sábado, 28 de septiembre de 2019

UN CURSO DE MILAGROS. 28 de Septiembre. LECCIÓN 271

6. ¿Qué es el Cristo?

1. Cristo es el Hijo de Dios tal como Él lo creó. 2Cristo es el Ser que compartimos y que nos une a unos con otros, y también con Dios. 3Es el Pensamiento que todavía mora en la Mente que es Su Fuente. 4No ha abandonado Su santo hogar ni ha perdido la ino­cencia en la que fue creado. 5Mora inmutable para siempre en la Mente de Dios.

2. Cristo es el eslabón que te mantiene unido a Dios, y la garantía de que la separación no es más que una ilusión de desesperanza, pues toda esperanza morará por siempre en Él. 2Tu mente es parte de la Suya, y Ésta de la tuya. 3Él es la parte en la que se encuentra la Respuesta de Dios, y en la que ya se han tomado todas las decisiones y a los sueños les ha llegado su fin. 4Nada que los ojos del cuerpo puedan percibir lo afecta en absoluto. 5Pues aunque Su Padre depositó en Él los medios para tu salvación, Él sigue siendo, no obstante, el Ser que, al igual que Su Padre, no conoce el pecado.

3. Al ser el hogar del Espíritu Santo y sentirse a gusto única­mente en Dios, Cristo permanece en paz en el Cielo de tu mente santa. 2Él es la única parte de ti que en verdad es real. 3Lo demás son sueños. 4Mas éstos se le entregarán a Cristo, para que se des­vanezcan ante Su gloria y pueda por fin serte revelado tu santo Ser, el Cristo.

4. El Espíritu Santo se extiende desde el Cristo en ti hasta todos tus sueños, y los invita a venir hasta Él para que puedan ser transformados en la verdad. 2Él los intercambiará por el sueño final que Dios dispuso fuese el fin de todos los sueños. 3Pues cuando el perdón descanse sobre el mundo y cada, uno de los Hijos de Dios goce de paz, ¿qué podría mantener las cosas sepa­radas cuando lo único que se puede ver es la faz de Cristo?


5. ¿Y por cuánto tiempo habrá de verse esta santa faz, cuando no es más que el símbolo de que el período de aprendizaje ya ha concluido y de que el objetivo de la Expiación por fin se ha alcan­zado? 2Tratemos, por lo tanto, de encontrar la faz de Cristo y de no buscar nada más. 3Al contemplar Su gloria, sabremos que no tenemos necesidad de aprender nada, ni de percepción, ni de tiempo, ni de ninguna otra cosa excepto del santo Ser, el Cristo que Dios creó como Su Hijo.


LECCIÓN 271

Hoy sólo utilizaré la visión de Cristo

1. Cada día, cada hora y cada instante elijo lo que quiero contem­plar, los sonidos que quiero oír y los testigos de lo que quiero que sea verdad para mí. 2Hoy elijo contemplar lo que Cristo quiere que vea; hoy elijo escuchar la Voz de Dios, así como buscar los testigos de lo que es verdad en la creación de Dios. 3En la visión de Cristo, el mundo y la creación de Dios se encuentran, y según se unen, toda percepción desaparece. 4La dulce visión de Cristo redime al mundo de la muerte, pues todo aquello sobre lo que Su mirada se posa no puede sino vivir y recordar al Padre y al Hijo: la unión entre Creador y creación.


2. Padre, la visión de Cristo es el camino que me conduce a Ti. 2Lo que Él contempla restaura Tu recuerdo en mí. 3Y eso es lo que elijo contem­plar hoy.

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INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA 

Ayuda para las lecciones:
de  Robert Perry  y Allen Watson

LECCIÓN 271  -   28  SEPTIEMBRE

Hoy sólo utilizaré la visión de Cristo

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.

  • Lee la lección.
  • Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.
  • Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.


Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.


Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.



Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.


  • Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
  • Piensa en ella durante un rato.




Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.




