mi corazón. 2Que no piense que puedo conocer a mi Padre o a mi ser, si trato de hacerle daño al Hijo de Dios. 3Que no deje de reconocerme a mí mismo, y siga creyendo que mi conciencia puede abarcar lo que mi Padre es o que mi mente puede concebir todo el amor que Él me profesa y el que yo le profeso a Él.

2. Aceptaré seguir el camino que Tú elijas para que yo venga a TiPadre mío. 2Y no podré por menos que triunfar porque así lo dispone Tu Volun­tad. 3reconoceré que lo que Tu Voluntad dispone, y sólo eso, es lo que la mía dispone también. 4Por lo tanto, elijo amar a Tu Hijo. 5Amén.


3. ¿Qué es el mundo?

1. El mundo es una percepción falsa. 2Nació de un error, y no ha abandonado su fuente. 3Persistirá mientras se siga abrigando el pensamiento que le dio vida. 4Cuando el pensamiento de separa­ción haya sido sustituido por uno de verdadero perdón, el mundo se verá de una manera completamente distinta; de una manera que conduce a la verdad en la que el mundo no puede sino desaparecer junto con todos sus errores. 5Ahora su fuente ha desaparecido, al igual que sus efectos.

2. El mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios. 2Es el símbolo del miedo. 3Mas ¿qué es el miedo sino la ausencia de amor? 4El mundo, por lo tanto, se fabricó con la intención de que fuese un lugar en el que Dios no pudiese entrar y en el que Su Hijo pudiese estar separado de Él. 5Esa fue la cuna de la percep­ción, pues el conocimiento no podría haber sido la causa de pen­samientos tan descabellados. 6Mas los ojos engañan, y los oídos oyen falsedades. 7Ahora es muy posible cometer errores porque se ha perdido la certeza.

3. Y para sustituirla nacieron los mecanismos de la ilusión, 2que ahora van en pos de lo que se les ha encomendado buscar. 3Su finalidad es servir el propósito para el que se fabricó el mundo, de modo que diese testimonio de él y lo hiciera real. 4Dichos mecanismos ven en sus ilusiones una sólida base donde existe la ver­dad y donde se mantiene aparte de las mentiras. 5No obstante, no informan más que de ilusiones, las cuales se mantienen separadas de la verdad.

4. Del mismo modo en que el propósito de la vista fue alejarte de la verdad, puede asimismo tener otro propósito. 2Todo sonido se convierte en la llamada de Dios, y Aquel a quien Dios designó como el Salvador del mundo puede conferirle a toda percepción un nuevo propósito. 3Sigue Su Luz, y verás el mundo tal como Él lo ve. 4Oye sólo Su Voz en todo lo que te habla. 5Y deja que Él te conceda la paz y la certeza que tú desechaste, pero que el Cielo salvaguardó para ti en Él.

5. No nos quedemos tranquilos hasta que el mundo se haya unido a nuestra nueva percepción. 2No nos demos por satisfechos hasta que el perdón sea total. 3Y no intentemos cambiar nuestra función. 4Tenemos que salvar al mundo. 5Pues nosotros que lo fabricamos tenemos que contemplarlo a través de los ojos de Cristo, de modo que aquello que se concibió para que muriese pueda ser restituido a la vida eterna.

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INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA 

Ayuda para las lecciones:
de  Robert Perry  y Allen Watson


LECCIÓN 246  -   3  SEPTIEMBRE

“Amar a mi Padre es amar a Su Hijo”

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.

  • Lee la lección.
  • Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
  • Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

  • Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
  • Piensa en ella durante un rato.

Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.

Comentario

No podemos amar a Dios Sin amar lo que Él creó. El apóstol Juan, en sus epístolas, dijo lo mismo que la lección de hoy:

Si alguno dice: “Amo a Dios”, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano. (1Juan 4:20-21)

En el Curso el “Hijo de Dios” se refiere no sólo a Jesús o a nuestros hermanos, se refiere también a nosotros mismos. La medida de la calidad de la relación que tenemos con Dios es las relaciones que tenemos con los que nos rodean y con nosotros mismos. El amor a nuestros hermanos refleja el amor que tenemos a Dios. “Que no piense que puedo encontrar el camino a Dios si abrigo odio en mi corazón” (1:1). Si de algún modo le deseo el mal a mi hermano, no puedo conocer a Dios, ni siquiera puedo conocer a mi Ser (1:2). Y si en mi mente estoy despreciándome a mí mismo, que soy el mismísimo Hijo de Dios, no podré conocer el Amor de Dios por mí, ni el mío por Él (1:3).

El ego es un pensamiento de ataque, cree que ha atacado a Dios y que ha ganado. Y además ve esa lucha reflejada en todos los que nos rodean, y proyecta su miedo y su ataque sobre todas las cosas, a menudo con disfraces astutos, algunos incluso llevan el nombre de “amor”.

Que esté abierto a descubrir los “pedacitos” de odio que todavía hay en mi corazón, especialmente aquellos dirigidos contra mí mismo. Hay más de los que me gustaría creer. El Texto me enseña que dejar al descubierto el odio dentro de mí es “importantísimo” (T.13.III.1:1). Me enseña que: “debes darte cuenta de que tu odio se encuentra en tu mente y no fuera de ella antes de que puedas liberarte de él” (T.12.III.7:10). Los restos de odio a los que me aferro deben verse como lo que son, y elegir en contra de ellos. Con un acto consciente de mi voluntad necesito decir: “elijo amar a Tu Hijo” (2:4). La elección a favor del amor es la elección a favor de Dios y la elección a favor de mi Ser.


¿Qué es el mundo?  (Parte 6)

L.pII.3.3:3-5

Los “mecanismos de la ilusión” son los que hacen que este mundo parezca tan real. Incluyen nuestros ojos y oídos, y todos nuestros sentidos físicos

Los ojos del cuerpo ven únicamente formas. No pueden ver más allá de aque­llo para cuya contemplación fueron fabricados. Y fueron fabrica­dos para fijarse en los errores y no ver más allá de ellos. (T.22.III.5:3-5)

Cuando vemos las cosas a través de los ojos del ego, las ilusiones parecen sólidas, la separación del ego parece la verdad (3:4). Para ver con la visión de Cristo, para ver la unidad en lugar de la separación, necesitamos estar dispuestos a pasar por alto lo que nuestros ojos nos están mostrando porque “fueron fabrica­dos para fijarse en los errores”. “No informan más que de ilusiones, las cuales se mantienen separadas de la verdad” (3:5). El milagro nos permite ver lo que los ojos no ven, eleva nuestra percepción al reino espiritual, lejos de lo físico (ver T.1.I.22, y T.1.I.32).

Necesitamos estar dispuestos a dudar de lo que nuestros sentidos parecen hacer real, y estar dispuestos a percibir con una visión diferente, algo completamente diferente. Hemos sido víctimas de una campaña de propaganda muy astuta y con mucho éxito: de información falsa dirigida por el ego. Necesitamos darnos cuenta de que no podemos confiar en nada de lo que hemos creído que era verdad y en lo que hemos creído que era la sólida realidad, tenemos que dudar de todo ello. Hemos estado rodeados de una conspiración de mentiras, procedentes de nuestra propia mente. Hemos dirigido nuestros sentidos de manera equivocada hasta que nos hemos dado cuenta de lo que estábamos haciendo, pero hoy podemos dirigirlos de otra manera. Podemos elegir buscar pruebas del amor, en lugar del odio; buscar pruebas de la paz, en lugar del ataque. Podemos decir:

Por encima de todo quiero ver las cosas de otra manera. (L.28, título)


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