Comentario

Una vez más el Libro de Ejercicios nos enfrenta al hecho de que nosotros elegimos lo que queremos ver, y lo vemos. Nos dice que este proceso funciona continuamente: “Cada día, cada hora y cada instante elijo lo que quiero contem­plar, los sonidos que quiero oír y los testigos de lo que quiero que sea verdad para mí” (1:1). La última parte de esta frase es significativa porque nos dice el motivo de nuestra elección: elegimos ver lo que queremos que sea la verdad para nosotros. Por ejemplo, si constantemente veo personas que son víctimas, es porque hay una parte de mí que quiere ser una víctima. Puedo pensar que no quiero ser una víctima, pero si la alternativa es ser responsable de todo lo que me sucede, entonces ser víctima ¡suena estupendo! Cada vez que veo una víctima, secretamente deseo poder culpar a otro por mis faltas.

Sin embargo, lo importante de esta lección no son nuestras elecciones negativas. Lo importante es que hay elección. Hay otra posibilidad. Si escucho al ego mi elección será ver pecado, culpa, miedo y muerte. Pero si escucho al Espíritu Santo querré que la verdad acerca de mí sea algo diferente, y por lo tanto querré ver algo diferente en el mundo, y lo veré. Verlo en el mundo es el modo por el que sabré que es la verdad acerca de mí. En vez de querer ver los testigos del pecado, querré ver los testigos de la verdad, y lo que busco lo encontraré.

A medida que mi percepción se une cada vez más con la visión de Cristo, me acerco al momento en que la percepción desaparece por completo (1:3). Mi cambiada percepción me mostrará lo que el Curso llama el mundo real, la desaparición de la percepción se refiere al final del mundo y nuestro despertar al Cielo.

¿Cómo quiero verme a mí mismo? Si quiero verme como amor, que busque hoy amor en mis hermanos. Si quiero verme inocente, que busque la inocencia en otros. Si quiero verme sin culpa, que busque ver a los demás sin culpa. Que hoy recuerde: 

Cuando te encuentras con alguien, recuerda que se trata de un encuentro santo. Tal como lo consideres a él, así te considerarás a ti mismo. Tal como lo trates, así te tratarás a ti mismo. Tal como pienses de él, así pensarás de ti mismo. (T.8.III.4:1-4)

Cada hermano que contemples en la luz hará que seas más consciente de tu propia luz. (T.13.VI.10:3)

No le enseñes a nadie que él es lo que tú no querrías ser. (T.7.VII.3:8)


¿Qué es el Cristo?  (Parte 1)

L.pII.6.1:1-2

Cristo es el Hijo de Dios tal como Él lo creó. (1:1)

Esto es lo que estamos aprendiendo a ver unos en otros, para que podamos recordar verle a Él en nosotros mismos. Cristo es la creación original de Dios, antes de que nosotros lo “reinventáramos” y pintáramos otra imagen sobre la obra perfecta de Dios. Queríamos ser otra cosa, y por eso hemos percibido otra cosa en todos a nuestro alrededor. Ahora estamos aprendiendo a dejar a un lado las imágenes que hemos inventado para descubrir de nuevo la obra maestra debajo de la falsificación.

Cristo es el Ser que compartimos y que nos une a unos con otros, y también con Dios. (1:2)

Cristo es el Hijo de Dios. Todos nosotros somos aspectos de ese único Hijo. (Creo que parte de la razón por la que el Curso usa “Hijo” en lugar de “hijos e hijas”es porque ésta última frase indica una separación que no existe en la creación de Dios). Nuestro Ser original, nuestro único Ser real, es un Ser que compartimos con todos. Una razón por la que nos resistimos a conocer este Ser es porque no es “mi” ser para mí solo, es nuestro Ser. Para reclamar a Cristo como mi Ser, no puedo excluir a nadie porque el Ser que estoy reclamando es un Ser universal, de Quien todos somos parte.


No sólo estamos unidos unos a otros en este Ser, sino que también estamos unidos a Dios (1:2). Sin Dios este Ser no existiría, Dios es Su Causa, Su Fuente y Su Sustento. No puede estar separado de Dios. No puede ser independiente de Él. Tampoco se puede oponer a Dios en ningún modo, todas las características de este Ser proceden y surgen del propio Ser de Dios.



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